1917: cómo se llegó a hacer la película bélica que hoy es favorita para el Oscar
Quien mire con espíritu deportivo la actual temporada de premios de Hollywood podría decir con absoluta seguridad que 1917 muestra cuán lejos puede llegar en la carrera aquél que largó en el último lugar. Cuando faltan apenas diez días para la ceremonia del Oscar, la película de Sam Mendes sobre la Primera Guerra Mundial que este jueves se estrena en los cines argentinos llega en condición de favorita para llevarse la recompensa máxima, a pesar de haber iniciado su camino mucho más tarde respecto de sus principales competidores.
El sprint final de 1917 para alcanzar ese lugar fue digno de una de las competencias automovilísticas de Contra lo imposible, otro de los títulos que compite por el premio a la mejor película. Primero obtuvo los dos galardones más importantes en la fiesta de los Globo de Oro. Más tarde ganó el premio de la asociación de productores, que la mayoría considera decisivo por la sencilla razón de que el Oscar al mejor film es justamente un reconocimiento a los productores. Y porque ocho de los últimos 10 ganadores de este premio luego se llevaron el Oscar a la mejor película.
Inmediatamente después, Mendes recibió de sus pares la estatuilla a mejor director en la fiesta del Directors Guild. Su par de Parasite, Bong Joon-Ho, todavía es considerado el gran rival a vencer que tiene Mendes en la noche del Oscar. Pero el reconocimiento de sus pares lo convierte en favorito también dentro de esta categoría. Y todavía falta el Bafta, el equivalente británico del Oscar, que se entrega el domingo. Allí 1917 también es la gran candidata a llevarse el premio mayor gracias en buena medida a dos ventajas insuperables: es una película genuinamente británica y además es un fenomenal éxito de taquilla en ese país.
A la vez, un agudo analista de Hollywood recordó en los últimos días un detalle llamativo: Mendes es visto como el más norteamericano de los cineastas británicos. Buena parte de su obra más reciente tiene que ver con el Reino Unido. En especial sus dos últimos trabajos, las más recientes aventuras de James Bond, Operación Skyfall y Spectre. Pero nadie olvida que hace exactamente dos décadas atrás su película más recordada hasta el momento llegó a las cumbres del Oscar. Belleza americana ganó en marzo de 2000 cinco premios, entre ellos el de mejor película y mejor director. Había obtenido entonces ocho nominaciones. Hoy, Mendes vuelve al primer plano del premio más importante de la industria del entretenimiento con diez (película, director, guión original, fotografía, maquillaje y vestuario, dirección de arte, música original, efectos visuales, efectos de sonido y mezcla de efectos sonoros)
Es cierto que todo puede ocurrir en la fiesta del Oscar. Sobre todo porque este año la paridad entre las candidatas a mejor película es la más fuerte de los últimos años. Pero como el Oscar a la mejor película es ante todo un premio a la producción (el nombre de sus productores es lo que aparece debajo de la mención de cada largometraje nominado) hoy son muchos los observadores que afirman que, desde esa perspectiva, 1917 aparece por encima del resto.
La primera explicación pasa por un supuesto alarde que ya se convirtió en el elemento que aparece por encima de cualquier otro cada vez que se habla de la película. ¿Es 1917 una película filmada como si estuviéramos frente a un solo plano continuo, inacabable? Sabemos que desde el punto de vista técnico algo así es imposible. Pero la idea de conducir la acción a través de un movimiento constante, sin pausas, con la apariencia de que se desarrolla casi en tiempo real parece haber surgido de la mente del director desde un primer momento. De hecho, cuando el proyecto de 1917 comenzó a ser develado en la Comic Con de Nueva York el año pasado, el propio Mendes contó que la idea del diseño de la historia a partir de un solo plano apareció impresa como encabezado del guión definitivo.
De esta decisión se desprende un primer resultado. Esa narración continua, sin paréntesis, provocará de manera inevitable en el espectador una suerte de inmersión en la trama. El extraordinario director de fotografía Roger Deakins, que tiene todo para ganar el Oscar de su categoría el 9 de febrero, anticipó que las tomas más prolongadas le llevaron alrededor de ocho minutos y medio. "Uno recurre a algunos trucos con la cámara mientras el resto del equipo hace el resto de las cosas de manera tan sincronizada que todo se parece mucho a la coreografía de un gran ballet", dijo.
Mendes se propuso deslizar esas cámaras a través de las trincheras cavadas por los soldados británicos en Francia durante el tercer año de la Primera Guerra Mundial. "Quería que el público fuera parte de cada segundo de este viaje", anticipó el director, que empleó 65 días de rodaje para cumplir los objetivos que se había fijado. Dos jóvenes cabos de las fuerzas británicas (interpretados por George McKay y Dean-Charles Chapman, éste último irreconocible intérprete de Tommen Baratheon en Game of Thrones) reciben la orden de enviar un mensaje para que las tropas británicas que están a una considerable distancia, unos 1600 hombres a punto de atacar a las fuerzas alemanas, no queden expuestas al riesgo de una masacre.
"Leí un libro llamado The Western Front Diaries y encontré ahí el nombre de mi bisabuelo, que formaba parte de las tropas de caballería. Había recibido un disparo y quedó herido. Pasó cuatro días en tierra de nadie casi en coma. Pudo sobrevivir y al volver trabajó el resto de su vida en una firma dedicada a brindarles oportunidades a los veteranos de guerra. Fue para mí toda una inspiración", declaró Chapman a Entertainment Weekly.
Tanto el actor como el propio Mendes reconocieron que las memorias de sus antepasados (en especial los relatos del abuelo del director, Alfred Mendes) funcionaron como poderosos estímulos del relato. "Una vez le pregunté a mi papá por qué el abuelo se lavaba las manos todo el tiempo. Me dijo que eso se debía al recuerdo que él tenía de las trincheras. Nunca sentía que podía sacarse del todo el barro de sus manos", contó el realizador.
El director dijo que en realidad la película no se corresponde con un hecho histórico específico. "En verdad, 1917 está construida más como un thriller que como una película bélica más o menos convencional. No hace falta tener conocimientos sobre la Primera Guerra Mundial para entenderla", destacó a esa misma publicación.
De todas maneras, tratándose de una película de tanto éxito, los hechos narrados en 1917 elevaron la curiosidad por conocer cuán cerca aparece de la realidad este relato de ficción. Después del interés que despertó el documental de Peter Jackson Jamás llegarán a viejos, la Primera Guerra Mundial volvió a llamar la atención del público a partir de un acontecimiento cinematográfico. Mendes situó los hechos narrados en 1917 entre febrero y abril de ese año, cuando las fuerzas alemanas lograron fortalecerse detrás de lo que se conoció como "línea Hindenburg", una trinchera de defensa construida en el norte de Francia en un momento particularmente intenso de la guerra.
"Me gustaría más que nada que el público pueda ver una película de estas características en un cine, algo muy dificultoso cuando no hay superhéroes o alguna franquicia exitosa de por medio –advirtió Mendes–. Estamos en minoría respecto de lo que significa lograr en este momento un lanzamiento amplio en pantalla grande, pero lo que hicimos tiene ese objetivo. Me pego un tiro antes de ver esta película en un celular".
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