Canciones de memoria
Con Celia Cruz, Miguel Bosé y otros famosos, el clown grabó los éxitos del trío que integró junto a sus hermanos Gaby y Fofó
El remerón y la gorra están colgados de un perchero. Emilio Aragón, o Miliki, como todos lo conocen, se sienta a un lado. Sabe que su alma de payaso está allí y que pende de su vasta memoria y la del público. Y en agradecimiento a esos adultos que todavía lo recuerdan -porque fueron sus fanáticos cuando niños- ha grabado un nuevo disco, "A mis niños de 30 años", y para presentarlo ha venido a Buenos Aires, una ciudad que canta "Feliz, feliz en tu día" en cada cumpleaños.
Ya no están sus hermanos Gaby y Fofó, dos figuras tan imposibles de olvidar como su circo. Es cierto también que ese lugar vacío no acepta remiendos. Aun así, no debe ser casualidad que para volver a vivir aquellos tiempos, al ritmo de estas nuevas grabaciones, haya elegido no estar solo. Miguel Bosé, Miguel Ríos, Celia Cruz, Gabino Diego, Marcela Morelo y sus hijos Emilio y Rita Irasema lo acompañaron en la maravillosa y triste tarea de mirar hacia atrás.
Recuerdos son recuerdos
Durante tres años y medio, Aragón y su hijo Emilio -aquel Milikito devenido luego en el exitoso conductor del programa "El juego de la oca"- le dieron vueltas a este proyecto. En aquel entonces, siempre desde la perspectiva del picadero, ambos comenzaron giras con El Circo del Arte, una recuperación del espectáculo circense del siglo XVIII. Curiosos e inquietos, se habían ocupado de estudiar las edades del público asistente y de esa forma dieron con "los niños de 30".
¿Cómo homenajear esa fidelidad? Un programa de televisión parecía poco por el hecho de tener el límite de las fronteras de España y no en vano el trío de Gaby, Fofó y Miliki hizo más de dos décadas de su carrera por toda América latina. La idea de grabar un disco no tardó en aparecer, pero los compromisos laborales de cada uno se fueron transformando en obstáculos. Hasta que un día el padre le dijo al hijo: "Oye, o hacemos esto o ya va a ser para los niños de 40".
Junto con la puesta en marcha del proyecto llegaron la nostalgia, la alegría y las voces de otros tiempos. "Cada canción tiene su historia", dice don Emilio, tan irreconocible sin su nariz de payaso y tan familiar en su trato amable. "Cuando las he grabado, he tenido el recuerdo de mis dos hermanos. Fuimos muy unidos, éramos como una sola cabeza con tres cuerpos y cuando se fueron yendo mucha parte de mí se fue con ellos. De vida, de intensa vida vivida por el mundo. Pero independientemente de lo que han sido la grabación y los sentimientos de la grabación, he pasado unos ratos estupendos. Y nos hemos reído... A Miguel Bosé, por ejemplo, no le dejaba cantar y le hacía cosquillas, hacía que se equivocara y yo decía su letra, y él me tapaba la boca...Y le he escuchado a Miguel decir que "Barquito de cáscara de nuez", que grabó con Emilio y conmigo, es lo más bonito que ha hecho en su vida. La pasamos bien con él, con Celia, con Gabino Diego..."
Con alma de niños
Los cantantes que pusieron su voz en estas nuevas versiones de viejos éxitos lo hicieron como profesionales que son hoy, pero también como niños que fueron. Todos excepto Celia Cruz, que en su versión latinoamericana en ritmo de descarga hizo más bien honor a una larga amistad. "Celia es de mi misma edad -explica Miliki- y somos amigos desde los 18 años. Nos conocimos en Cuba, adonde llegamos con Gaby y Fofó en 1946. En el ´49 se inauguró la TVcubana y firmamos el primer contrato profesional que se hizo para la TV de habla hispana hace 50 años. Por eso digo que tuve niños hasta de 50, porque en Cuba las personas de 50, de 60, de 70, son las que nos recuerdan. Con Celia la amistad perduró e incluso Emilio creó muchos temas para ella. Por eso sucedió que al final de una cena en Madrid se me ocurrió que "Feliz en tu día" deberíamos hacerlo en salsa. Celia estaba cenando esa noche con nosotros y tres o cuatro días después estábamos grabando con ella".
Primero fueron los hermanos Gaby, Fofó y Miliki. Luego, también Milikito. Más tarde, se sumó Fofito. Cuando el circo ya no pudo ser, el trabajo siguió, de todos modos, siendo una cuestión de familia. Don Emilio acaba de terminar de escribir los 65 capítulos de "Trilocos", una serie televisiva donde trabaja Fofi, su sobrino, y que en el 2000 tendrá su segunda temporada. A la vez, con su hijo Emilio se ha encargado de luchar por la resurrección del circo, y Rita Irasema, su hija, es una compañera ideal en el terreno musical. "Siempre digo que el mayor de mis éxitos ha sido hacer una buena familia -sonríe orgulloso Miliki-. Tengo una compañera admirable y maravillosa, estoy cada vez más enamorado de ella, los hijos son buenos, nos quieren, nos cuidan, nos miman. Funciona bien la familia en el hogar y funciona bien en la profesión." Con los lazos de sangre como fuente de ánimo y vitalidad, don Emilio, que podría considerar su vida hecha y satisfecha, prefiere seguir en la lucha.
"En Canadá tienen el Cirque du Soleil -explica- y han rescatado el circo con una grandísima ayuda del gobierno. Francia tiene un presupuesto importantísimo para proteger las escuelas de circo. Italia y Alemania, también. En Estados Unidos la empresa es privada, pero tienen mucho apoyo y mucho sponsor. Y yo, hace unos diez días, hice una ponencia en el Senado español y expliqué cómo funcionaba el circo en otros países, que había que protegerlo y que no podíamos permitir que desapareciera este espectáculo. Y se va a hacer un gran trabajo de recuperación en España con subvención del Estado y con facilidades en todos los sentidos, incluso fiscales. Cuando hicimos "El circo del arte" montamos un circo del mañana, pero remedando el antiguo. El circo tiene que evolucionar porque como ha estado funcionando los últimos años deja de interesar. Hay que ir con la época. Tiene que haber escuelas, tiene que haber creativos, diseñadores, coreógrafos. Ahora se va a hacer un circo estable en Madrid y el Ayuntamiento quiere que lo programemos mi hijo Emilio y yo. Queremos convertir aquello en una escuela y en un museo a la vez." Emilio "Miliki" Aragón anda y anda y anda. Sin embargo, algo le hace falta: los otros dos cuerpos de la misma cabeza. Sólo porque lleva al clown en el alma estuvo en Buenos Aires, invitado por "Sorpresa y media", para cumplir el sueño de un payaso argentino que quería conocerlo. En esa oportunidad, el remerón colorado no quedó colgado del perchero. Pero será la última vez. Fue sólo una excepción después de casi dos décadas de guardarlo en el baúl de los recuerdos. "No quiero usarlo. Desde que desaparecieron mis dos hermanos es una prenda que puesta me entristece, me trae muchos recuerdos. Ya no utilizo al payaso Miliki. No es fácil", dice, mientras su rostro confirma la melancolía de los que hacen reír.
Diversión y aprendizaje
El paso por la Argentina de Gaby, Fofo y Miliki fue breve. Sólo de 1971 a 1973, cuando hicieron su show para Canal 13 y filmaron con Enrique Carreras dos películas inolvidables: "Había una vez un circo", con Andrea del Boca, y "Los padrinos", con Mercedes Carreras. Aquí estuvieron poco, pero parece que hubiera sido toda una vida. Cualquier adulto -y no tanto- que sepa las letras de "La gallina turuleca", "Hola Don Pepito" o "Mi barba tiene tres pelos" confirma esa sensación. Lo mismo sucede con clásicos como "Manuelita", de María Elena Walsh, o "El auto nuevo", de Pipo Pescador. La pregunta es: ¿no son las nuevas producciones infantiles lo suficientemente buenas como para perdurar en la memoria?
"Hemos estudiado este tema bastante", comenta Aragón. "Hoy, todos los temas infantiles se piensan y se toman con mucha ligereza. El niño es tanto o más importante que los adultos porque está en formación. Hay que prestarle mucha más atención y las canciones deben tener un sentido. No se pueden hacer canciones tontitas y tontorronas porque hoy en día los niños están cada vez más espabilados. No los podemos menospreciar. Y la canción es algo muy importante para ellos. Cuando se la hace demasiado tontita, porque la gente piensa que a ellos les gusta, resulta que les aburre igual que a nosotros. Ellos quieren cantar y divertirse. Y si cantan "La gallina turuleca", además de que se divierten, aprenden a contar hasta diez. Algo tiene que haber en las canciones, pero lo más importante es que los niños se diviertan."
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