A los 85 años murió Dean Stockwell, un actor colosal con múltiples vidas artísticas
Surgió como estrella infantil en los años dorados de Hollywood y con el tiempo se afirmó por su gran personalidad; tuvo una nominación al Oscar en 1988 por Casada con la mafia y brilló en la serie televisiva Quantum Leap
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Nadie como Dean Stockwell, quien murió el domingo, a los 85 años, de causas naturales, fue capaz de encarnar en las múltiples idas y vueltas de su larga y fascinante existencia los giros, los cambios, los avances y los regresos de la vida de Hollywood a lo largo del siglo XX. Dueño de una presencia siempre magnética ante las cámaras, que comienza con apariciones casi inadvertidas que se transforman de a poco en poderosas, atrapantes e irresistibles, Stockwell deja un legado cinematográfico extraordinario difícil de igualar.
Lo inició como estrella infantil y juvenil en la época dorada de Hollywood y concluyó con memorables aportes a la obra de grandes directores con identidad propia y espíritu independiente (William Friedkin, Jonathan Demme, David Lynch). El ciclo se completa con su personaje más popular, ajeno al cine, el del almirante Al Calavicci, un militar simpático y mujeriego que acompaña con espíritu descarado y mucho humor a Sam Beckett (Scott Bakula) en los viajes por el tiempo de la serie de culto Quantum Leap (1991-1993).
La vida de Stockwell se relacionó con el espectáculo desde la cuna. Nació en North Hollywood el 5 de marzo de 1935, hijo de una pareja de intérpretes de Broadway. El padre de Dean, Harry Stockwell, le puso su voz al príncipe en la versión original de Blancanieves y los siete enanitos (1937), producida por Walt Disney. Y el futuro gran actor tuvo su primera aparición en el cine cuando tenía diez años, en el drama El valle de la abnegación (1945), de Tay Garnett, junto a Gregory Peck y Greer Garson. Tres años antes había hecho su debut en los escenarios teatrales junto a su hermano menor Guy, que luego también se convertiría en un conocido actor de reparto de Hollywood.
En una carrera que se hizo ascendente casi de inmediato, Stockwell se sumó ese mismo año al elenco del exitoso musical Leven anclas y sumó frecuentes presencias en historias de distintos géneros (Detectives por fuerza, Los verdes años, La luz es para todos, Huérfanos del mar) hasta convertirse muy rápido, en 1948, en protagonista de la película que lo consagró, El niño de cabello verde, la ópera prima de Joseph Losey, una suerte de párabola antibélica en la que encarna a un niño al que la Segunda Guerra Mundial dejó huérfano.
Más de una vez Stockwell enfrentó crisis personales que lo llevaron a salir del mundo Hollywood y buscar otros horizontes. La primera fue a los 16 años, tal vez abrumado por las repercusiones de su rápido estrellato como estrella infantil. Había sido además una de las figuras más jóvenes que llegó a compartir en 1949 aquella famosa comida con la que la Metro Goldwyn Mayer (el estudio clásico de Hollywood que se jactaba de tener “más estrellas que en el cielo”) celebró sus primeros 25 años. De esa reunión solo queda hoy Angela Lansbury como sobreviviente.
En ese momento de duda e incertidumbre, como le ocurriría muchas veces después a lo largo de su vida, Stockwell encontraría en la música (otra de las manifestaciones de un talento artístico multifacético) la válvula de escape a sus penurias.
Volvió al cine en los años 50 después de dedicarse a distintas actividades y tuvo algunas apariciones memorables. La más importante tuvo que ver con Compulsión, segunda adaptación al cine (la primera fue La soga, de Alfred Hitchcock), del caso real de Nathan Leopold Jr. y Richard Loeb, dos jóvenes estadounidenses que en la década de 1920 deciden ejecutar un asesinato a sangre fría solo para demostrar una supuesta superioridad intelectual. Stockwell llevó la obra del teatro al cine y logró con la película de Richard Fleischer un premio en Cannes en 1959. Mantuvo a la perfección esa imagen del joven atribulado, inmaduro y con problemas de personalidad en otras dos aplaudidas apariciones: La edad de la indecisión e Hijos y amantes. La segunda gran etapa de la carrera cinematográfica de Stockwell se coronó en 1962 con la adaptación que Sidney Lumet hizo de Viaje de un largo día hacia la noche, de Eugene O’Neill. Con esa película volvió a ser premiado en Cannes.
Pero en esa década decidió abandonar de nuevo la pantalla para sumarse a las experiencias comunitarias de la vida hippie en California. “Tomé algunas drogas y compartí algunos amores. La experiencia de esos días me proporcionó una enorme vista panorámica de mi existencia que no tenía hasta ese momento. No me arrepiento”, dijo sobre esa etapa de su vida que lo encontró muy cerca de artistas y creadores como el artista plástico George Herms (que influiría mucho en la obra posterior de Stockwell como artista plástico) y el músico Neil Young.
Cuando llegó, para sorpresa de muchos, a obtener también una licencia habilitante para dedicarse a la compra y venta de propiedades, Stockwell recibió un llamado de su colega y viejo amigo Harry Dean Stanton. Quería que volviera a actuar y terminó convenciéndolo. Cuando esa segunda pausa llegó a su fin empezó para Stockwell su mejor momento artístico, en la década del 80. Allí apareció en grandes películas como París, Texas (Wim Wenders), precisamente junto a Stanton. También en Terciopelo Azul y Duna (de la mano de David Lynch) y en dos grandes películas de Francis Ford Coppola: Jardines de piedra y Tucker: el hombre y su sueño, en donde entregó un breve e inolvidable retrato del magnate Howard Hughes.
Esa línea de personajes colosales siguió con la interpretación de un abogado que metía miedo en otra obra maestra, Vivir y morir en Los Angeles (William Friedkin) y alcanzó la cumbre en Casada con la mafia (Jonathan Demme). Allí personificó al jefe mafioso Tony “The Tiger” Russo y con ese papel alcanzó una nominación al Oscar como actor de reparto en 1988. “Fue el personaje que más disfruté en toda mi carrera. Simplemente pensé desde el principio que era perfecto y así ocurrió”, dijo una vez.
El tramo final de su carrera tuvo mucho más que ver con la televisión. A su destacadísima presencia en Quantum Leap le sumó una serie interminable de apariciones como en series y telefilms, entre los cuales se destacaron Battlestar Galactica y NCIS: New Orleans. Decidió retirarse del cine y la TV en 2015 con el último de los muchos cambios que siempre marcaron su vida. Con su nombre completo, Robert Dean Stockwell, logró enorme repercusión a través de un talento para la plástica que nunca había revelado hasta entonces.
Empezó a presentar sus collages, esculturas y trabajos creativos de ensamblaje de distintos objetos (sobre todo cruces) en varias muestras y exposiciones que partieron de Taos, Nuevo México (el lugar que eligió para establecerse) y recorrieron toda la geografía de los Estados Unidos). Stockwell recibía a colegas, admiradores y periodistas con un infaltable cigarro cubano entre los dedos. Una marca identificatoria que también aparecía en varias de sus películas.
Su vida se hizo todavía más ajena a la exposición pública después del ACV que sufrió en 2017. Las esculturas y los collages fueron la expresión final de una vida artística llena de múltiples giros y muestras de talento.
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