A los 15 años fue narco, traficante de armas e informante del FBI: El precio de la traición, la increíble historia real que llegó a Netflix
Protagonizada por Matthew McConaughey, la película retrata un caso real que marcó a la sociedad norteamericana en la década del 80
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El 21 de julio pasado, Richard Wershe Jr. convocó a los medios en su casa de Detroit y, rodeado de familiares, anunció que le iniciará un juicio al FBI por ser víctima de un caso de abuso de menores y pedirá un resarcimiento de 100 millones de dólares por los daños físicos y psicológicos que sufrió durante el tiempo en que trabajó como informante de ese organismo.
Lo que convierte a este caso en extraordinario es que Wershe Jr. fue la persona más joven en toda la historia de Estados Unidos forzado a cumplir esa tarea: fue reclutado por la agencia federal cuando tenía 14 años y un historial considerable de vínculos estrechos con traficantes de armas y de drogas en su ciudad natal. No tardó en convertirse en uno de los grandes protagonistas de ese tipo de delitos. A los 15 ya manejaba su propio negocio ilegal en ese terreno con el apodo (White Boy Rick) que le dio el título original en 2018 a la película que cuenta su vida y la de su familia.
Esta producción llegó en los últimos días a Netflix como El precio de la traición y muy rápidamente trepó a los lugares más altos de las preferencias del público. Estrenada a principios de septiembre de 2018 en los festivales de Telluride y Toronto, estuvo a punto de llegar a fines de ese año a los cines de la Argentina, pero esa posibilidad quedó en el camino al haberse quedado afuera la película de la competencia por el Oscar.
Lo de “White Boy Rick” alude al entorno en el que Wershe Jr. empezó a moverse cuando apenas era un adolescente en la degradada Detroit de mediados de la década de 1980. Apenas entrado en la adolescencia empezó a conectarse con las pandillas de jóvenes afroamericanos que se dedicaban a cometer pequeños delitos e iniciarse en el narcotráfico.
Sin contención familiar, no tardó en ascender en ese peligroso terreno. Su padre, Richard Wershe Sr., atendía en el límite de lo legal algunos negocios ligados con la compraventa de armas. Su hermana parecía hundirse en el infierno de las adicciones y su madre había dejado el hogar tiempo atrás; no había ninguna noticia de ella. Cerca de ellos estaban los abuelos paternos, en condiciones bastante parecidas.
“No mucha gente en América conoce esta historia, excepto quienes viven en Detroit”, contó en un encuentro con la prensa de aquel 2018 en el festival de cine de Toronto Matthew McConaughey, que interpreta al padre. “Quise interpretarlo porque Wershe Sr. es un tipo de personaje que en un momento muy particular llegué a conocer muy bien. Conozco a padres que han intentado ser los mejores amigos de sus hijos y esta no es la receta más adecuada para ser un buen padre”, dijo el actor en el encuentro del que participó LA NACION.
La película fue dirigida por el francés Yann Demange, un realizador formado en Londres y cuyo primer antecedente es la excelente primera temporada de Top Boy, una serie inglesa de culto sobre criminales y drogas en los barrios marginales de Londres. Demange fue hace poco el responsable del primer episodio de Lovecraft Country, cuyo protagonista, Jonathan Majors, encarna en El precio de la traición a uno de los personajes principales. Majors, de paso, aparece también en otro título muy visto de Netflix, el western Más dura será la caída, junto a otro de los actores afroamericanos de El precio de la traición, RJ Cyler.
Demange llegó a Toronto con esta película en el mismo momento en que su nombre sonaba con fuerza como posible realizador de Sin tiempo para morir, la más reciente aventura cinematográfica de James Bond. Su destreza para moverse en territorios de ficción ásperos y dominados por criminales, además de un diestro manejo de la imagen, lo llevó a ser considerado como un candidato de peso para reemplazar a Danny Boyle, el primer director convocado para la película 25 de 007 y luego despedido antes del comienzo del rodaje.
En el festival canadiense, Demange contó que le llevó mucho tiempo encontrar al actor que personificaría al joven Rick. Apareció en una escuela secundaria de Baltimore, cuando un buscador de talentos descubrió a un muchacho que aguardaba sentado en una oficina el momento de una reunión con el rector.
Dos semanas después, el desconocido Richie Merritt estaba sentado en un avión rumbo a Los Ángeles para seguir allí con su entrenamiento actoral, ahora junto a McConaughey. “Cuando lo contactamos ni siquiera sabía quién era Matthew. Eso me dejó alucinado. Y cuando empezaron a trabajar juntos me quedó muy claro que era Matthew quien estaba en una película de Richie Merritt, y no al revés. Y Matthew se dispuso a hacer eso con generosidad enorme porque hace 25 años el elegido había sido él. Estaba en un bar, alguien lo vio y se convirtió en actor”, contó el director.
El precio de la traición es la historia del sueño americano visto a través del espejo completamente alterado por la situación de Detroit. En los años 80 esa ciudad representó la imagen perfecta de ese anhelo hecho pedazos, con una pintura generalizada de calles abandonadas, suciedad por todas partes y habitantes resignados a no poder escapar de un entorno cada vez más sórdido y amenazante, sin la mínima esperanza de progreso y satisfacción de las necesidades mínimas.
Así le pasa a la disfuncional familia de Wershe, a la que se suman de un lado la hija adicta (Bel Powley) y los abuelos (Bruce Dern y Piper Laurie), y del otro los agentes del FBI (Jennifer Jason Leigh, Rory Cochrane y Brian Tyree Henry), que de a poco suman tensión a la conducta del adolescente, cada vez más atraído por un mundo instalado al margen de la ley. Ese mismo mundo que después describirá con todo detalle a los investigadores que al mismo tiempo lo tienen atrapado.
Demange visitó dos veces en la cárcel al verdadero Richard Wershe Jr., a quien un juez condenó a cadena perpetua por tráfico de drogas. Tenía apenas 17 años. De nada sirvieron las explicaciones del FBI sobre la colaboración que el joven prestó como informante. Pasó en prisión las siguientes tres décadas y pudo salir en libertad bajo palabra al cumplir 50. “Si no me hubiesen forzado a convertirme en informante jamás me habría metido tan profundamente en ese mundo de criminales y tráfico de drogas”, relató. Dijo que la “coerción” del FBI aumentó después de sufrir un intento de asesinato a manos de un grupo que empezaba a sospechar vínculos entre Wershe Jr y las autoridades.
“Seguí un camino que jamás hubiese pensado que iba a marcar tan fuertemente el resto de mi vida”, confesó un hombre que vivió demasiado rápido.
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