Albertina Carri: "La ausencia es un agujero negro"
La directora de 30 años compite con "Los rubios", sobre la difícil reconstrucción de la memoria familiar
Un nuevo cine de reconstrucción del período de la dictadura comenzó a aparecer en el horizonte del cine argentino. Así lo demuestra un puñado de películas que se exhiben actualmente en el Festival de Cine Independiente. Se trata de films que intentan abordar los trágicos años setenta y sus consecuencias desde una perspectiva diferente, joven, no academicista, sin solemnidades o golpes bajos.
Así es como desde la competencia oficial asoma con mucha fuerza la novedad de la propuesta de "Los rubios", que se exhibirá por primera vez hoy, a las 20, en el Hoyts 9. Es el segundo film de Albertina Carri, de 30 años, hija de desaparecidos, y en el que la misma directora y su equipo intentan reelaborar durante el rodaje la memoria que tiene que construirse a fuerza de retazos de la elaboración que han hecho los otros con su propia memoria. Por su parte, la sección Lo nuevo de lo nuevo ofrece dos películas documentales. Del Taller de Video Documental de la Escuela Carlos Pellegrini surgió "Flores de septiembre" (hoy, a las 12, en el Cosmos), que se centra en la historia de tres alumnos de la división 4to. Noche que integran una larga lista de estudiantes desaparecidos de esa institución educativa durante el Proceso. Y también está "Trelew", de Mariana Arruti, que relata la sangrienta fuga del penal de Rawson, en 1972, de un grupo de presos políticos integrantes del ERP, FAR y Montoneros (hoy, a las 18.45 en el Hoyts 7).
Claro que todavía es una incógnita saber si este renovado interés por afrontar este "tema" con el que el cine siempre ha estado en falta se corresponderá con el interés de los espectadores. Hasta el momento se ha generalizado un rechazo categórico hacia las películas relacionadas con la dictadura, como el que sigue prevaleciendo con las realizaciones del chileno argentino Marco Bechis, que han sido un rotundo fracaso de concurrencia: "Garage Olimpo" fue vista por 30.000 personas, e "Hijos" apenas la vieron 2000 personas, y ahora sólo sigue en el Tita Merello.
Road movie de la ausencia
Albertina Carri cuenta que hizo "Los rubios" no por una necesidad personal de elaborar su historia familiar, sino porque "nunca me sentí representada por las voces anteriores. Me parece que se ha tocado el tema de forma historicista o con demasiada vehemencia. Mi sensación es que nadie ha metido la mano en ese agujero negro que es la ausencia. Por lo general, las películas que han hecho sobre el tema surgen desde lo público (los desparecidos, los jóvena generación de los 70, la lucha, etcétera) para llegar a veces a una cosa íntima o más privada como el relato de una abuela o una madre. Yo quise hacer el camino opuesto".
"Los rubios" es una road movie sobre el cine y la ausencia, en la que el equipo de filmación se retrata a sí mismo en su indagación del cómo. Se filmó en 16 milímetros y en video. La utilización de los diferentes formatos se relaciona con los segmentos de ficción (en fílmico) y los backstages o la ficcionalización del rodaje (video). Y la mirada infantil está retratada con la recreación de los hechos por parte de unos muñequitos.
Desde el comienzo, hay una actriz que dice: "Soy Analía Couceyro y voy a interpretar a Albertina Carri". Así se la ve a la actriz que entrevista a amigos de la pareja desaparecida, el sociólogo Roberto Carri y la licenciada en Letras Ana María Caruso. También hay secuencias en las que la propia Carri se encamina con su coguionista, Santiago Giralt, hacia el barrio en el que vivió hasta los 3 años, en 1977, cuando sus padres desaparecieron. Y consulta a los vecinos que en seguida dicen que no recuerdan nada, hasta que lo recuerdan todo, aun cuando la memoria parece querer omitir ciertos detalles. Y está esa vecina obsesionada con la familia de "rubios", cuando en verdad, sólo una de las hermanas de Albertina era rubia.
"Cuando arranqué con esta película quería hablar sobre la ficción de la memoria -cuenta la directora-. Cuando uno recuerda y cuenta algo en realidad está inventando su propia versión. En los documentales que se proponen contar quién es, por ejemplo, Pepe, entrevistan a equis cantidad de personas y después de eso se supone que ya se conoce a Pepe. Yo no podré conocer nunca a Pepe y, a medida que pasan los años, los relatos van cambiando. La construcción de todo fue un largo camino que se cuenta en la película."
-¿Por qué decidiste que por momentos te interpretara una actriz?
-Pasé por mil instancias. En algún momento pensé en ficcionalizar todo, pero no podía llamar a actores para que hagan de mi madre y de mi padre. Entonces decidí ficcionalizar mi presente. Me pareció importante que el espectador se quede con esa sensación de que es imposible reconstruir la memoria. Y que el recuerdo es más un estado de ánimo que otra cosa.
-El desdoblamiento también genera distancia emocional del espectador para con el hecho en sí....
-Sí, es que me parecía demasiado fuerte plantarme frente a la cámara y decir: "Cuando yo tenía 3 años a mi mamá y a mi papá los mataron". Porque si el espectador se pone a llorar no hay reflexión posible. La historia de por sí es dramática y traumática, y yo convivo con ella. Por eso también quise quitarle solemnidad al tema porque, si bien convivo con esa historia, mi cotidianidad no está siempre marcada por ella. Soy un ser humano normal, con altos y bajos. Durante la filmación -y eso se ve en la película- había momentos en los que nos moríamos de risa y no podíamos hacer nada.
-Al mismo tiempo que se filma la película se va construyendo un nuevo grupo familiar en el equipo de filmación.
-Sí, eso se construyó desde un lugar muy intuitivo. Todos los integrantes se apropiaron de la historia y participaban de la filmación desde un lugar muy diferente del que suele hacerse. Entonces empezamos a formar parte de lo más importante de la película: nosotros enfrentados a eso que queríamos contar.
-La película tuvo problemas con el Incaa para conseguir su calificación de película "con interés"...
-Cuando presentamos el guión en el Incaa nos contestaron con una carta en la que explicaron que preferían no expedirse. Hubiese sido más honesto que contestaran que la película no les interesaba. Pero ellos dieron una cantidad de explicaciones siniestras como que la película merece ser filmada porque mis padres fueron dos intelectuales, etcétera, y por eso entendían que tenía que incorporar testimonios de sus amigos (algo que ya estaba en el guión), hablaban de rigor documental. Hicimos una nueva presentación y mientras esperábamos la respuesta, un comité de selección del festival vio la película y decidió incluirla en la competencia. Sólo en ese momento el Incaa nos dio el interés.
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