Aunque los programas de rehabilitación desalientan su uso, los extractos de marihuana pueden ser más seguros que los opiáceos
La primera vez que alguien me dijo que era posible consumir cannabis sin que te pegue, yo me burlé. Llevaba cinco años sobria y una amiga, que recién había empezado un tratamiento, me estaba contando sobre un tipo “especial” de marihuana. Aparentemente, dijo, tenía efectos ansiolíticos y analgésicos sin el efecto de la marihuana “tradicional”. No le presté demasiada atención. Para empezar, yo no tenía una opinión fuerte acerca de la marihuana en ninguna dirección: mi droga preferida siempre había sido el alcohol. Segundo, porro con beneficios medicinales y ningún efecto psicoactivo parecía un ejemplo de pensamiento mágico por parte de una adicta en recuperación reciente. Lo descarté como la quimera de una abstemia incómoda.
Para cualquiera que haya pasado un tiempo significativo en una reunión de “Doce pasos”, cualquier conversación sobre cannabis recuerda una escena familiar: una persona nueva en el grupo pregunta si puede seguir fumando porro, siempre y cuando deje de beber (o de tomar otras drogas). La pregunta es un lugar común, y la respuesta casi pavloviana: una risita con cariño, seguida de un “no” firme e inequívoco.
La mayoría de los programas de recuperación recomiendan estar sobrio, lo cual generalmente se define como la abstención del consumo recreativo de sustancias que “alteran el ánimo”. Si estás entre el 49 por ciento de los estadounidenses que han consumido marihuana de manera recreativa, conocés los efectos de la droga. Desde una perspectiva de los “Doce pasos”, consumir marihuana de manera recreativa no es diferente a tomar alcohol u otras drogas. Saca al consumidor del presente y le ofrece el mismo escape de la realidad al que se habían vuelto adictos. Esta es la razón por la cual el “no” es inequívoco. Si bien no hay nada universalmente cierto para todos los adictos, las historias de gente que abandona una sustancia sólo para reemplazarla por otra son, en las reuniones de adictos en recuperación, tan comunes como el café malo. Así que nos alejamos de las “sustancias que alteran el ánimo”. De todas ellas.
La cosa se pone más confusa cuando la conversación pasa de las drogas recreativas a las medicinales. Los medicamentos narcóticos, incluso cuando están correctamente recetados, tienen propiedades adictivas, así que los adictos en recuperación se cuidan mucho antes de tomarlos. Es entendible: ¿acaso un adicto a la heroína en recuperación no debería cuidarse de tomar un analgésico con el mismo principio activo que la heroína? Por supuesto, esto pone a los adictos que sufren dolor y ansiedad crónicos, o que padecen otras condiciones que podrían tratarse con medicaciones potencialmente adictivas, en una situación imposible: vivir con dolor y/o ansiedad crónicos, o arriesgarse a volverse adictos otra vez.
Idealmente, estas decisiones deberían tomarse de manera individual, entre el médico y el paciente. Pero las actitudes de un grupo de apoyo a adictos en recuperación tienen inevitablemente una influencia en las decisiones del adicto. Es por eso que es crucial que la comunidad de recuperación de adictos entienda la realidad del cannabis medicinal, y de los potenciales beneficios para la gente que está recuperándose, o tratando de recuperarse.
Durante la última década, un cambio en las actitudes y una mejor información acerca del cannabis han llegado a la legalización en cada vez más estados, primero para usos medicinales y ahora recreativos. Los datos científicos sobre los beneficios de la marihuana medicinal son contundentes, y cada vez más aceptados: una encuesta de Quinnipiac de 2016 determinó que el 89% de los estadounidenses apoya el uso de marihuana recetada, una cantidad que creció, en las últimas dos décadas, de manera consistente. Pero nueve años en un programa de recuperación e investigación sobre la adicción me dejaron claro que mucha gente, en la comunidad de adictos en recuperación, rechaza automáticamente el uso de marihuana medicinal.
En un artículo para el sitio Substance, Tony O’Neil, un adicto a la heroína en recuperación, describió su intercambio con un miembro de Narcóticos Anónimos acerca del uso de marihuana para alejarse de la heroína. Si bien el reemplazo de opiáceos no es un uso recomendado para la marihuana medicinal, la reacción del miembro de NA es un indicador de lo que piensan muchos en la comunidad: “‘¡Por supuesto que no!’, es la rotunda respuesta que recibo cuando le pregunto a alguien de Narcóticos Anónimos llamado Mark si le parecería bien que sus ‘patrocinados’ [la gente a la que él aconseja en el programa] fumaran algo de porro”, escribió. Muchos especialistas en adicciones están de acuerdo. “La gente tiene más chances de intentar conseguir su droga o alcohol primario cuando está intoxicada o drogada”, le dijo Anne Lewis, psicóloga clínica y consejera de adicciones, a U.S. News and World Report el pasado noviembre. “Baja tu inhibición, así que no te importa. No tomamos buenas decisiones cuando estamos borrachos o drogados.”
¿Pero qué pasa cuando la marihuana medicinal no deja drogado a su consumidor? Como parece ser, sobriedad y cannabis no son mutuamente excluyentes.
Hay más de 100 cannabinoides que se pueden extraer del cannabis: los dos más famosos son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). El THC es el componente psicoactivo primario. Pero el CBD ofrece muchos beneficios médicos sin el efecto psicoactivo. Si bien algunas situaciones justifican una combinación de ambos (el efecto analgésico del cannabis aumenta significativamente con cepas con THC y CBD), el CBD sólo ha probado tener efectos antiinflamatorios, ansiolíticos y anticonvulsivos. El aceite de CBD fue especialmente útil en casos de niños con trastornos convulsivos, en muchos casos permitiéndoles dejar las benzodiazepinas y otros sedantes fuertes. Estos niños no van por el mundo fumados; toman una droga que les ofrece un alivio increíble de sus síntomas sin casi ningún efecto secundario.
Las cepas de cannabis con mucho CBD tienen efectos ansiolíticos y analgésicos sin efectos psicoactivos y sin requerir el uso de otras drogas significativamente más adictivas. La cantidad de evidencia que apoya el uso de CBD en el tratamiento efectivo de trastornos de ansiedad es particularmente fuerte. Las benzodiazepinas actuales –un conjunto altamente adictivo de drogas, con nombres como Xanax, Valium, y Klonopin– están entre las drogas más frecuentemente recetadas para la ansiedad. No sólo son potencialmente peligrosas para adictos en recuperación –que pueden volverse adictos o tener peligrosos síndromes de abstinencia–, sino que también son un componente importante en muchas sobredosis.
Por supuesto, el cannabis no será una opción para cualquier adicto en recuperación: muchos padecimientos no pueden ser tratados solamente con una cepa alta en CBD; algunos van a requerir una combinación de THC y CBD, y por lo tanto tendrán efectos psicoactivos. Pero entender que una persona puede usar cannabis medicinal sin experimentar efectos psicoactivos es una información crucial para la gente interesada en la recuperación.
Por suerte, algunos profesionales de la salud que son parte de la comunidad de tratamiento de adicciones están empezando a ver las posibilidades del CBD. En junio de 2015, Nora Volkow, del National Institute of Drug Abuse (NIDA), publicó un editorial cuidadosamente a favor de los potenciales beneficios del CBD. Su informe declara: “El CBD parece ser una droga segura sin efectos adictivos, y la información preliminar sugiere que puede tener valor terapéutico para un número de padecimientos médicos”. El NIDA parece estar continuando su investigación acerca de los beneficios de la marihuana medicinal: en marzo de 2016, fue uno de los auspiciantes del evento Marijuana and Cannabinoids: A Neuroscience Research Summit. Si bien esto de ninguna manera implica una aceptación categórica de la marihuana medicinal por parte del NIDA, su participación en este evento habría sido impensable hace diez años. Pero el conocimiento por parte de los profesionales de la salud y la destrucción de estigmas son cosas muy diferentes; la politización del cannabis medicinal y décadas de desinformación acerca de la droga han contribuido a robustecer falsos estereotipos acerca de cómo se puede usar la marihuana medicinal.
Los grupos de apoyo para adictos jamás deben dar consejos médicos, pero como en cualquier grupo, las actitudes acerca de estos temas se infiltran en la conciencia general. Estas actitudes están influenciadas por nuestro conocimiento existente, y la desinformación no sirve para nada.
Quizás sea difícil para la gente de mi tribu –gente que ama demasiado las sustancias– imaginar que el consumo de marihuana no pase por estar fumado. Pero la información crece, y la comunidad de recuperación de adictos tiene que estar a la altura. De otro modo, les estamos diciendo a los adictos en recuperación que experimentan dolor y ansiedad que sólo tienen dos opciones: tomar drogas altamente adictivas y muchas veces peligrosas, o nada. Y ése es un ultimátum equivocado y peligroso.
Katie MacBride
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