Alejandro Chomski, talento del cine nacional
Tiene los derechos para filmar un libro de Paul Auster
Alejandro Chomski es alguien más que un cineasta que el 19 de diciembre último (fecha emblemática para la doliente historia reciente de este país) concluyó su opera prima, “Hoy y mañana” (guión premiado por el Instituto de Cine, protagonizado por Antonella Costa y el español Manuel García Navarro). Cursó sociología durante tres años. Vivió en Los Angeles. Obtuvo una beca para formarse en el American Film Institute. Trabajó con Emir Kusturica, Spike Lee y Jim Jarmusch, de quien se hizo amigo. Hizo cortos protagonizados por Julie Delpy y Barbara Bain. Es protagonista de un falso documental que lleva su nombre. Tiene el proyecto de filmar un libro de Paul Auster, que personalmente le cedió los derechos (ver aparte). Pero este cuento de hadas a la argentina tiene un prólogo: en 2000 volvió al país sin plata, sin casa y sin proyectos.
–¿De qué habla “Hoy y mañana”?
–La narración trabaja en distintos planos. Lo primero que se desprende es la voluntad de una persona para defender su integridad. Es la lucha por la preservación de su espíritu, por concretar sus sueños. Para hacerlo, esta lucha es ingenua y caprichosa.
–Esta búsqueda de los sueños por cumplir, ¿es a costa de cualquier cosa?
–No. En este marco, la protagonista, en vez de pisar una cabeza, se somete a padecer cosas que no le gusta hacer, en pos de seguir con ese esquema que se trazó y que la va a llevar tarde o temprano a la felicidad. No cambia su moral interna. Ella decide por propia voluntad que su cuerpo es la única herramienta que tiene para poder seguir su plan de ser feliz.
–¿Hasta qué punto no es reaccionaria esa mirada sobre la mujer?
–Elegí una mujer, pero podría ser un hombre. Sólo que me parece que el 90 por ciento de la prostitución es femenina. En todo caso, al que deja mal parado esta historia es al hombre, que abusa del intercambio sexual con el poder del dinero. En ese sentido, el personaje no es una víctima, sino que es víctima de sus circunstancias. Los hombres fuertes, los que la pueden ayudar (el padre o un publicista) siempre quieren algo a cambio.
–¿La película está planteada como una ficción-documental, anclada en la realidad?
–Totalmente. Es un falso documental. De hecho, al hacer la investigación y escribir el guión, empecé a encontrar un montón de chicas que hacían este trabajo o habían pensado en la posibilidad de hacerlo. Porque están muy desprotegidas. También lo están los chicos. No saben cómo hacer para salir a tomar una cerveza, pagar un alquiler o costearse algún estudio. Por eso la quise filmar con una cámara.
–¿Esa elección tiene que ver, además, con menores costos de producción?
–No; incluso es más caro porque hay un montón de locaciones (por ejemplo, filmamos en varias calles, donde habitualmente las chicas se ponen a parar autos). Pero es la única manera de construir esta narración, siguiendo a esta joven durante dos días sin juzgarla, siguiéndola en su proceso. La intención es entrar en el personaje, entenderlo. No es un héroe; no importa el resultado, sino la acción.
–Es un poco tu historia. Hiciste montones de cosas para poder llegar a dirigir tu primer largometraje.
–Es lo que me pasó a mí. El resultado es que logré paradójicamente generar un buen resultado. Si hay una contribución en este film es que si luchás por lo que más querés hacer en el mundo, lo más posible es que lo consigas. Eso es lo que aprendí de este profundo interregno de vacío.
La pregunta es la película
Chomski conoce bastante de recelos y desconfianzas. Y sintió que más de uno lo escucha incrédulo si él explica con quiénes trabajó. Junto a un ex compañero de estudios, Santiago García, trasladó la broma interna al cine. Decidieron volver a transitar aquellas ciudades por donde pasó Chomski (La Habana, Barcelona, Nueva York, París, Madrid, Los Angeles), incorporar el testimonio de quienes lo conocen (Jarmusch, Kusturica, Ben Gazzara, entre otros famosos) y armar con ello un esquema de documental novedoso, por ahora titulado “¿Quién es Alejandro Chomski?”, del que se exhibieron fragmentos en el último festival de cine independiente porteño.
“No es que tenga la necesidad de saber quién soy, no me pregunto eso todos los días –comenta jocoso Chomski–. Santiago me tomó como personaje y desarrollamos juntos el proyecto. Sobre todo para bucear en un estilo y un género de documental distinto.”
–¿En qué consiste el proyecto?
–Es un viaje por todas las ciudades donde viví muchos años, buscando esas personas que tuvieron que ver significativamente en mi pasado. A partir de esa búsqueda se generan nuevas situaciones en el presente. Es como si tuviéramos todo el pasado por delante. No son entrevistas –aunque habrá algunas en el film–, sino la búsqueda de esas personas, generando algo nuevo en el presente desde lo que ya pasó, a partir de la excusa de un equipo de rodaje buscando a Alejandro Chomski. Pero en el fondo, sin buscar respuestas. La idea es terminar de filmarlo este año.
–¿Cómo llegaron a Jim Jarmusch, Ben Gazzara y otras figuras que participan en el film?
–En el recorrido de estos trece años de estudiar cine, de viajar y vivir en distintos lados, conocí a todas estas personas con las cuales tengo relación y de quienes soy amigo. Por eso ellos se sumaron a este proyecto documental. De hecho, no es nada más ni nada menos que otros cineastas trabajando para una película.
–¿Qué quieren contar?
–No lo sabemos todavía (sonríe), pero lo importante es eso: encontrar mecanismos para comunicarnos con ideas; seguir toda esa línea documental. La diferencia con una película de ficción, que está guionada, desglosada y estructurada con locaciones fijas, es que nosotros salimos con varias líneas argumentales. Una de ellas es la del pasado por delante. Otra es ir a buscar a esta gente y ver qué aporta a la nueva situación. Otra son las entrevistas a gente del pasado, a la que vamos a llegar de pronto, golpearle la puerta y explicarle lo que estamos haciendo. Otra es que yo nunca pude filmar (sólo en 2002 logré rodar mi opera prima) y que durante trece años hice todo para alcanzar ese objetivo: hice muchos cortos, pero en todo ese tiempo nunca pude hacer un largometraje, y al final, termina planteándose una película sobre el recorrido que realicé mientras quería hacer mi propio largo.
En la cotidianidad de Chomski, las pausas sirven sólo para tomar impulso. Por eso hay dos ideas inmediatas que rondan su cabeza. La primera es terminar de editar “Hoy y mañana” para intentar presentarla en alguna sección del Festival de Cannes. La otra es filmar un guión sobre los inmigrantes extranjeros que viven en Hollywood... filmada en Hollywood. Y si ninguna de estas iniciativas se cristaliza, el cineasta multifuncional al menos habrá conocido nuevos amigos del cine, establecido contactos y proyectado su futuro. A lo argentino: solo y por prepotencia de trabajo.
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