Charly García perpetuó su leyenda ante un colmado Gran Rex
Dos meses atrás, Charly García anunció un show sorpresa en el teatro Coliseo. En cuestión de minutos, las entradas se vendieron, y lo mismo volvió a ocurrir cuando el músico comunicó que daría un recital con apenas cinco días de antelación. Como era de esperar, las localidades se agotaron con suma velocidad, demostrando que la avidez de su público por verlo en vivo no decae con el paso de los años. En esta oportunidad, el lugar elegido fue el teatro Gran Rex, una sala de muy buenos recuerdos para el músico.
El espacio, que puede reunir a unas 3200 personas, se vio colmada de fans de todas las épocas y edades: algunos más mayores en compañía de sus hijos y añorando aquellos inolvidables años de La Máquina de Hacer Pájaros y Seru Giran, hasta jóvenes por debajo de los treinta años que sienten una atracción particular por esta auténtica leyenda viviente del rock argentino, en especial gracias a Random, su último álbum de estudio que, más allá de sorprender a propios y extraños, lo mostró en muy buena forma compositiva, además de estar nominado en siete categorías para los próximos premios Gardel 2018.
Bajo el título "La torre de Tesla", concepto alrededor del cual girará su próxima producción discográfica que ya está en plena elaboración y leit motiv de la atractiva escenografía, García ofreció un amplio y versátil recorrido por su historia musical, tanto por su rico pasado como por su auspicioso presente.
"Decían que estaba acabado, que no iba a componer más...", lanzó Charly, con ironía, momentos antes de iniciar el concierto para luego despacharse con "La máquina de ser feliz", "Lluvia", "Otro" y el soplo funk de "Rivalidad", nuevas canciones que fueron coreadas por el público con la misma pasión y efusividad con la que acompañan a sus clásicos, que se acoplan de manera natural a una lista de temas que va desde "No soy un extraño" hasta "Instituciones" pasando por "King Kong", "Cerca de la revolución", "Rezo por vos" y "Fax U".
La noche ganó en emoción y entró en ebullición de la mano de la muy festejada "Reloj de plastilina", la siempre contundente "Yendo de la cama al living", el toque cool de "In the city that never sleeps" y un triplete demoledor conformado por "Me siento mucho mejor", "Promesas sobre el bidet" y "Demoliendo hoteles". Temas de distintas épocas que marcan no sólo la trayectoria de Charly, sino también diferentes momentos de la historia argentina y de nuestra historia propia e individual, con sus aciertos y errores, alegrías y tristezas, festejos y dolores. En definitiva, como si se tratara de la banda sonora de nuestra vida.
Con un sonido que fue acomodándose a medida que transcurrían los temas, Kiuge Hayashida (guitarra), Toño Silva (batería) y Carlos González (bajo) mostraron, una vez más, cómo se soporta ese sólido muro, que es una estructura instrumental completada por una Rosario Ortega cada vez más segura de si misma. Totalmente ensamblada al universo García en su rol vocal, más el aporte fundamental del Zorrito Fabían Quintiero desde los teclados y los sintes, los músicos son el ladero ideal de García a la hora de crear logrados climas con sus colchones sonoros.
Delante de todos ellos, y como un auténtico director de orquesta, el creador de "Parte de la religión" marcó el pulso en todo momento. García daba la señal para los cortes, cambios de ritmo y los finales y mantuvo un ida y vuelta constante con sus seguidores aunque sin apelar a demasiados discursos y conectándose fundamentalmente a través de sus canciones que sonaron enganchadas y casi sin intervalos entre una y otra.
Las dos pantallas de video que hicieron las veces de telón de fondo cobraron un singular protagonismo en dos pasajes destacados del show: uno fue al acompañar los acordes de "Los dinosaurios" con imágenes de la dictadura y del juicio a las juntas, y otro exhibiendo históricas escenas de un Charly fuera de control en diferentes conciertos y en la vía pública (placas rojas de Crónica TV incluidas) mientras en el escenario, y en calidad de invitado, el mismísimo Billy Bond se sumó a García para entonar una feroz versión de "Loco (no te sobra una moneda)" ante el delirio de la multitud.
Para algunos su voz ya no es la que era, sus dedos se deslizan por las teclas del piano quizás sin la misma técnica de antaño, mientras que otros añoran su desempeño y su desparpajo en vivo. Sin embargo, sobre el escenario del Gran Rex se vio a un Charly García feliz y entusiasmado, haciendo lo que más le gusta hacer, que es tocar en vivo, arengando desde una actitud rockera intacta, entregando todo de sí al despedirse bien arriba con "Fanky" y "Nos siguen pegando abajo". Disfrutó a pleno de sus eternas canciones frente a un público que lo idolatra, que le permite vivir una segunda juventud haciéndole el "aguante" a sus nuevas composiciones y que ya espera ansioso el anuncio de un próximo show sorpresa para agotar, otra vez y en minutos, todas las localidades disponibles.
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