Adiós al hombre al que todo Hollywood amaba
Dejó una filmografía pródiga en éxitos ( Africa mía, Nuestros años felices, Tootsie, Fachada ) y será recordado por haber aprovechado siempre lo mejor de sus actores
A juzgar por el dolor casi unánime que embargó ayer por igual a multimillonarias estrellas y anónimos trabajadores y espectadores de cine, pocas veces se ha sentido tanto en la vida reciente de Hollywood una desaparición como la del director, productor y actor Sydney Pollack, que falleció anteayer, a los 73 años -como informó LA NACION en su segunda edición de la víspera-, en su casa de la exclusiva zona de Pacific Palisades, nueve meses después de que le fuera diagnosticado un cáncer.
"Me quito el sombrero ante un tipo con clase. Contribuyó con su trabajo a hacer el mundo un poco mejor, las películas algo mejores e incluso las cenas algo mejores", expresó ayer un compungido George Clooney, que compartió con Pollack uno de sus últimos trabajos: actor y productor de Michael Clayton . "Era un hombre del Renacimiento. Sin arrogancia y nunca condescendiente, compartió conmigo lo que amaba acerca de la familia, el contar historias, la comida, volar y una gran botella de vino", dijo el no menos apenado Tom Cruise, a quien Pollack supo sacarle lo mejor en el thriller Fachada y con el que se reencontró delante de las cámaras en el film póstumo de Stanley Kubrick Ojos bien cerrados .
En ambas evocaciones queda resumido lo que todos encontraban casi a primera vista en este hombre alto, elegante, de natural carisma y que siempre aparentaba menos edad de la que en realidad tenía. Era una de las figuras más respetadas y escuchadas de Hollywood no sólo porque había llegado a lo más alto como realizador, productor y ocasional actor (tarea que marcó sus orígenes y había recuperado con frecuencia en los últimos años), sino porque aun sin ser artífice de alguna obra maestra indiscutida siempre supo sacar lo mejor de sus intérpretes (sus películas lograron 48 nominaciones para el Oscar, 12 de ellas actorales) y encarnar aquello que en la Meca del Cine muchos intentaron y sólo algunos consiguieron: narrar con pericia y talento artesanal historias entretenidas, directas y de inmediato arraigo en el público sin perder de vista la preocupación por temas serios, relevantes y profundos de la actualidad.
"En mi caso, hacer películas es la historia perfecta para contar historias de amor, que es lo que más me interesa. He filmado comedias, westerns, dramas, y lo que tenían en común era que en cada una de ellas había una historia de amor protagonizada por seres muy diferentes, casi opuestos", explicaba a LA NACION en abril de 2005, al término de un viaje de vacaciones por nuestro país junto con el grupo de seis o siete amigos con el que todos los años recorría en bicicleta algún lugar del mundo.
Pollack conocía al detalle cada engranaje de la industria de Hollywood y más de una vez dio cátedra (como en su aporte al muy consultado libro Movie Business Book ) acerca de lo que hace un director y cómo debe comportarse en tiempos de rutina y ante cualquier circunstancia inesperada o adversa. Allí expresaba su filosofía con una verdad de Perogrullo: "Hago una película en el mismo momento en que la estoy haciendo". Para él, pensar en vez de hacer sólo significaba, en esa instancia, una pérdida enorme de dinero y recursos humanos.
Su filmografía encarnó el tránsito entre los clásicos y las nuevas generaciones de actores que marcaron a fuego los últimos 30 años: de Burt Lancaster ( Asalto al castillo ), Robert Mitchum ( Operación Yakuza ) y Paul Newman ( Ausencia de malicia ) a Al Pacino ( Un instante, una vida ), Harrison Ford ( Sabrina , Destinos cruzados ) y el más joven Cruise. En el medio aparecen sus recurrentes trabajos junto a Robert Redford, que resume en su diversidad temática la larga trayectoria del realizador: el drama romántico ( Nuestros años felices , junto a Barbra Streisand), el thriller político ( Tres días del cóndor , con Faye Dunaway) y Africa mía , el retrato de una pasión enmarcada en la exótica imponencia del continente negro, con Meryl Streep, Klaus Maria Brandauer y la memorable banda sonora de John Barry. Tal vez, su película más lograda.
Lo mejor de Pollack se completa con Tootsie , agridulce pintura de un hombre desesperado (Dustin Hoffman) que busca su destino vistiéndose de mujer para trabajar en una telenovela. El éxito del film y de su canción original (interpretada por Stephen Bishop) perduró en la Argentina mucho más allá de su fecha de estreno. Fue el éxito comercial más grande de su carrera.
Nacido el 1° de julio de 1934 en Lafayette (Indiana), hijo de inmigrantes judíos rusos, el hombre que eligió el teatro y el cine en lugar de la odontología disfrutaba últimamente recuperando su vieja vocación de actor. Lo veremos la semana que viene como padre de Patrick Dempsey en Quiero robarme a la novia . Quizás entendamos al verlo algo de la tristeza que hoy vive Hollywood ante su pérdida.
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