Adiós a Jack Lemmon
Murió a los 76 años quien fue uno de los actores más célebres y talentosos de la historia del cine
El destino lo llevó al espectáculo y el cine lo empujó a la comedia. No se puede decir que John Uhler (Jack) Lemmon, que acaba de morir a los 76 años, haya sufrido este éxito de la fatalidad, pero el hijo de aquel próspero empresario al que le gustaba cantar y bailar delante de sus amigos nunca terminó de reconocerse como alguien nacido para hacer reír.
"Sólo los papeles dramáticos me conquistan. Mi carácter y mi instinto me inclinan hacia el drama", decía en 1963, cuando ya los públicos de todo el mundo se predisponían a la sonrisa cada vez que lo veían aparecer en pantalla.
No se puede negar que su cara amigable tenía mucho que ver con esto. Pero lo que lo condenó para siempre, por fortuna para los amantes del cine, a vivir en el país del humor fue una película temprana e inolvidable: "Some like it hot", que los aficionados argentinos de toda edad recordarán por su título local, "Una Eva y dos adanes".
Además del éxito, ese film significó para él conquistar a un maestro y a un amigo de hierro, el director austríaco Billy Wilder, el mismo de "Sabrina", "El ocaso de una vida" y tantas otras maravillas. Con Wilder, Lemmon formó una sociedad larga y fructífera.
"Jack es un genio. Mi mayor problema es contener su talento. Está siempre lleno de ideas. Siempre me digo: no le voy a dejar hacer sus maravillosos trucos, porque me desequilibra el film. Pero no tengo fuerzas. El talento de Jack me seduce, y lo mismo hace con el resto del público", diría años después Wilder, con esa ironía picante que lo caracteriza.
Pero Lemmon no disfrutó tanto de su papel en "Una Eva y dos adanes". El y Tony Curtis pasaban la película vestidos de mujer, al lado de Marilyn Monroe. Apenas terminaban de rodar una secuencia, Lemmon se sacaba la falda, tiraba con rabia la peluca al suelo y se iba al camarín con gesto serio y compungido para concentrarse en la lectura de un libro de arqueología, como si el demasiado hacer reír lo hiciera fastidiarse consigo mismo.
Transcurría 1959, y para entonces Lemmon ya había ganado uno de sus dos Oscar, como actor de reparto secundando a Henry Fonda en "Mister Roberts". Pero ese papel lo volvió famoso, y todo lo que vino después se desprendió en cierto modo de él, como una consecuencia.
Un dato curioso: en su magnífica carrera posterior, Lemmon fue solamente recompensado con otro Oscar, por "Salven al tigre", y no ganó por ninguno de sus trabajos más perdurables. En especial injusto es que los académicos de Hollywood se hayan olvidado de él en la mejor joya del alhajero de Wilder, "Piso de soltero", donde componía a un empleado de oficina que prestaba el departamento a sus jefes para congraciarse con ellos haciéndose cómplice de sus aventuras amorosas.
Lemmon se reencontraría con Curtis en 1965 para hacer en "La carrera del siglo" (de Blake Edwards) el personaje del villano de bigote enrollado que daría origen al Pierre Nodoyuna de los dibujitos animados. Hombre leal a sus afectos, tuvo después en Walter Matthau a su mejor y más extraña pareja, que llegó a la tercera edad con la saga de los viejos gruñones.
Por supuesto, también pudo atenuar en ocasiones aquella vaga sensación de descontento por verse reducido a la condición de hazmerreír. En rigor, aun en sus apariciones más cómicas, Jack Lemmon dejaba entrever destellos melancólicos, pero pudo darse el gusto de realizar películas tan serias como "Desaparecido", de Costa-Gavras, o "Días de vino y rosas", de Wilder, en las que demostró que su condición de actor no tenía por qué sujetarse a etiquetas.
Lemmon tuvo dos matrimonios (con las actrices Cynthia Stone, de la que se divorció, y Felicia Farr, que lo acompañó hasta su muerte, en el Norris Cancer Hospital de Los Angeles) y un hijo de cada uno de ellos: Christopher y Courtney. Entre sus aficiones más conocidas estuvieron el humo de los habanos y las noches de póquer. Entre las que menos se recuerdan, componer canciones. Escribió más de cien, quizá como tributo a ese padre picado por el bichito del arte.
"Yo tenía cuatro años cuando papá realizó una comedia. Esas cosas que se hacen en casa, para carnaval, con los vestidos viejos del guardarropas. La comedia se llamaba "Oro sobre las colinas", y mi papel era inexistente, pero, ¿qué se puede esperar que hiciera a esa edad", contaba el Lemmon adulto. En el libro de memorias ("Lemon", es decir, limón) da alguna pista adicional sobre el porqué de su persistente tristeza bajo la máscara del clown. Su biógrafo, Don Widener, dijo que Jack era "uno de los tipos más tristes que he conocido, aunque la gente que lo ve en la pantalla piense todo lo contrario". En la hora de la despedida, las dos caras de Lemmon pueden parecer, tal vez, menos contradictorias.
La sociedad con Walter Matthau
"Por dinero, casi todo" ("The fortune cookie")
En esta agridulce comedia de Billy Wilder, Matthau -ganador del Oscar al mejor actor secundario- es un patético abogado que convence a su cuñado (Lemmon) para que finja una seria lesión tras un partido de fútbol y así iniciar un juicio.
"Extraña pareja" ("The odd couple")
Gene Saks dirigió esta adaptación cinematográfica de la obra teatral de Neil Simon sobre las desventuras de dos hombres divorciados que intentan vivir juntos. La película más popular y emblemática del dúo que tuvo una secuela bastante poco lograda en 1998.
"Primera plana" ("The front page")
En esta nueva adaptación de la obra de Ben Hecht y Charles McArthur dirigida por Billy Wilder, Matthau es el editor de Lemmon, periodista estrella en un diario de Chicago durante los años 30.
"Compadres" ("Buddy Buddy")
Fallida comedia negra sobre un asesino a sueldo. Fue el último largo dirigido por el gran Billy Wilder.
"Dos viejos gruñones" ("Grumpy old men")
Lemmon y Matthau son dos vecinos que viven maltratándose durante 50 años. Dirigió Donald Petrie. Se hizo una secuela en 1995.
"Bailando en el mar" ("Out to sea")
El dúo intenta engañar a millonarias viudas a bordo de un crucero. Dirigió Martha Coolidge.
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