2016: el año que abrió una grieta entre los superhéroes
A la fórmula de Batman vs. Superman y Capitán América: Civil War, se sumó con mucho éxito X-Men Apocalipsis: se pelean entre ellos, aunque sean del mismo bando
La cuestión no es nueva. La historia de las aventuras de superhéroes en la pantalla registra varias situaciones en donde los "buenos" se encuentran frente a frente dispuestos a destruirse mutuamente para regocijo del villano de turno, el gran artífice de la inesperada situación.
Todo aquello nos desconcertaba. Nos sentíamos dentro de la pesadilla que vivían los protagonistas. Pero estábamos seguros de que era algo pasajero y que muy pronto las cosas volverían a la normalidad. Nuestros héroes seguirían siendo héroes.
Pero ahora el juego es otro. Aquellos héroes que no tenían ninguna duda de su condición de tales empezaron a moverse entre la incertidumbre y la ambigüedad de conducta. Y surgió como nueva tendencia el enfrentamiento entre los buenos, con los malos (si es que hay malos) mirando desde lejos.
En esas peleas hay uno solo que gana siempre. Y que no combate. El triunfo no está en la pantalla, sino en las boleterías. Las luchas entre superhéroes son la gran atracción de este año en todas partes. Y aquí, en la Argentina, Batman vs. Superman: el origen de la justicia, Capitán América: Civil War y X-Men Apocalipsis (los tres títulos esenciales de esta nueva moda) acumulan desde marzo casi tres millones de entradas vendidas.
Lo que viene ocurriendo en nuestro país no es distinto a lo que pasa en el resto del mundo. En verdad, el modelo de las películas de superhéroes 2016, como ocurre con todos los tanques de Hollywood, se concibe para lograr un efecto global, inmediato y simultáneo. Y también entre nosotros se produjeron los mismos efectos que en el resto del planeta. Por ejemplo, que la decepcionante Batman vs. Superman funcionara muy bien en la taquilla a pesar de los justificados reparos de la mayoría de los críticos especializados, que la primera película de la Guerra Civil entre los personajes de Marvel rindiese muy bien tanto en el aspecto dramático como en el de la acción pura, y que el séptimo episodio de la vida cinematográfica de los X-Men profundizara la esencia del mito alrededor de sus personajes y garantiza para ellos una muy sustentable continuidad.
Este trío de poderosas experiencias cinematográficas no se asienta en el vacío. Descansa en la fuente original de estas historias. Desde el cómic, estas peripecias viajan directamente hacia la pantalla. Es más: muchos de los fans y seguidores más consecuentes de estos imponentes mundos imaginarios (creados por Marvel y DC Comics) llegaron a preguntarse por qué la etapa fratricida de la vida de sus héroes demoró tanto en llegar a su visibilidad cinematográfica.
Para otros, sólo era cuestión de tiempo. Y para los grandes estrategas del desarrollo del mundo virtual de la historieta y la novela gráfica en la pantalla grande (uno de los asuntos más serios, importantes y decisivos en la planificación de los grandes estudios de Hollywood), la consecuencia natural de una evolución que responde a un minucioso plan de largo plazo. Disney, Fox, Warner y otros nombres poderosos en la industria del entretenimiento están pensando de aquí a 2030 la progresión y el movimiento de sus costosas producciones ligadas a este mundo. No quieren dar ni un paso en falso.
Por eso, en este calculado despliegue, llegaron a la conclusión de que éste es el momento para que la explosión de enfrentamientos internos se manifieste en plenitud, se trate de la muestra de una nueva y precisa fase del desarrollo de un universo que funciona y avanza en el tiempo con extraordinaria sincronización y autoconciencia (Marvel) o de una primera demostración de fuerza a partir de la cual comenzarán a desplegarse muchas figuras y escenarios al mismo tiempo (DC).
Lo que dejan claro los números es que en pocas horas Capitán América: Civil War superará en los números del cine local a Batman vs. Superman: el origen de la justicia. Hasta anteanoche, según las cifras de Ultracine, la película de Zach Snyder ocupaba el tercer lugar entre las más vistas de 2016, con 1.350.504 entradas vendidas desde su estreno el 24 de marzo. Detrás, en cuarto lugar, aparecía la película de Marvel (1.341.289, con estreno el 5 de mayo). Esos lugares se invertirán dentro de muy pocos días. Será imposible que alcancen a los tres títulos más taquilleros del año (Me casé con un boludo, Zootopia y El libro de la selva, en ese orden), pero tienen fuerza suficiente para quedar entre los éxitos de la primera parte de 2016. En cuanto a X-Men: Apocalipsis, está cerrando su primera semana en cartel con 241.456 entradas vendidas desde el jueves pasado, detrás del éxito local de El hilo rojo (281.425). No llegará a los números de sus predecesores, pero tiene un respaldo suficiente en las boleterías como para consolidar la tendencia.
¿Qué es lo que atrae de estas peleas entre personajes que supuestamente se identifican con el mismo lado de la realidad? Las razones son varias. Una investigación reciente del multimedio estadounidense The Verge, que estudia la convergencia entre fenómenos de la cultura popular y cuestiones tecnológicas, saca varias conclusiones al respecto. Allí se dice, por ejemplo, que mientras más tiempo pasamos en compañía de nuestros superhéroes (mundos que se multiplican y se replican en infinidad de espacios y receptores) más interesados estamos en entender y profundizar sus conflictos.
Los superhéroes de Marvel y de DC tienen psicologías muy complejas y se hacen todo el tiempo preguntas sobre su identidad, el propósito de su misión, la relación con sus semejantes (personas de carne y hueso, híbridos como los mutantes, seres con poderes extraordinarios) y el lugar que ocupan en el mundo. Para algunos, este mundo funciona como la representación contemporánea y en clave tecnológica de las peleas y enfrentamientos característicos de la mitología griega.
En segundo lugar, esta complejidad psicológica lleva al público a repartirse entre los héroes en términos de identificación. Cada uno de los personajes tiene sus propios seguidores, que no tardan en entender y justificar las razones que los llevan a enfrentarse con quienes cinco minutos antes eran sus aliados. En un mundo donde es imposible separar tajantemente a buenos y malos, esos matices se convierten en una atracción irresistible.
Finalmente, la propuesta robustece las posibilidades creativas de estos mundos imaginarios. Al no plantearse las cosas en términos maniqueos (ya no hay 100% buenos y 100% malos), los relatos cobran más vuelo y siempre hay tiempo para algo más. Por eso, las tres películas prometen nuevos capítulos muy pronto.
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