A través de mi ventana: un romance juvenil que logra la peculiar hazaña de hacer todo mal
El film español, basado en la trilogía de novelas escritas por Ariana Godoy, está en el tercer puesto entre lo más visto de Netflix
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A través de mi ventana (España, 2022). Dirección: Marçal Forés. Guion: Eduard Sola, adaptado de la novela de Ariana Gody. Elenco: Clara Galle, Julio Peña, Guillermo Lasheras, Natalia Azahara, Hugo Arbues, Eric Masip. Duración: 117 minutos. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: mala
El más reciente ejemplo del subgénero “romance juvenil que en realidad es un festival de relaciones tóxicas” se llama A través de mi ventana y ya está disponible en Netflix, dónde ocupa el tercer lugar entre los contenidos más vistos de la plataforma desde su estreno el viernes pasado. Como otras películas de su tipo, de la saga de After y la trilogía de El stand de los besos, este film ambientado en una Barcelona despojada de todo encanto fue adaptado de una novela publicada en la plataforma de escritura Wattpad y luego editada en papel una vez comprobado su éxito digital. En el caso de A través de mi ventana se trata de la primera entrega de una trilogía escrita por la española Ariana Godoy editada en la Argentina por Planeta. Un notable éxito de ventas que en su llegada al streaming logra una hazaña impresionante: es mucho peor en todo sentido que sus ya mediocres antecesoras e incluso que la trilogía de Cincuenta sombras de Grey en la que parecen haberse inspirado sus realizadores.
Si esas películas crujían por su escritura torpe, su insistencia en confundir enamoramiento con obsesión y relaciones tóxicas con amores predestinados, A través de mi ventana se lleva el premio de plantear todo eso y además hacerlo con una narración que va de inentendible a ridícula que por sí sola le baja el ya subterráneo estándar al subgénero.
El cuento es tan simple como trillado: Raquel, una adolescente a punto de recibirse del secundario lleva años acumulando información, imágenes y casuales avistajes de Ares Hidalgo, su millonario y apuesto vecino, hijo de una familia de empresarios poderosa cuya mansión, por razones que el guion mismo admite, no se pueden explicar, comparte fondo con la casita de Raquel y su mamá. La chica participa de un taller de escritura en el que nunca presenta nada, si bien todos a su alrededor insisten con que tiene talento para ello aunque se pase la mayor parte de su tiempo espiando a Ares. Por su lado, él, siempre con el ceño fruncido, la actitud de chico malo y una afición por mostrar sus abdominales cada vez que puede, la ignora. Eso cuando no la está maltratando en una actitud que el film enmarca como si se tratara de una forma de seducción. Y a eso se resume el desarrollo narrativo de la película que incluye muchas escenas de sexo entre los protagonistas y una única conversación que llega a la hora y cuarto de comenzada la historia.
A través de elipsis que de tanto repetirse terminan por volver inexplicables cada uno de los puntos de giro de la narración y unos personajes que van de poco desarrollados a totalmente vacíos de sentido, la película hace un intento por compensar su vetusta interpretación del amor juvenil como una serie de desplantes de parte del hombre y una catarata de reclamos y enojos de parte de la mujer, al asignarle a Raquel un papel activo en la búsqueda de realizar sus deseos. Que giran completamente en torno a tener una relación amorosa con Ares. No habla de otra cosa con sus dos amigos, que la toleran y, en el caso del sufrido Yoshi que podría estar enamorado de ella, la aconsejan aunque nunca quede claro por qué la alentarían a perseguir un vínculo tan dañino.
“No seas como tu padre que nunca presentó su novela en una editorial. Si te gusta Ares déjate de historias y díselo”, insiste la madre de Raquel a su hija en una de las líneas de diálogo más retrógradas y absurdas de un film que está repleto de ellas. Pero así es todo en A través de mi ventana, entre una escena de sexo y la siguiente, los espectadores deben creer que la familia Hidalgo es tan distinguida y elitista que el romance entre Ares y Raquel es imposible, una rebeldía de parte de él que nadie entiende ya que por años-tiene 18-, se dedicó a las relaciones sin compromiso.
Las razones detrás del cinismo de Ares respecto al amor son tan endebles como el resto de los argumentos que aparecen en la trama para intentar darle algo de sentido a lo que es básicamente un montaje de escenas eróticas interpretadas por dos actores bonitos de ver en pantalla. Y eso es lo más generoso que se puede decir de las interpretaciones de Clara Galle (El internado: Las cumbres) y Julio Peña (Bia), a los que el guion no les da ni un diálogo que tenga más profundidad emocional que la de un charco.
El único acierto de los realizadores del film es su banda sonora, que reúne a muchos de los artistas más nuevos e interesantes de la escena del pop español. Claro que para conocerlos se podría buscar otra opción que no involucre casi de dos horas de escenas que dan vergüenza ajena, soluciones incoherentes y guiños a los fanáticos de la trilogía literaria que, se puede adivinar, preparan el terreno para la adaptación de las historias del resto de los hermanos Hidalgo, Artemis y Apolo.
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