Cantó en La Voz Argentina y no lo eligieron, pero bailó un malambo y conquistó a todos

Germán Olivares desfiló frente a las cámaras de La Voz Argentina (Telefe) vestido con el traje tradicional de los gauchos. Con las botas bien puestas, el sombrero de ala ancha acomodado a la perfección sobre la cabeza y un amplio poncho doblado ubicado sobre el hombro, se subió al escenario listo para deleitar a la audiencia con una canción típica argentina. Aunque su voz no logró conquistar a los jueces, si lo hicieron sus habilidosos pies.

Decenas de personas pisaron -y pisarán- el escenario del aclamado reality de música. Cada uno deja una impronta tanto en la memoria de los exigentes coaches como en la de los televidentes. No solo con sus habilidades a la hora de cantar, sino también con su presencia y su forma de presentarse ante los demás. En el caso de Germán, logró dejar una marca casi inolvidable.

“Este look se debe a mis raíces folclóricas. Desde muy chico empecé con la danza, en mi casa se armaban guitarreadas donde venían a halagar, como se hace en Mendoza, con guitarreadas a mis abuelos. Después, a los doce años más o menos, me puse a estudiar”, explicó durante su presentación previa a realizar su audición a ciegas al mismo tiempo que se acomodaba el pañuelo marrón prolijamente atado alrededor del cuello.

El baile es su grana amor pero no el único, ya que según comentó su mamá, él comenzó a cantar cuando era apenas un niño. De esta manera, quedó más que claro que la música es una parte esencial no solo de su personalidad sino de su vida entera.

Con una mezcla de confianza y los nervios típicos de saberse observado por millones de personas, Germán atravesó la puerta que lo separaba del escenario y se dispuso a cantar. Acompañado de una alegre guitarra, entonó “Pisando Nubes” de José Luis Aguirre y, a pesar de haber dado todo de si, ninguno de los sillones se dio vuelta.

Terminada la música, Ricardo Montaner, Lali Espósito, Soledad Pastorutti, Mau y Ricky giraron para poder conocerlo y charlar un poco con él. En cuanto lo vieron no pudieron suprimir las exclamaciones de admiración al ver su atuendo y no tardaron en halagarlo. “¿Hiciste la audición así vestido de gaucho?”, quiso saber la Sole. Orgulloso, respondió: “Con uno distinto, pero parecido. Siempre marcando la esencia”.

Una vez hecha la introducción, hablaron de Junín de Mendoza, de los recitales de la autora de “El tren del cielo” y sobre los enormes bailes que se arman en los festivales de la zona. Ese fue el pie perfecto para que el joven revelara que, además del canto, también tiene una gran habilidad a la hora de mover los pies. Encantados, los cinco integrantes del jurado le pidieron que les compartiera un poco de su arte.

Sin pensarlo dos veces, dejó de lado el micrófono, apoyó el poncho sobre la superficie más cercana y, acompañado por la música, bailó un elaborado malambo. Los aplausos y los gritos no se hicieron esperar y, aunque no tuvo la suerte de quedar en el reality, se fue con la alegría de haber podido alegrar a los jueces con sus pasos y de llevar la esencia de sus pagos a cada rincón del país.

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