Campino, cantante de Die Toten Hosen, repite la misma historia con una fascinación que no se diluye a través de los años: la vez que a principios de los 90 un alemán instalado en Argentina le escribió para contarle que en aquel punto bajo del continente americano había toda una escena punk en plena ebullición; ese mismo tipo que, poco tiempo después, les envió por carta los pasajes para que la banda hiciera su debut en Buenos Aires. "Nos parecía una idea loquísima, en un lugar tan lejano. Pero llegamos y experimentamos una profunda conexión con la gente, por su calidez, por la forma en que nos abrieron los brazos demostrando tanta pasión hacia nosotros y nuestra música", dice el cantante sobre aquel debut de 1992. "Automáticamente nos gustó el sentido del humor que manejan los argentinos, el fútbol y todo eso… Fue un momento clave para nosotros. Este es el mejor lugar para estar."
Desde ese momento hasta ahora, Die Toten Hosen construyó su propia leyenda en suelo argentino con record de visitas y varios shows memorables –como su participación en la despedida de Ramones en River, su imprevisto cruce con Iggy Pop en Dr Jekill o sus memorables shows callejeros en pleno centro porteño-. Ahora, veintiséis años después de la primera vez, la banda de Düsseldorf capitaliza su idilio con el público local alcanzando su propio festival: El Hosen Fest, el próximo 17 de noviembre en el Club Ciudad de Buenos Aires, junto a bandas como Attaque 77, Cadena Perpetua, Kraftklub, Argies, Pilsen, Mal Pasar y Fútbol. "Quisimos recurrir a toda esa gente con la que trabajamos alguna vez en el pasado, porque el tiempo nos fue haciendo amigos", dice Campino. "Además, estuvo la idea de presentarle a la gente argentina una banda alemana que es muy amiga nuestra, Kraftklub; ellos son muy famosos allá, y creo que es una gran oportunidad para que los conozcan."
¿Cuál fue el show que más recordás en Argentina?
Tuvimos varios increíbles, pero recuerdo un gran show que tuvimos después de tocar en River Plate en un lugar llamado Dr Jeckyll en el que se subió a cantar de imprevisto Iggy Pop, esa fue una noche terriblemente salvaje. No sólo por lo de Iggy, sino porque la gente estaba muy loca. Tuvimos también algunos shows en livings. Me acuerdo uno en el que un tipo nos había invitado porque su perro estaba muy enfermo y cuando llegamos el perro ya se había muerto, pero igual tocamos y estuvo buenísimo. Fue una gran fiesta. El show de Avenida Santa Fe también fue muy salvaje.
¿Van a tocar en la calle de nuevo esta vez?
Bueno, nunca digas nunca. Siempre estamos abiertos a cualquier invitación o acción interesante. Siempre que sea una buena oportunidad, le damos para adelante. Pero tampoco es algo que debamos forzar. Sé que allá hay mucha gente loca que hace que esas ideas se terminen realizando, pero ya veremos...
¿Cómo describirías este momento de los Hosen?
Estamos terminando el tour de nuestro último disco [Laune der Natur de 2017] con este nuevo proyecto de festival, en un lugar tan especial como Argentina. Ahora mismo estamos pasando mucho tiempo juntos, hablando de lo que pasó en el último mes y viendo cómo vamos a continuar con todo esto. Pero la estamos pasando muy bien entre nosotros también sin los instrumentos. Estamos felices, con buena onda.
¿Cómo se siente girar por el mundo tocando punk, un género que hoy parece tan relegado por los más jóvenes?
Bueno, sí... Las cosas han cambiado mucho y definitivamente el hip-hop y las nuevas tecnologías están delineando un nuevo panorama para la música. Pero yo diría que no hay música vieja o música moderna; para mí sólo existe la buena música o la mala música. Hay muchas bandas de mierda de punk rock y hay bandas de mierda de hip-hop. Tuve la posibilidad de ver varios shows de hip-hop y la verdad que me volaron la cabeza, así que es cuestión de no cerrarse. Hoy en todo el mundo estamos viviendo una situación política muy delicada, con Trump, con Putin... Todo está en riesgo con esta serie de lunáticos gobernando el mundo, así que creo que toda la gente con actitud debería juntarse. El estilo de música no es tan importante como antes, sino qué tenés para decir, qué querés cambiar. Estuve en festivales y el hip-hop congrega a jóvenes pero también a viejos; estaban todos juntos compartiendo lo mismo. La música no sólo son sonidos, es actitud, es política… En ese aspecto, no importa si tocás punk con viejos instrumentos: se trata de las canciones, las letras y las ideas que tengas para salir a disputar con el mundo.
¿De todos modos, creés que el punk signifique lo mismo hoy que a finales de los 70 y principios de los 80?
No necesariamente. En esos días nosotros éramos el avant garde, y hacíamos música de chicos. Hoy la música de los chicos es el hip-hop y Eminem quizás sea tan importante en los Estados Unidos como los Sex Pistols lo fueron para Inglaterra, aunque en diferentes sentidos. Yo ni siquiera intento ser como lo que se hizo a finales de los 70, y tampoco intento fingir que soy el mismo tipo que fui. Soy lo que soy por lo que fui en ese entonces, pero aprendí a crecer. Aprendí a admitir que estoy viejo y que muchas cosas han cambiado en nosotros mismos y en nuestro alrededor.
¿Y cuál es el desafío a esta altura para vos y tu banda?
Te voy a decir algo: cuando empezamos a tocar lo hacíamos en todos lados, queriendo desafiar a la comunidad y a la sociedad que nos rodeaba. Nuestros padres se asustaban con esos chicos que éramos, con nuestra rebeldía. Pero ahora, después de todos estos años, nos convertimos en lo opuesto. Somos una banda que conecta con la gente, que puede juntar en un mismo lugar a los padres con sus chicos y hacerlos disfrutar tocando algo de música. En nuestros shows todavía hay empujones y cerveza volando por el aire, pero se da una comunión muy linda, logramos juntar generaciones. Ese es nuestro mensaje, y no estaríamos siendo auténticos si actuáramos de otro modo. Hay que estar orgulloso de lo que uno emana. Estoy por encima de los 60, no puedo intentar simular ser ese héroe que era a los veintipico. No soy más el joven modelo para las nuevas generaciones. Ya sé que desde hace varios años eso está pasando por otro lado, en otro lugar, bastante lejos.
¿Cómo estás viendo el avance del feminismo como movimiento global? En Argentina atraviesa un momento clave.
Es muy importante. El feminismo es un mensaje de respeto hacia el ser humano, para dejar algún día de pensarnos finalmente a las mujeres como mujeres y a los hombres como hombres; somos todos lo mismo. Por supuesto que en muchos países la situación de la mujer sigue siendo terrible, por ejemplo en relación al salario; incluso ahora en Alemania todavía se les paga menos que a sus colegas varones. O en países de África o Asia donde son verdaderamente reprimidas, casi esclavizadas bajo la orden del hombre, ya sea con sus actividades o con su propia búsqueda del placer. Es muy importante revertir esas atrocidades. El feminismo es un camino absolutamente correcto que corre detrás de las desigualdades en todo el mundo. Pero también creo que es un proceso largo el que vamos a tener que atravesar hasta ver los resultados que buscamos. En el camino, por más que en el mundo se vean tantos retrocesos, no hay que desalentarse.
Recién mencionabas a Trump, a Putin... ¿Se puede ser optimista en relación a la situación política por la cual atraviesa el mundo?
Si mirás a tus padres y ves lo que ellos pasaron, vas a ver que la historia siempre tuvo momentos oscuros, desesperantes. Se trata de un proceso cíclico: siempre hubo gente como Trump o Putin, sólo que la coyuntura le define sus nuevas características. Es un mundo loco que parece sacudirse todo el tiempo, y nunca estamos verdaderamente a salvo. Se puede sentir la amenaza de una guerra global de nuevo, el riesgo está en el aire, pero aun así trato de ser positivo y hacer lo que pueda dentro de mis posibilidades para apoyar lo que creo que es mejor. El mundo es hermoso y hay muchas cosas inspiradores e importantes por hacer. Yo quiero seguir peleando, no rendirme, y no asustarme por lo que pueda llegar a venir.
¿Qué sentís que les queda por hacer como banda?
En la medida en la que sigamos siendo amigos entre nosotros y felices, esta es la mejor vida que podemos tener. Espero que esto siga así, al menos un poco más, porque es una gran aventura. Pero si lo comparamos con un partido de fútbol, estamos en el momento final del partido, van 85 minutos jugados y el réferi ya está mirando el reloj y no sabemos si va a adicionar seis minutos o simplemente nada. No tenemos que sentirnos tristes por eso, lo bueno es que el partido ya está ganado.
Hablás como si estuvieras pensando en el retiro...
No todavía, pero sería un idiota si te diría que voy a estar tocando por los próximos 20 años. Eso sería basura. Estamos teniendo una buena vida y todo lo que viene para nosotros está genial, es la crema de la torta. Seguramente seguiremos en esto algunos años más.
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