
Alejandro Terán tenía 28 años cuando Gustavo Cerati lo convocó por primera vez. Fue en 1995, y el encargo era nada menos que hacer los arreglos de cuerda para Sueño Stereo, el séptimo disco de estudio de Soda Stereo. "Me pidió un cuarteto de cuerdas", cuenta apenas terminado el ensayo de Música de Cerati + Situaciones orquestales, una nueva relectura sinfónica del cancionero ceratiano. "Yo era muy joven en ese momento, así que le pedí a mi papá que me recomiende los músicos para hacerlo, y la verdad es que no me gustaba nada lo que quedaba, tenía otra fantasía con lo que había escrito. Pero era mi falta de experiencia, de no saber llevarlo. Me acuerdo que Gustavo se llevó los cuartetos a Londres a mezclar y cuando los trajo dije '¡Ahora sí!'. Era la inclusión sónica lo que faltaba, y Gustavo era un maestro en eso, en la cocina de las texturas".
A partir de ahí, Terán empezó a escuchar la música de Cerati de otra manera y entendió que ambos compartían una inquietud: abordar la complejidad tímbrica por sobre la armónica. "El estudio de armonía funcional seca cualquier intento artístico", asegura. " No me interesa, es una relación entre doce posibilidades, que son las doce notas cromáticas. Ya está todo dicho ahí; en cambio, el contrapunto sónico es una relación infinita, entre infinitos parámetros, y ahí está el secreto, el futuro de ese juego está en combinar un estornudo con una bocina de tren, digamos, en ese diseño. Me he convertido en un admirador de lo sónico, y la música de Gustavo tiene mucha calidad en ese aspecto, hay una cuestión de mucho cuidado de las capas, él trabajaba como un sinfonista". Así como cantaba Cerati, Terán parece pensar "Siempre vamos a encontrar texturas".

-Parece haber un especial cuidado en escaparle al típico arreglo que remite al sinfonismo más ortodoxo del siglo XIX ¿es una búsqueda deliberada?
-Sí, pero porque yo a ese sinfonismo no lo tengo, yo soy músico de rock, jamás estudié una materia orquestal. Vengo de familia de músicos y de chico tuve relación con la música sinfónica porque mi papá era celista y copista, y me volvía loco cuando me llevaba a los ensayos y me dejaba revisar los instrumentos. Pero tuve una adolescencia muy punk en los 80 y todavía guardo esa ética de total resistencia a la autoridad. Se me hizo imposible estudiar nada porque era una constante resistencia a cualquier forma de institución, todo era muy "La única iglesia que ilumina es la que arde" y pensaba igual de los de los conservatorios y los maestros.
-¿Y te resulta difícil revelarte contra estas versiones sinfónicas, como institución?
-(Se ríe) Al revés, porque cuando abro los viejos arreglos que escribí en 2000 me parecen increíblemente malos. Como soy autodidacta, los puedo mejorar al punto de que no me avergüencen hoy. El otro día abrí "Corazón delator", que quizás es el mas rendidor de aquella grabación y le encontré una cantidad no sólo de fallas estéticas y cosas que no me gustaban sino también errores espantosos de contrapunto, de tejido orquestal, que ahora me parece que solucioné y reescribí con paciencia. No entendía las frecuencias bajas en esa época, hay un zona, entre los 35 y los 100 hz, en la que el oído no es capaz de percibir movimientos como en los 1000 hz, entonces hay que escribir para un oído pixelado en esos extremos. Ahora los cincelé y estoy contento, seguramente en 10 años los voy a oír y me van a parecer un porquería.
-También pediste que los contrabajos se agrupen con el teclado y las percusiones "para mantener la idea de banda de rock".
-Claro, porque los contrabajos en la orquesta van tradicionalmente detrás de los violonchelos, muy lejos de la percusión y del piano que van a la izquierda del director. Cuando se lo explico a los que hacen los escenarios de música académica, creen que me equivoqué, que mandé los contrabajos mal, pero para este tipo de crossover necesito que armen un equipo con la batería, el piano, la placa y la percusión. Necesito que sean una sección, que estén ahí juntos, si lo separo mucho se pierden. Ya lograré que me entiendan,
-¿Cuál creés que es el valor de revisitar la música de Cerati en este o cualquier otro formato?
-El otro día decíamos con unos amigos que las canciones de Gustavo ya pertenecen al nuevo cancionero argentino. Cada vez que las escucho por un nuevo cantante me emocionan de otra manera. Y recién charlábamos un poco sobre eso, todos los cantantes que participan tienen, a su manera, una relación con su música, sea afectiva, en el caso de los que tocaron con él, o interpretativa, para los que lo tomaron como influencia. Entonces son emociones distintas y válidas. Además, muchas canciones ya originalmente parecen pensadas para orquesta y encima son clásicos como "Persiana americana" o "Ella usó mi cabeza..."

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