"Chiquititas", un despliegue espectacular
"Chiquititas". Libro: Cris Morena. Intérpretes: Hilda Bernard, Romina Yan, Alberto Fernández de Rosa y las niñas: A. Cherri, B. Estrabou, C. Bordonaba, D. Mastricchio, G. Mollo, M. Píccolo, N. Di Cello, P. López y los niños: D. Mesaglio, E. Castaño, G. Santa Cruz, N. Goldschmid y S. Stieben. Música de C. Giacomi y C. Nilson. Escenografía: S. Giustozzi. Vestuario: S. Pérez Amigo. Ambientación: C. Lecouna. Efectos y dirección de video: José Luis Masa. Coordinación artística : M. Divito. Dirección y producción general: Cris Morena. Gran Rex, a las 15 y 17.
El espectáculo podría llamarse "Las Chiquititas y los sueños", o "Los sueños de las Chiquititas", que no son nenas comunes, sino nenas que viven circunstancias especiales, de las que se evaden con sus fantasías. Ellas y ellos, los niños que también están allí.
Como en otros espectáculos surgidos de un programa de televisión, se dan muchos supuestos. Pero esta vez es más claro; el espectáculo se sustenta por sí mismo, con su despliegue de efectos y la cuidada presentación de la escenografía, las coreografías y el ritmo con que se suceden los cuadros.
Con un despliegue de movilidad impecable, las nenas y los nenes se suceden en sus bailes, sus juegos y sus canciones (aunque no se destacan precisamente por entonar ni afinar) y arman y desarman situaciones donde campean la inocencia, la picardía y una cierta cuota de erotismo que a veces los traslada abruptamente al mundo adulto.
Pero todo está muy bien medido y, especialmente, perfectamente sazonado con efectos especiales de categoría. Todo participa y es cómplice de una magia que se instala desde la primera escena.
Mención aparte corresponde para las escenografías, en colores suaves y bien gamados, que cambian espectacularmente para cada cuadro en un enorme despliegue creando verdaderos momentos de encantamiento para los espectadores.
En ese marco, las niñas y niños actores juegan y se mueven transmitiendo un disfrute que aligera el planteo de corazones con agujeritos.
La dificultad que podría señalarse a este espectáculo, sin baches en lo que se refiere a producción y realización artística, es precisamente que se mantiene en el mundo de la fantasía, donde todo vale y todo puede ser, pero no aporta elementos para que los personajes encuentren sus propios recursos para modificar su realidad, en lugar de evadirla, ni les ayuda a conocerse, excepto en lo que se refiere a sus emociones, que en algunos casos se homologan con las de hombres y mujeres adultos, aunque sutilmente.
Así, sería bueno que alguna vez una chiquitita, además de su corazón, descubriera los valores de su intelecto, de su espíritu y de sus destrezas.
De cualquier manera, los espectadores que vayan a verlas se encontrarán con una presentación de calidad y simpatía que dejará satisfechos sus sentidos.
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