Cannes: los títulos que marcan el rumbo a la Palma de Oro del festival
En la recta final de la competencia oficial, se presentaron las películas de Bong Joon-ho, Céline Sciamma, Xavier Dolan y Arnaud Desplechin
CANNES.- Pasó el huracán Tarantino y la prensa del mundo (hay más de 4000 acreditados) volvió a prestarles atención a otros grandes directores que sin tanto marketing ni glamour también enseñan el rumbo y marcan tendencia en Cannes y en el contexto del cine contemporáneo. El coreano Bong Joon-ho; los franceses Arnaud Desplechin y Céline Sciamma, y el canadiense Xavier Dolan estrenaron sus nuevos trabajos en una Competencia Oficial que ingresó en su recta final, ya que solo faltan proyectarse los más recientes films del italiano Marco Bellocchio, el palestino Elia Suleiman y los representantes locales Abdellatif Kechiche y Justine Triet. Pasado mañana se conocerá el ganador (o la ganadora) de la Palma de Oro de esta 72» edición.
Parasite, del coreano Bong Joon-ho. El brillante director de Memorias de un asesino, The Host, Madre y Snowpiercer se mete con la lucha de clases en otra de sus sátiras oscuras y demoledoras. Tras desatar (sin quererlo) hace dos años con Okja la batalla entre Cannes y Netflix, Bong Joon-ho regresó al festival con una película que ratifica su maestría narrativa, su inventiva visual, su desparpajo y su capacidad de provocación a la hora de exponer vicios y miserias de la sociedad surcoreana. Las relaciones -en principio encantadoras- entre una familia rica y otra muy humilde se van contaminando y deteriorando a tal extremo que le sirven a Bong Joon-ho para desplegar una potencia, un vértigo, un virtuosismo, un desenfreno y una picardía incómoda que lo ratifican como uno de los observadores más clínicos de las profundas desigualdades del consumismo extremo y el capitalismo salvaje.
Portrait de la jeune fille en feu, de Céline Sciamma. Otra favorita de muchos críticos (pelea los primeros lugares en las distintas grillas con puntajes que se publican aquí a diario) es esta película ambientada en 1770. La realizadora de Tomboy y Bande de filles (Girlhood) narra la relación cada vez más íntima entre Marianne (Noémie Merlant), una joven pintora que viaja hasta una casona aislada en las costas de Bretaña, y Héloïse (Adèle Haenel), hija de una condesa encarnada por Valeria Golino que en principio no se deja retratar, aunque luego cede en su postura. El resultado de esa observación (mutua, recíproca) constituirá el eje de este film de clara impronta feminista (no eran precisamente tiempos en los que una relación lésbica fuese aceptada con normalidad), que tiene algunos innecesarios regodeos y lugares comunes propios del cine de qualité, pero que sostiene su interés por el aporte de dos notables actrices para lo que en definitiva es una más que interesante historia escrita, dirigida y protagonizada exclusivamente por mujeres.
Roubaix, une lumière, del francés Arnaud Desplechin. El creador de títulos como Reyes y reina, El primer día del resto de nuestras vidas y Tres recuerdos de mi juventud incursiona de lleno en el cine de género y social (una rareza en su filmografía) con la descripción de las desventuras cotidianas de los policías que, en plena época de Navidad, trabajan en la comisaría de Roubaix, otrora una poderosa zona industrial y hoy el distrito más pobre de toda Francia. De estructura coral (hay múltiples personajes y se narran varios casos con delitos de mayor o menos significación), la película va priorizando cada vez más a Daoud (Roschdy Zem), jefe de la brigada, y al novato Louis (Antoine Reinartz). En su segunda mitad, además, la acción se enfoca en dos jóvenes (Léa Seydoux y Sara Forestier) que -como casi todos allí- viven en condiciones inhumanas y son acusadas de asesinar a una vecina anciana. Lo más interesante del film es el contexto y las interpretaciones, pero como exponente de thriller carece de la tensión necesaria.
Matthias et Maxime, del canadiense Xavier Dolan. "Abonado" de Cannes desde que presentó hace una década -con solo 20 años- Yo maté a mi madre, Dolan dirigió, escribió, produjo y es uno de los protagonistas de esta historia de amor (con muchas barreras) entre su Max y Matthias (Gabriel D'Almeida Freitas), ascendente empleado de una corporación y con vida familiar (heterosexual). La película consigue sus mejores momentos en las escenas en que ambos se encuentran con su grupo de amigos en plan vacacional (una paradisíaca zona de lagos), pero muchas otras situaciones y conflictos se resuelven de manera bastante manipuladora y forzada. Un trabajo menor del realizador de Los amores imaginarios.