Adiós a Alan Rickman, creador de villanos memorables
Debutó en cine a los 41 años en Duro de matar; desde entonces, elevó muchas producciones hollywoodenses con su talento y carisma: del profesor Snape de Harry Potter,con el que lo conocieron las nuevas generaciones, al marido infiel de Realmente amor
Alan Rickman , el actor británico que será recordado por los villanos que creó para Hollywood, dotándolos de espesuras impensadas gracias a su presencia y carisma, murió en Londres, a los 69 años, de cáncer.
Su debut en Hollywood llegó recién a los 41 años, con Hans Gruber, el terrorista que desesperaba al rústico John McClane en Duro de matar (1988). El éxito de la franquicia tuvo tanto que ver con la actuación de Willis como con el talento de Rickman, cuya impecable dicción y perverso sentido del humor dotaban de profundidad y atractivo hasta a los peores seres humanos que elegió componer.
Algo similar podría afirmarse del sheriff de Nottingham que creó para el Robin Hood que interpretó Kevin Costner (1991), una producción que fue célebre en su época por los problemas en su rodaje –entre los cuales podría contarse el acento británico de su estrella norteamericana–. Allí Rickman convertía al malévolo funcionario medieval en una suerte de niño caprichoso y cruel, decidido a todo para atrapar al delincuente común que lo hacía quedar mal con sus superiores (su talento para la comedia ya se mostraba claramente: basta recordar el gag recurrente de la estatua que el sheriff había erigido de sí mismo, y sus intentos de borrar los insultos y caricaturas que inevitablemente volvían a aparecer en ella).
Para las nuevas generaciones, Rickman será recordado por su profesor Snape en las películas de Harry Potter. Munido de una peluca oscura y un gesto adusto, su Snape pasó de ser un villano caricaturesco decidido a hacerle la vida imposible al joven mago a su arribo a Hogwarts, para luego revelarse como la figura trágica y más compleja en el universo creado por J. K. Rowling. Su destino –explicó alguna vez Rickman– no fue sorpresa para el actor, ya que la autora le contó lo que necesitaba saber de su personaje mucho antes de que terminara de escribirlo.
Si Hollywood solía convocarlo para dotar de espesor dramático a villanos que no lo tenían en los papeles, la industria cinematográfica de su país lo prefería como protagonista romántico, rubro en el que se destacan sus actuaciones en La magia del amor, de Anthony Minghella (1990), donde era un chelista que no abandona a su esposa (Juliet Stevenson) ni siquiera cuando muere, o como el coronel Brandon en Sensatez y sentimientos, el sensible militar que se enamora de la volcánica Marianne Dashwood (Kate Winslet).
Ese proyecto lo uniría con Emma Thompson –quien ganó el Oscar por el film que dirigió Ang Lee, e interpretaba a Elinor, la mayor de las Dashwood– con quien parece firmemente asociado en la pantalla grande. Interpretaron a un matrimonio infeliz en el episodio más memorable de Realmente amor, de Richard Curtis (2003) y a otro de signo opuesto en el telefilm The Song of Lunch (2010), así como a una pareja de detectives en El beso de Judas (1998).
Thompson y su madre, Phyllida Law, protagonizarían su logrado debut como director y guionista, ambientado en Escocia, La visitante del invierno (1997). Kate Winslet sería la protagonista del segundo y último, A Little Chaos (2014), un romance entre diseñadores de jardines en la corte del rey Luis XIV (rol que se reservó para sí e interpretó con la ironía que era su sello en pantalla) que permanece inédito en nuestro país "Dirigir me da muchísimo miedo, pero aprendí mucho en mi carrera de los directores con los que trabajé –explicó a The Guardian–. Anthony Minghella, durante el rodaje de La magia del amor, nos reunió en el set y nos dijo: Sólo tengo una cosa que decirles: ¡Ayuda!"
La incomparable dicción de Rickman –alguna vez un estudio concluyó que era una de las más atractivas del mundo– y sus muchos recursos escénicos fueron cultivados en innumerables puestas teatrales del West End londinense, donde era una de sus mayores estrellas: tras pasar años como asistente de luminarias como Ralph Richardson y Nigel Hawthorne, tras recibirse en la Royal Academy of Dramatic Arts, se consagró con su Valmont en una muy comentada versión de Las relaciones peligrosas junto a Lindsay Duncan (la serie Roma, el film Un fin de semana en París). "El público salía del teatro con ganas de tener sexo, preferentemente con Alan Rickman", recordaba Duncan, quien volvió a trabajar con el actor en 2002 en Vidas privadas, de Noel Coward, que también llegó a Broadway.
Pero el intérprete tampoco tenía problemas en reírse de sí mismo y de las muchas vanidades de los actores de formación clásica como él. Quizá su mayor aporte en ese rubro haya sido en Héroes fuera de órbita (1999), donde su Alexander Dane tomaba –confesó alguna vez– las miserias más divertidas que había observado de sus colegas, sedientos de prestigio pero también de dinero, tanto en Hollywood como en Londres. Tim Burton también sacó ingente provecho a la falta de miedo al ridículo de Rickman para su versión de Sweeney Todd (2007), comprobable también en sus actuaciones como "objeto sexual" en videos de la banda electrónica Texas, que hacían las delicias de sus millones de fanáticas.
Rickman, que había comenzado su vida adulta trabajando como diseñador gráfico, nunca se mudó a Hollywood, con quien tuvo más de un desencuentro (el más recordado de los cuales se centró en el final "feliz" de El precio de la libertad, sobre uno de los líderes de la lucha por la independencia de Irlanda, film en el que interpretó a Eamonn de Valera). También mantuvo un activo compromiso político con el partido laborista de su país: su esposa, Rima Horton, a quien conoció cuando era aún adolescente, es economista y dirigente de ese movimiento de izquierda británico.