Agnès Varda celebra su vida en el cine
Extraordinario documental en primera persona
"Aquí hago el papel de una anciana dama regordeta y parlanchina que cuenta la historia de su vida", anuncia Agnès Varda, mirándonos desde la pantalla en el comienzo de Las playas de Agnès, film que IFA estrenará el jueves. Mientras habla, la llamada abuela de la nouvelle vague (que hizo su primer largometraje en 1954) camina hacia atrás sobre la arena, una sencilla metáfora del viaje a su pasado que está por emprender. En seguida, un grupo de estudiantes la ayuda a distribuir por la playa espejos de todas formas y tamaños que han de descomponer el paisaje en mil fragmentos: otra metáfora, esta vez sobre el modo en que la memoria se manifiesta.
El espejo es el elemento indispensable para un autorretrato; sin embargo –ella lo subraya–, son los otros los que le interesan: la gente que ha contado en su vida; de los pescadores del Mar del Norte, en su Bélgica natal, a los artistas con los que se vinculó (Calder, Rauschemberg, Jean Vilar, Gérard Philipe, Godard Resnais); de aquellos chicos del puerto de Sète –hoy adultos– que intervinieron en su primer film, La pointe courte, a los personajes, públicos o no, que conoció en su vagabundeo por el mundo: Córcega, Aviñón, China, Cuba, la California de los hippies y las Panteras Negras. Y, por supuesto, Jacques Demy (el inolvidable realizador de Los paraguas de Cherburgo, Lola y Las señoritas de Rochefort), con quien estuvo casada desde 1962 hasta la muerte de éste, en 1990, y a quien le dedicó films entrañables como Jacquot de Nantes o L’univers de Jacques Demy.
"He estado a veces en el lugar justo y en el momento justo durante la segunda mitad del siglo XX", ha reconocido, y eso explica que sus memorias contengan en parte la microhistoria de la bohemia creativa francesa. Pero la curiosidad de la creadora de Cleo de 5 a 7, La felicidad, Sin techo ni ley y varios documentales poco difundidos en la Argentina no se agota en las luchas civiles, el activismo político, las reivindicaciones feministas o las innovaciones estéticas. En una escena del film –ella misma lo cuenta– va a visitar la casa de su niñez, en Bruselas, pero ni la vivienda ni el jardín donde jugaba la emocionan: el ojo curioso de la documentalista apunta al actual dueño de la casa: un apasionado ferromodelista que le enseña orgulloso su colección de trenes.
La vida filmada
¿Por qué una autobiografía? "En realidad, el objeto de mi investigación no era yo misma, sino el cine –ha dicho–. Quería saber si existe una manera cinematográfica de contar una vida y lo que hay alrededor de ella." Conviene recordar que, hace diez años, Varda extendió las posibilidades de la narración cinematográfica en primera persona con Les glaneurs et la glaneuse, en la que se colocó entre los espigadores que practican la recolección de lo que la sociedad descarta y se definió ella misma como espigadora de imágenes. En Las playas de Agnès, la actitud parece ser la misma, aunque aquí la recolección se practica no sobre elementos descartados, sino entre sus recuerdos: los recursos que emplea –fragmentos de obras, fotos, recreaciones– son tan variados como su riquísima experiencia de vida.
¿Nostalgia? "No. Mis memorias están conmigo. Vivo en ellas como vivo en mi vida de todos los días. A veces me siento triste [el duelo por Demy parece no haber concluido], pero eso no es nostalgia: yo no quiero volver el tiempo atrás."
¿Por qué las playas? "La playa es el lugar ideal para mí y no tiene nada que ver con nadar, surfear o navegar, sino con el placer de observarla, lo que significa observar el cielo y el mar, que a distintas horas cambia de luz y de estado. Me gusta cuando está casi quieta, tan pura que es como el principio del mundo. Me permite creer que estoy siempre en una playa, sola. Mi memoria es como la arena en las manos: guardo algunos granos; otros se van. La playa es el hilo que une todos los recuerdos". Agnès, que cumplirá 82 años en mayo, estuvo en muchas playas en su vida. Y tanto las ama que hasta inventó una en la calle de París donde tiene su productora. Esa, claro, también está en el film.
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