Cannes 2018: Whitney Houston, eje de un crudo documental sobre su tormentosa vida
CANNES.- ¿Un documental sobre Whitney Houston en el Festival de Cannes? Muchos cinéfilos se hicieron esa pregunta cuando anunciaron la programación de esta 71» edición, pero tras ver las dos horas de Whitney se entiende por qué. Se trata de un acercamiento impactante, minucioso, revelador y respetuoso a la vez de quien fue una de las cantantes más populares de todos los tiempos (todavía conserva el récord de más Nº 1 consecutivos en los rankings y "I Will Always Love You" es uno de los singles más vendidos de la historia) y eje de múltiples escándalos familiares, económicos y artísticos derivados en muchos casos de su adicción a las drogas que desembocaron en su muerte en febrero de 2012, a los 48 años.
El mérito es del equipo liderado por Kevin Macdonald, quien incursionó en la ficción con films como El último rey de Escocia y Los secretos del poder, pero que también tiene una extraordinaria carrera como documentalista que le permitió ganar el Oscar por One Day in September y haber filmado otros retratos sobre artistas en Marley (sobre Bob Marley) y Being Mick (sobre Mick Jagger).
En las últimas horas -tras la primera proyección de Whitney- los medios de todo el mundo comenzaron a hablar de las diversas revelaciones que hace la película, incluida una sobre abusos sexuales que durante su infancia sufrieron tanto ella como uno de sus hermanos por parte de Dee Dee Warwick -prima de la artista y hermana de la también famosa cantante Dionne Warwick- , quien murió en octubre de 2008.
Lo extraño (y el gran hallazgo) de Whitney es que se hizo con el apoyo de la familia (hablan desde su madre Cissy hasta su exmarido Bobby Brown, pasando por sus hermanos, otros familiares, amigos, guardaespaldas, integrantes de su equipo de producción, de la discográfica Arista Records), pero está lejos de ser un documental condescendiente. Todo lo contrario: indaga con profundidad y crudeza, pero sin caer jamás en el amarillismo, en cuestiones muy extremas como la maternidad (su única hija, Bobbi Kristina Brown, tuvo también una trágica vida y murió en julio de 2015), sus preferencias sexuales (la relación íntima tan cuestionada desde su círculo con su amiga Robin Crawford), las exigencias desmedidas de su mamá y mentora, las estafas de su padre John y parte del entorno que la dejaron en bancarrota, los celos destructivos de Brown y el consumo de drogas potenciado incluso por sus hermanos que la llevó a una degradación física y artística sin precedentes.
En Whitney no falta prácticamente nada: hay un espíritu de época (comienza con la descripción del Newark de los años 60 y luego va mostrando el contexto social de las décadas siguientes), testimonios desgarradores por la intensidad emocional y las denuncias que hacen sobre su lucha contra los demonios interiores y la farsa de la familia feliz que intentó construirse en los medios, curiosidades múltiples (como cuando el propio Saddam Hussein encargó un cover de "I Will Always Love You" para que fuese el leitmotiv de su campaña electoral), su relación contradictoria con los líderes de la comunidad afroamericana que la llamaban despectivamente "Whitey", su carrera musical (con increíbles videos sobre la trastienda en camarines durante las maratónicas giras) y cinematográfica (Kevin Costner explica con inteligencia los alcances del romance interracial de El guardaespaldas).
Por supuesto, la película exalta su trayectoria artística, desde sus inicios en el "ghetto" y sus primeras apariciones de adolescente como cantante de gospel en las iglesias de su comunidad hasta sus tropezones finales. En el medio, hay fragmentos de muchos shows, apariciones televisivas, la trastienda de su comentada interpretación del himno en el Super Bowl de 1991 e imágenes íntimas realmente cautivantes. No se trata del primer documental sobre la extraordinaria cantante (dueña de una de las voces con más matices de la historia de la música) y probablemente no sea el último. Tras el reciente Whitney: Can I Be Me, de Nick Broomfield, Whitney surge como un testamento implacable y conmovedor a la vez sobre el legado de una artista excepcional que -como indica la tradición más oscura del show-business- se convirtió en mito y leyenda mucho antes de lo deseado por culpa de los excesos, las adicciones y las crueldades del negocio.
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