De Alien a Aniquilación, cinco películas inspiradas en la obra de H.P. Lovecraft
Hoy se cumplen 130 años del nacimiento de Howard Phillips Lovecraft, un autor que no tuvo ningún reconocimiento durante su vida pero que construyó, en una obra literaria relativamente breve (aunque nunca paró de escribir y se le atribuyen cerca de cien mil cartas), una mitología macabra y original que perduró e infiltró buena parte de la ficción de las últimas décadas. En la actualidad, dentro de los confines del horror, hay escritores mucho más leídos pero ninguno más influyente. Su presencia es fácilmente detectable en películas esenciales del género como Alien (Ridley Scott, 1979) o El enigma de otro mundo (John Carpenter, 1982), en historietas "literarias" como la clásica Los Invisibles de Grant Morrison o la reciente Providence de Alan Moore, y hasta en la última novela de la escritora argentina Mariana Enríquez, la exitosa y premiada Nuestra parte de noche. El estreno, el domingo último, de Lovecraft Country, la nueva serie de HBO basada en la novela homónima de Matt Ruff (traducida al castellano como Territorio Lovecraft), no hace más que confirmar su peso en nuestra cultura.
Sin embargo, a pesar del creciente reconocimiento, Lovecraft es hoy un autor mucho más "difícil" que hace un siglo. Según escribe Michel Houellebecq en Contra el mundo, contra la vida, su libro dedicado a HPL, "su sistema de valores es totalmente opuesto al nuestro. Racista congénito, abiertamente reaccionario, glorifica las inhibiciones puritanas y juzga repelentes las manifestaciones eróticas (…) Desprecia el dinero, considera que la democracia es una tontería y el progreso, una ilusión. La palabra libertad, tan cara a los norteamericanos, solo le arranca risitas burlonas y entristecidas".
Si bien su conservadurismo puede ser un producto de su época y de su clase, el racismo "congénito" de Lovecraft iba mucho más allá del sentimiento de superioridad de cualquier caballero anglosajón educado en la burguesía protestante y puritana del siglo XIX. Sonia Greene, quien estuvo casada con Lovecraft entre 1924 y 1926, dice en su biografía del autor que "el cruce casual en las calles con trabajadores de razas minoritarias hacía que se pusiera lívido de ira y odio". Así describe HPL en una de sus cartas una visita al Lower East Side neoyorquino, por entonces un barrio poblada por negros e inmigrantes: "Las cosas orgánicas que rondaban por esa espantosa cloaca no podrían calificarse de humanas, ni siquiera torturándose la imaginación. Eran monstruosos, nebulosos bosquejos del pitecántropo y la ameba, toscamente modelados en alguna arcilla hedionda y viscosa producto de la corrupción de la tierra." El párrafo, que continúa largamente y dista de ser atípico en su correspondencia, podría pertenecer a alguno de sus relatos más inquietantes y muestra que el motor de los trances poéticos que iluminan las descripciones de las entidades ominosas en sus ficciones no era otro que la repulsión que le provocaba cualquiera que no fuera blanco.
El "territorio Lovecraft" de la serie de HBO, entonces, no es tan solo una zona poblada de monstruos pavorosos sino, específicamente, el sur regido por la leyes de segregación racial que duraron hasta los años 60 y que supuraba el mismo odio irracional por los negros. Al tiempo que reconoce el racismo de Lovecraft, el relato televisivo ejecuta una inversión sobre su obra: es su negativo. El horror y la amenaza están puestos en el blanco.
Hay que decir que el racismo de Lovecraft pocas veces se expresa abiertamente en sus textos, algo que los haría indigeribles, sino que se hace evidente cuando los confrontamos con lo que sabemos de su vida. Se puede contraargumentar señalando que hay un elemento textual inapelable que evoca la segregación y es que el horror suele emanar de la hibridación, de la mezcla (para el racista, lo verdaderamente intolerable no es el "otro" sino su integración). Los monstruos de Lovecraft resultan de la aglomeración de aquello que no debe estar junto: son una orgía genética de lo granular, lo tentacular, lo mucoso, lo reptílico, lo invertebrado. Pero también hay que decir que todo el género fantástico tiende a adoptar la forma del oxímoron, la comunión impía de partes opuestas: muertas y vivas, mecánicas y orgánicas, animales y humanas. En suma, no es obligatorio entender los monstruos híbridos de Lovecraft únicamente como una metáfora de la invasión de la buena sociedad por "gentuzas inferiores". Si se descarta esa lectura –que sale mayormente de su biografía–, en sus textos lo que puede ser leído como lenguaje de odio se transfigura en un lenguaje poético exasperado y barroco, una letanía alucinada del mal como no hay muchas más en la literatura fantástica. Houellebecq dice que el único objetivo de Lovecraft es "llevar al lector a un estado de fascinación". Y tal cosa se logra por el uso paroxístico y arrebatado del lenguaje que describe el horror.
Pero no solo se trata de un ejercicio lingüístico. Lovecraft, sobre todo, creó una cosmogonía propia: una mitología poderosa y pregnante que es la causa de su influencia y la razón por la que es reclamado continuamente por el cine de terror. Construyó un universo en el que viven, ocultas, entidades ancestrales malévolas, de un poderío incontestable, que dominaron en el pasado y volverán a dominar en un inevitable futuro de oscuridad. No se trata de seres sobrenaturales sino de los más antiguos y crueles habitantes del universo que aguardan en las sombras que regrese su momento. Sus motivaciones son inabarcables e incompresibles para el género humano y la humanidad, para estos antiguos, es insignificante. Nuestra vida no tiene sentido, somos peones en un juego que no podemos ver y mucho menos entender. El cosmos es infinitamente hostil y solo nos reserva el horror más inimaginable.
Esta brutal reevaluación de la escala humana, esta perspectiva radicalmente misantrópica y desoladora representaba el vínculo de Lovecraft con su época y, en la actualidad, quizás perturbe porque propone lo opuesto al narcisismo desatado de la nuestra. En todo caso, su imaginario negro resultó cautivante para el cine de terror que, más seguido de lo que adapta textos específicos de Lovecraft, toma sus ideas, las expande y construye sobre ellas. Y, al hacer esto, apuntala un culto cada vez más extendido. Aquí, algunos de los films que, de modo más logrado, visitaron el universo de H.P. Lovecraft.
Alien (Ridley Scott, 1979)
El guionista Dan O'Bannon recurrió varias veces a la obra de Lovecraft: en 1991, adaptó su nouvelle El caso de Charles Dexter Ward en su film The Resurrected. Más de una década antes, ya había visitado el universo del escritor para Alien,film en el que la tripulación de un carguero espacial es atacada por un alienígena que bien podría pertenecer a la estirpe de Cthulhu, la creación fundacional de la mitología de HPL. La criatura es pura agresión: no parece tener motivos, ni otras necesidades más que matar. Es totalmente inescrutable y solo puede ser caracterizada por su negatividad: es todo lo que un humano no es. La idea de un espacio exterior hostil e indescifrable no es el único elemento que une este film a la obra del escritor de Providence. Los aportes del artista suizo H. R. Giger, que diseñó a la criatura y también todos los entornos alienígenas de la película, son muy afines a las visiones pesadillescas de Lovecraft, en particular a sus descripciones de la demencial arquitectura de la ciudad hundida de R’lyeh, donde aguarda el gran Cthulhu. El primer libró de ilustraciones de Giger se llamó Necronomicon, como el libro del árabe loco Abdul Alhazred que, según Lovecraft, contiene las fórmulas para contactar con los Antiguos, de modo que el vínculo estaba sellado. Las películas posteriores de la saga iniciada por Scott intentan explicar a sus criaturas y les otorgan motivaciones compresibles y familiares (quieren reproducirse, se organizan como una colonia de animales o insectos) y, por lo tanto, la presencia de Lovecraft se diluye. Disponible en Claro Video, Google Play y Apple TV.
El enigma de otro mundo (John Carpenter, 1982)
Esta película de Carpenter es la segunda adaptación del relato "¿Quién anda ahí?" de John Campbell, Jr. (la primera estuvo a cargo de Christian Nyby, con la colaboración de Howard Hawks, y existe también una tercera, menos lograda y más una remake de la película de Carpenter, una precuela, en verdad, que una adaptación del texto). El propio Campbell reconoció que su relato estaba inspirado en la nouvelle En las montañas de la locura de Lovecraft, en la que también una expedición a la Antártida se encuentra con seres extraterrestres. En la película protagonizada por Kurt Russell, la pequeña población de una base científica debe enfrentar a un alienígena milenario capaz de cambiar de forma y sustituir a cualquiera de los humanos (o animales) presentes. Lo sorprendente no es la sustitución sino el grotesco proceso de mutación, que distingue a esta película de cualquier otra del género. El film abreva en el sentimiento ominoso de desolación y de cercanía del fin de mundo, tan presente en Lovecraft, ya de que prevalecer, la criatura asimilaría a todo el género humano. Carpenter continuaría con historias apocalípticas en otros dos film que conforman su trilogía del horror cósmico: Príncipe de las tinieblas y En la boca del miedo, este último ya es una amalgama de múltiples textos de Lovecraft. El enigma de otro mundo está disponible en Netflix, Claro Video y Google Play mientras que En la boca del miedo puede alquilarse en Apple TV.
La cabaña del terror (Drew Goddard, 2011)
Un grupo de jóvenes –un deportista, un nerd, una chica virginal, otra no tanto– decide pasar un fin de semana en una cabaña perdida en un bosque negrísimo. ¿Qué puede salir mal?El planteo de decenas de películas de terror de los años 80 recibe aquí el tratamiento metatextual correspondiente al siglo XXI. En está versión de la historia, los jóvenes deberán enfrentar a cada uno de los tópicos de su género: asesinos seriales, demonios, fantasmas. Todo conduce a una explicación que no será develada aquí. Sí se puede adelantar, en cambio, que esta es la primera vez que una típica slasher movie da un giro totalmente inesperado y se convierte en una historia de horror cósmico. Disponible en Amazon Prime Video y en Google Play.
Conjuros del más allá (Konstansky y Gillespie, 2016)
Esta película remite tanto a la obra de Lovecraft como a la de John Carpenter. Al comienzo, un grupo diverso de personas con diferentes problemas (una embarazada, un atropellado) se encuentra en un hospital a punto de ser clausurado y quedan atrapados en el lugar cuando es sitiado por un extraño grupo de encapuchados que parece parte de un culto religioso. Pronto comienzan los asesinatos y las mutaciones. Por una parte del metraje, la película bien podría ser el punto medio entre Asalto al precinto 13 y El enigma de otro mundo. Eventualmente, descubrimos que el hospital es un portal hacia otra dimensión donde habitan entidades monstruosas que quieren pasar a la nuestra y ahí ya entramos de lleno en territorio Lovecraft. Disponible en Apple TV
Aniquilación (Alex Garland, 2018)
En esta película abundan las referencias literarias. Por un lado, está basada en la novela homónima de Jeff VanderMeer sobre un grupo de exploradoras que ingresa al "área X", una zona de exclusión en la que suceden cosas incomprensibles. Este planteo remite a Picnic al costado del camino, la novela de los hermanos Strugatsky, pero aún más a Stalker, la película que Andrej Tarkovski hizo inspirado por esa novela. Garland (Ex Machina) suma algunas referencias de su interés: por un lado, todas las protagonistas se llaman como personajes menores de la novela El mundo de cristal de J.G. Ballard y, por el otro, decide clarificar lo que sucede en el área X atribuyéndolo a la caída de un meteorito que hace mutar al entorno. Este es el argumento exacto de "El color de cayó del cielo", uno de los cuentos más célebres de Lovecraft. Las transformaciones que observan las protagonistas, los cambios grotescos de las plantas y la vida salvaje del lugar remiten directamente al texto del escritor. Disponible en Netflix y Google Play.
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