"Chiquititas", en edad de merecer
"Chiquititas". Protagonizado por Darío Grandinetti, Grecia Colmenares, Millie Stegmann, Marcela Kloosterboer, Lidia Catalano, Ricardo Lavié y elenco. Libro: Patricia Maldonado. Escenografía: Julio Bangueses. Dirección de arte: Celina Amadeo. Asesora de imagen y vestuario: Susana Pérez Amigo. Sonido: Alejandro Lio. Iluminación: Carlos Etchenique. Producción ejecutiva: Guillermo Pendino. Dirección Martin Mariani. Producción general: Cris Morena. Lunes a viernes, a las 18, Telefé. Nuestra opinión: bueno.
Ya no se trata de un orfanato tiranizado por una directora más parecida a una bruja que a un alma maternal. La quinta temporada de "Chiquititas", aunque no abandona su línea melodramática, prescinde del tono trágico de años anteriores.
En la historia actual, la mayoría de los chicos comparten abuelo y padre o tío. Todos, a su vez, conforman una generación de primos. Sólo un grupo de cinco huérfanos son chicos de la calle y, aún así, tardaron poco en salir de la miseria estilo "Oliver Twist" en la que se los mostró en el capítulo presentación.
Esta nueva historia de "Chiquititas" tiene como eje central el enfrentamiento entre dos mundos: el terrenal, representado por la casa de Juan Maza (Darío Grandinetti), y el de los sueños, simbolizado por el hogar-granero del abuelo Joaquín Maza (Ricardo Lavié). A su vez, ambos mundos forman parte de la gran fantasía "Chiquititas". Por eso, la escenografía es un elemento primordial. Todo, a excepción de los exteriores, sucede en decorados que parecen parte de una casa de muñecas, a veces mostrados en pleno con planos generales, y otras, recorridos desde lo alto por la cámara.
Pero, sobre todo, el fantasioso granero, construido alrededor de un árbol gigantesco, es la síntesis del hogar lúdico.
Darío Grandinetti se luce en el papel de padre poco afectuoso, estricto, de moral recta e inclinado hacia las cosas materiales. Ricardo Lavié acierta como el amoroso abuelo, enfrentado a su hijo Juan por su visión idealista de la vida. A Marcela Kloosterboer le sienta ser Candela, la sobrina que, luego de la muerte de su padre (el hermano de Juan) llega a la casa de los Maza acompañada de sus dos hermanitos. Criada con una educación muy diferente a la de sus primos snobs, es el personaje que no sólo llega para cuestionar un estilo de vida sino también para ser el puente entre el abuelo Joaquín y su tío Juan.
El peso de ser la mala de la tira, recae en Millie Stegmann. Ella es Pía, una chica de la alta sociedad que intenta, con relativo éxito, manipular la vida de la casa gracias a su noviazgo con Juan. Pía es la contracara de Ana (Grecia Colmenares), una presencia que se hizo desear hasta el capítulo once. La protagonista de tantas telenovelas explota una vez más su aspecto angelical, ahora con un toque de picardía.
El repertorio musical continúa en la tradicional línea que mostró hasta ahora "Chiquititas", con el debut de Colmenares como cantante. Grandinetti, en tanto, prescinde de ese lugar de exposición.
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