Cuando quiere revisitar un disco (léase: remasterizarlo, regrabarlo, relanzarlo en edición deluxe), la industria musical tiende a volver sobre el más exitoso de la carrera del artista, casi siempre con la excusa del aniversario redondo. Celeste Carballo cumplió esa asignatura en Se vuelve cada día más loca... por amor al blues (2016), una recreación en directo de su debut del 82. Y ahora, ya contemplados los números, elige por sentimiento: Chocolate inglés rock se llama la encarnación modelo 2019 de Chocolate inglés (1993), un disco en el que cantó, compuso, tocó el piano y produjo. "No tuvo mucho vivo en su tiempo original, y la idea era que ahora suene en el escenario", dice la autora, y se apresta a cumplir: este jueves 19 de septiembre en el ND Teatro lo va a tocar de punta a punta.
Es una tentación riesgosa poder hacerle lo que quieras a un disco que ya grabaste.
Sí, hay que soltar, si no te volvés más loco que nunca. Si te ponés muy fanático es imposible. Además mi propuesta de producción fue justamente la contraria: "no se fanaticen. Vamos a lo que nos gusta, a la sensación de placer que nos da tocar los temas".
En el Chocolate original grabaste "El día que me quieras" con Charly García. Más allá de que lo conocés desde chica, ¿te dio algún tipo de temor reverencial trabajar con semejante talento?
Lo que pasa es que con Charly sentimos admiración y respeto mutuos. Para mí no es el Charly de los demás porque nos conocemos de toda la vida, y sobre todo haciendo música. Entonces, cuando le propuse la idea, al contrario: él estaba asustado. Me dijo "esperá, tengo que ver cómo son las inversiones". Lo interesante es que esa versión se grabó de una única toma. Lo grabamos en Ion con el Portugués [Jorge Da Silva, histórico ingeniero de sonido de aquel estudio]. Le dije "entramos y lo grabamos de una". Y así fue: entramos y grabamos de una, de punta a punta, la versión que tiene las cuerdas y la voz. Nos quedamos en silencio los tres, éramos los únicos que estábamos en el estudio. Charly me dice "bueno Celestita, vení a escucharlo, si querés lo tocamos de vuelta". Sí, yo también quería tocar de nuevo... pero ya estaba. Entonces le empezó a poner cosas: campanitas, coritos, bla bla. Después fuimos al piano y al final me dijo "Celestita, mezclalo vos que tenés buen gusto". Pero ahora, como esta versión es Chocolate inglés rock, no incluí "El día que me quieras". En su lugar pusimos "Peter Pan y yo" que es la canción que estaba componiendo en la época en la que grababa el Chocolate original y quedó afuera. Y ahora entró con todos los honores, porque también lo sacamos como single y tuvo como 190 mil escuchas en una semana.
Siempre que se te menciona, lo primero que se dice es "qué gran voz". ¿Te incomoda que la cantante esconda a la compositora?
El que canta bien quiere tocar la guitarra, el que toca bien la guitarra quiere tocar el piano, el que toca el piano quiere ser futbolista y el que es futbolista quiere bailar danza contemporánea. Tu hípertalento vos ya lo tenés, entonces vos querés hacer otras cosas. El tema de componer canciones es muy orgánico en mí. Es una explosión de conexión, de inconsciente colectivo, de surgir algo automático. No es que estoy craneando años un tema. Son cuestiones espontáneas, conexiones, que ni yo sé quién hizo la canción. Después me puse a estudiar armonía, piano, y ahí están los temas de Chocolate inglés y otro repertorio. Pero cuando aparece una canción es siempre espontáneo. Y en cuanto a lo que me preguntás: pasa que soy muy lectora de toda la vida. Entonces, el hecho de escribir sí es importante. No cantaría cualquier letra.
Cantar solo por poner la garganta no es de cantante "de vocación"...
No, ni en pedo. Lo que digo tiene que ser positivo, potente, poderoso, interesante. Tiene que haber una identificación. Cuando estoy cantando es el momento más presente que tengo en vida. Estás viviendo lo que estás diciendo, literalmente. Hay acting: un cantante es actor también. Pero es un actor del método.
El rock siempre se imaginó un interlocutor joven, pero ahora rock y juventud ya no son sinónimos. ¿A quién sentís que le cantás?
Dice Instagram que mi público va de 16 a 29 años, je. Por otro lado, nuestra generación es la que está viviendo la tercera juventud, porque el rock and roll es así. La gente de mi generación no tiene la menor idea de lo que hago o de lo que haré, o de si existo.Está en otra: son abuelos, engordaron, se quedaron pelados. Nada que ver. Nosotros somos la generación del rock and roll y esto es juventud forever.
Muchas chicas que se dedican a la música -sobre todo las de tu generación- contaron que mientras hicieran pop los hombres no tenían problemas, pero que si querían volcarse a algo más rockero empezaban los sabotajes. ¿Cómo llevaste vos eso?
Lo que hice fue no darle pelota a nadie. Es lo que sigo haciendo. Además tengo mala memoria: una excelente mala memoria. Entonces me olvido de los ninguneos, de las forradas, de los celos, de la competencia, de la envidia. Igual esa es la parte más humana de la gente. No vale querer a la gente perfecta: uno quiere a la gente como es. Entonces, si me tengo que acordar de todo, no me alcanza irme a vivir a Plutón. Yo vivo acá y me encuentro con un montón de gente que incluso en algún momento nos habremos mandado a la mierda. Es enfrentarse con la realidad. A mí no me gusta la gente tímida, la que calla. Me gusta la gente que me puede responder una puteada con otra. Es muy jodido estar con alguien que te sonríe siempre. Es peligrosísimo. Entonces, yo sé que los chicos que hacen rock son inseguros... o los chicos en general. Más con una mujer. Después, capaz que se te enamoran... y vos no les das bola porque estás pensando en los acordes.
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