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Cerati, por el trono del pop
La Nación anticipa "Bocanada", un álbum con canciones de última generación.
Luego de su intensa travesía por la música electrónica, el rey del pop argentino de los años 80 ha regresado para ocupar, una vez más, el trono de la canción. Con "Bocanada", Gustavo Cerati concreta su primer disco como solista -que estará en la calle el 28 del actual- después de la definitiva despedida de Soda Stereo, allá por la primavera de 1997.
Cerati se tomó su tiempo, el necesario para investigar en las furiosas aguas de la música electrónica, digerir esa información y volcarla, con su habitual sutileza, en esas melodías que compuso con paciencia y sabiduría.
Por ello, este nuevo capítulo de uno de los músicos más creativos que dio el rock local en los últimos quince años, es la consecuencia de sus varios experimentos musicales. Tanto aquellos que realizó paralelamente a Soda Stereo -"Colores santos", junto a Daniel Melero, y "Amor amarillo", su primer álbum solista- como los que elaboró luego de la disolución de la banda, los discos de sus proyectos electrónicos Plan V y Ocio.
En esta oportunidad, en vez de posicionarse como adelantado o como investigador musical, Cerati toma todas sus armas y las pone sobre la mesa para el beneficio de la canción.
Esta fusión sonora hace de "Bocanada" un rompecabezas desarmado en el que cada pieza ofrece una pista del paisaje completo. Fílmico, según el propio Cerati. Pero también melancólico, ecléctico, ambiental, hipnótico, cuidado, sensorial.
Cerca de 70 minutos, con quince canciones -de las cuales tres son instrumentales- interpretadas con justeza por una banda que hace las cosas simples y no necesita derrochar virtuosismo para aportar lo suyo en cada una de los temas.
Flavio Etcheto -un viejo amigo del ex Soda Stereo- se ocupó de los samplers y de varios de los arreglos de último momento, Leo García aportó su voz para algunos coros; el ex baterista de A.N.I.M.A.L. Martín Carrizo se hizo cargo de la base rítmica (tracción a sangre), y Fernando Nalé, de los Illya Kuryaki & The Valderramas, se encargó del bajo y el contrabajo.
Una bocanada de humo
Grabado en el estudio que Cerati armó en su casa de Vicente López, el disco encontró su final en la ciudad de Londres, con una sesión en los míticos estudios Abbey Road, compartida con una orquesta de 48 músicos.
La Nación accedió en forma exclusiva al disco, del que se hace a continuación un repaso tema por tema.
Tabú: las primeras palabras grabadas por el Cerati post Soda encajan a la perfección en la historia del músico: "cerca del nuevo fin, tabú, fuego y dolor, la selva se abrió a mis pies, y por ti tuve el valor de seguir". Así se abren las puertas de "Bocanada" con una melodía de Cerati marca registrada sobre una base veloz que la hace afín a "Canción animal", el disco que el trío grabó en 1990.
Engaña: como en la mayor parte del disco, la voz de Cerati ocupa el lugar de privilegio, apoyándose en arpegios de acordes simples y pegadizos.
Bocanada: el tema que da nombre al álbum muestra sin tapujos la gran influencia que poseen los sonidos del trip hop británico sobre el músico en estos días. Una canción repleta de imágenes retro.
Puente: otra vez el espíritu del trío más popular del rock argentino sobrevuela la composición casi beatlesca. Río babel: poco a poco los loops y los samplers comienzan a tomar protagonismo mientras resuenan esas palabras -que tan bien sabe seleccionar Cerati- con música propia. Una base funk aparece y desaparece como por arte de magia a lo largo de la canción.
Beautiful: la música ambient viaja hasta convertirse en cool , aunque por momentos salte la frontera y, acompañado por una sesión de vientos, suene casi cursi.
Perdonar es divino: otra vez el hipnótico trip hop toma la posta y Cerati demuestra por qué es el dueño de una de las mejores voces, si no la mejor, del rock vernáculo.
Verbo carne: el niño mimado del álbum. Una orquesta de cuarenta y ocho músicos al servicio de los arreglos de Alejandro Terán para el tema más pretencioso. La palabra fílmico cobra valor.
Raíz: el primer corte de "Bocanada" es una especie de carnavalito cool , con máquinas y algo de distorsión. Es inevitable recordar el ritmo del legendario "Cuando pase el temblor".
Y si el humo está en foco: el primer tema instrumental, con ruidos y ruiditos de última generación.
Paseo inmoral: la psicodelia de los años Beatles al servicio de los juegos vocales de Cerati.
Aquí y ahora (Parte I): el fiel reflejo de esa conjunción que une a la guitarra acústica con los samplers y las bases rítmicas constantes.
Aquí y ahora (Parte II): aquí y ahora es tiempo de furia electrónica. Lo que no termina de explotar con su guitarra en las canciones del disco, Cerati lo hace con las máquinas en estos pequeños espacios que se autodesignó para demostrar lo bien que aprendió a utilizar las perillas y los botones, base de toda buena comida electrónica. Alma: los loops siguen mandando y, por primera vez en "Bocanada", la voz de Cerati se filtra y se tecnifica para estar acorde al sonido sincopado que dispara Etcheto desde sus máquinas.
Balsa: el cierre es, quizá, lo más experimental y arriesgado del álbum. El tercer y último tema instrumental de la placa es casi un suspiro melancólico, o mejor dicho, una bocanada de humo que lentamente se esparce para confundirse con el aire. Una deliciosa forma de que todo termine.
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