Alain Resnais y su pasión por sorprender
Nuevo film del director de Hiroshima mon amour
El azar -al que Alain Resnais atribuye buena parte de la responsabilidad por lo que es y por lo que ha hecho- es un factor que siempre asoma en las historias que cuenta. El azar también tuvo que ver con el origen de Las hierbas salvajes , el film que ganó el premio especial del jurado en Cannes y llevó a la crítica a destacar que el cine más juvenil presentado este año en la muestra pertenecía a veteranos como él (de 87 años), Shohei Imamura (83) o Manoel de Oliveira (101).
El azar, sí, y esa voluntad manifiesta del cineasta francés de sorprender siempre al público: no hacer dos films que se parezcan. O mejor, según la fórmula de Truffaut, hacer cada film "contra el anterior".
Con ese pensamiento en mente y habiendo decidido con su productor Jean-Louis Livi adaptar una pieza de teatro ("se resuelve más rápido que encargar un guión original"), ya había leído unas treinta cuando, por casualidad, se topó con El incidente , una novela de Christian Gailly. El tono irónico y la melancolía que percibió en la atrayente prosa de este escritor poco conocido entre nosotros (sólo han sido traducidas Una noche en el club y Be-bop ) lo atrapó de inmediato. Tanto que, al día siguiente, llamó a Livi para decirle: "Creo que he encontrado ese sonido, esa blue note que estuvimos buscando tantas semanas".
La referencia al jazz no es casual: él la explica: "Sentí la fuerte relación que hay entre las acrobacias verbales y sintácticas de Gailly y la influencia de su trabajo en el terreno del jazz, al que se dedicó como saxofonista durante veinte años, antes de abandonar la música para ponerse a escribir". Resnais dice haber intentado preservar al máximo "el espíritu lúdico que hay en esa improvisación desarrollada bajo reglas estrictas" que domina la novela, así como respetar sus ambigüedades: "La afirmación y la negación pueden cohabitar en una misma frase, y eso también es una forma de realismo, ya que en la vida uno nunca sabe verdaderamente qué pasa por la cabeza de la persona con la que está hablando".
El azar, por fin, propone la historia imaginada por Gailly. En el centro, hay dos personas de mundos bien diversos: una dentista cincuentona, soltera y piloto aficionada (interpretada, claro, por Sabine Azéma, compañera del cineasta en la vida y en los sets), y un hombre algo mayor de turbio pasado y comportamientos extraños (André Dussollier), que encuentra en un estacionamiento el contenido de un bolso que le han robado a ella.
Tras entregar lo hallado en la comisaría, el hombre intentará conectarse con la desconocida. Eso es todo: sólo que en el mundo de Resnais todas las peripecias y todos los imprevistos son posibles, y mucho más en este caso porque Las hierbas salvajes , a diferencia de Corazones , su film anterior, parece carecer de todo sistema, de todo curso predeterminado. Como si Resnais hubiera querido disponer de todas las libertades, además de la que le concedió el autor de la novela: la de poder incorporar en el relato material extraído de sus restantes obras.
Invitación al juego
El lo explica mejor: "Hago mis películas pensando todo el tiempo en el espectador, solicitándole que se ponga a jugar conmigo. Busco intrigarlo, interesarlo para que no deje la sala. No sé si siempre lo logro, pero lo intento, y es más instintivo que voluntario".
En una reciente entrevista facilitada por Alfa Films, la distribuidora que estrenará el film el jueves, Resnais explica qué lo atrajo de la novela de Gailly: "Hay en la novela un costado sincopado y casi fruto de la improvisación, una notable habilidad para la variación sobre un tema, en el sentido musical. También me impresionó la obstinación de los protagonistas, que son incapaces de resistir el deseo de realizar actos irracionales y que muestran una vitalidad increíble para precipitarse en la confusión. Como dice Livi, L´incident habla del deseo por el deseo; el deseo que surge en el protagonista sin causa alguna, aun antes de haber visto a la mujer o haber hablado con ella por teléfono; un deseo que después se alimenta a sí mismo. Y, por supuesto, el diálogo, que conservé, porque fue lo primero que me atrajo. Son como solos o duetos que parecen estar esperando que los actores los interpreten".
¿Por qué el cambio de título? Porque cree que Les herbes folles , algo así como los yuyos, "se ajusta mejor a estos personajes que responden a impulsos irracionales. Como esas hierbas que brotan y agrietan el asfalto o las paredes viejas y crecen donde nadie las esperaba".
Gailly se ha incorporado, pues, a la constelación literaria que está detrás de la obra de Resnais. Marguerite Duras ( Hiroshima mon amour ), Alain Robbe-Grillet ( Hace un año en Marienbad ) y Jorge Semprún ( La guerra ha terminado, Stavisky ) escribieron para él, que también se inspiró en obras teatrales de Alan Ayckbourn ( Smoking-No smoking, Corazones ) y hasta en una opereta ( Pas sur la bouche ). Este es el primer film suyo basado en una novela.
Resnais reconoce que Gailly fue una inspiración especial, una referencia permanente. "Los actores, André Dussollier, Sabine Azéma, Anne Consigny, Emmanuelle Devos, Mathieu Amalric y todos los demás leyeron varios de sus libros con pasión y eso obró como un estímulo para su creatividad. Y lo mismo pasó con el equipo. Cuando teníamos que tomar alguna decisión, ahí estaba la obra de Gailly para inspirarnos."
En esas condiciones -no hace falta que lo diga- filmar Las hierbas salvajes fue para él puro placer. Y buena parte de la crítica que aplaudió su film en Francia coincidió en señalar que a los 87 años el creador de Conozco la canción sabe muy bien cómo hacer partícipe de ese placer a la platea.
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