Todavía flotaba el aullido lustroso y preseteado de Josh Kiszka, el cantante de Greta Van Fleet, cuando Caetano Veloso salió a escena con sus tres hijos en la otra punta del predio del Lollapalooza . Sentados en línea y en formación esencialmente acústica, los Veloso arrancaron con "Baby" y marcaron el tono de la performance: ìntima, sambada, romántica y llena de referencias al relato familiar y a la monumental carrera musical de Caetano.
Un zoom a la mano nudosa de Veloso sobre las cuerdas podría resumirlo todo: a los 76 años, el bahiano sigue bordando sambas y bossa novas con una soltura incomparable, y proyectando espacios musicales mágicos en cualquier lugar donde empuñe su guitarra. La conexión con sus hijos les suma un elemento emocional a las canciones, pero más allá del vínculo filial, los herederos de Caetano son talentos por derecho propio.
Ya conocíamos largamente a Moreno, que aquí funciona como una suerte de subcomandante y lleva las riendas del concierto, no solo cuando se hace cargo de la primera voz en "O Leãozinho", por ejemplo, sino también cuando recuerda que hoy se cumplen 55 años del golpe de Estado en Brasil (31 de marzo de 1964) y aprovecha para repudiar a Bolsonaro: "Dictadura nunca más", dijo Moreno antes de concluir: "Lo mejor que podemos hacer ahora es música buena".
Menos conocidos para el público son Zeca y Tom, bastantes años más jóvenes que Moreno. Zeca es un multiinstrumentista fino que además canta con un falsete suave. Su interpretación de "Todo homem" (dedicado a su madre, Paula, que hoy cumple 50 años) al piano Rhodes fue uno de los momentos más conmovedores del show. El benjamín Tom, con una camiseta del Esporte Clube Bahia, alterna percusión, bajo y guitarra, además de aportar voces y un baile funky al frente del escenario en un momento del show.
En la última parte, Caetano se quejó con sutileza del sonido que llegaba desde el escenario Perry’s, donde tocaba Cazzu. "Me habían dicho que no se iba a escuchar la música de otros escenarios", dijo Veloso. "O me mintió mi gente o la producción le mintió a mi gente". Con interferencia y todo, su versión de la frágil y descomunal "Ofertorio" (escrita cuando su madre cumplió 90 años) desarmó a todos, y encaminó el show a un final que se reservaba el beat de "How Beautiful Could a Being Be" y, poco antes, la maravillosa "Força estranha", sobre esa fuerza extraña que llevó Caetano a cantar, y años después a sus hijos. La familia se despidió desplegando banderas negras que decían "Ditadura Nunca Mais".
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