A dos años de la muerte de Robin Williams, lo recordamos
Hacemos un repaso de su carrera a través de algunos momentos destacados de su filmografÍa
*1. EL MONÓLOGO EN EL PARQUE (En busca del destino, 1997)
Como forma de medir a Will Hunting ( Matt Damon ), su psicólogo Sean Maguire ( Robin Williams ) contrapone los conocimientos que puede proveer la palabra escrita con la experiencia real. Will, acostumbrado a espetar citas, fragmentos, datos, no puede hacer lo mismo con los acontecimientos de su pasado, los cuales se encuentran por debajo de su coraza. Sean, por su parte, le aconseja no prejuzgar al otro por haber visto su biblioteca o por haber entablado una sola conversación. "Sos huérfano, ¿no? ¿Vos pensás que puedo saber todo lo que sufriste y lo que sentís tan solo porque leí Oliver Twist? ¿Eso te termina de encapsular?" le pregunta el psicólogo a ese joven genio que no puede destrabar sus traumas con la misma facilidad con la que resuelve un problema matemático.
En En busca del destino, Will y Sean se ayudan mutuamente en un mismo conflicto: la superación de los impedimentos. Mientras el primero se sube a un auto para "ver qué pasa con esa chica", el segundo le apuesta a un nuevo "boleto de lotería" y abandona la conformidad. Por esta enorme actuación, Williams obtuvo su primer y único Oscar.
*2. TODOS DE PIE ANTE JOHN KEATING (La sociedad de los poetas muertos, 1989)
Desde mediados de los ochenta a inicios de los noventa, encontramos en la filmografía de Williams sus mejores trabajos. Moscow on the Hudson, Buenos días, Vietnam, Las aventuras del barón Munchausen, Despertares, El rey pescador y Hook fueron tan solo algunas de sus memorables interpretaciones. Entre la película de Barry Levinson y la de Penny Marshall se ubicaba La sociedad de los poetas muertos, el drama de Peter Weir con guión de Tom Schulman que, a pesar de hablar de la enseñanza con cierta gravedad impostada (toda la subtrama vinculada al personaje de Neil Perry), nos dejó escenas tan pasionales como su protagonista John Keating (Williams).
Cada vez que los jóvenes se iban al bosque "para vivir en calma" y cada vez que el profesor deslizaba un consejo/sentencia en el momento justo ("no importa lo que digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo"), el film de Weir se embebía de la efusividad inherente al aprendizaje. En consecuencia, ese final en el que Keating se despide con dolor de la academia Welton y solo algunos de sus alumnos se ponen de pie, es representativo de lo que genera la educación: habrá individuos que tomen tus enseñanzas y habrá otros que simplemente no puedan hacerlo.
*3. EL MIX DE BAILES DE ARMAND (La jaula de las locas, 1996)
Bob Fosse, Martha Graham, Twyla, Michael Kidd, Madonna . Todos esos referentes del espectáculo que son venerados por Armand Goldman (Williams) conviven sin problemas en su show de South Beach. El gran Robin, con la velocidad para las imitaciones que lo caracterizaba, combinaba distintos pasos de baile icónicos como forma de ilustrar la obsesión de su personaje por cuidar el arte: "esto será un drag show, pero eso no significa que no pueda ser un gran drag show". Si bien a Williams le tocó el papel contenido de esta remake de La Cage aux Folles (el Albert de Nathan Lane es el más exacerbado), de todas formas supo explotar esos pequeños momentos en los que Armand disfrutaba del arte.
Ya sea cuando está enseñando una coreografía o cuando súbitamente se pone a cantar y bailar "Love Is in the Air" con su ex mujer Katherine (la brillante Christine Baranski), Williams le da Armand esa cuota de espontaneidad que también podemos hallar en sus épicos monólogos en vivo o bien en cualquier entrevista en un late night. No era fácil contener a esa bestia del humor que el actor llevaba dentro y que resurgía en todo contexto, con el don para la improvisación propio de los grandes todoterreno.
*4. SEYMOUR SE IMAGINA UNA VIDA QUE NO TIENE (Retratos de una obsesión, 2002)
En el año 2002, Robin Williams estrenó tres muy buenas películas al hilo. Con excepción de la comedia negra de Danny DeVito Maten a Smoohy (film subvalorado, si los hay), el actor decidió correrse del humor para componer a dos villanos en Noches blancas de Christopher Nolan y en Retratos de una obsesión de Mark Romanek. En este último largometraje, Williams interpreta a Seymour Parrish, un empleado de una casa de revelado de fotos que desarrolla una fijación con una familia aparentemente idílica. El film de Romanek es sólido durante la primera hora, cuando lo ascético y lo impersonal de ese shopping donde Seymour pasa gran parte de sus días tiene un correlato con el vacío interior que lo lleva a fantasear con una realidad que no le pertenece.
En un giro innecesario sobre el final, cuando su protagonista "justifica" el origen de su conducta sociópata, Romanek cae en lugares comunes que borran de un plumazo el horror kubrickiano latente en secuencias previas. De todos modos, aún con sus traspiés, Retratos de una obsesión nos dio a un Williams impertérrito, desangelado, calculador y extraordinario.
*5. LA PRIMERA TRANSMISIÓN DE ADRIAN CRONAUER (Buenos días, Vietnam, 1987)
En Buenos días, Vietnam encontramos el inicio de un patrón presente en varios personajes de Robin Williams: el sujeto-dinamita que explota constantemente y cuyos métodos poco ortodoxos lo llevan a rebelarse contra el sistema. John Keating se peleaba con las autoridades de la academia en La sociedad de los poetas muertos, Daniel Hillard se peleaba con las figuras judiciales en Papá por siempre y Patch Adams se peleaba con eminencias de la medicina en el film homónimo.
En esta biopic de Barry Levinson sobre las experiencias del DJ Adrian Cronauer en Saigón, Williams captaba a la perfección la irreverencia de ese hombre que pasaba música, criticaba al gobierno y alentaba a las tropas siempre con el mismo nivel de (encantador) descaro. Buenos días, Vietnam es una película hecha a la medida de su protagonista, quien se hace un festín con la catarata de chistes y la incansable verborragia de esa personalidad de la radio que reclamaba a gritos nada menos que libertad de expresión.
PARTICIPACIÓN. Los invitamos a recordar a Robin Williams con sus escenas favoritas
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