Fue un pionero en lo suyo, todos le decían que no iba a funcionar y 30 años después le dan la razón: Jazzy Mel contraataca
En el último tiempo, se unió a otras celebridades de los ‘90 como King Africa y Machito Ponce para hacer un tour nostálgico por la Argentina; su análisis de la escena actual y las críticas que recibió en su momento
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Hace poco más de tres décadas, Jazzy Mel irrumpía en programas de radio y televisión con una propuesta que parecía adelantada a la época. Ropa de colores, gorrita a tono, movimientos frenéticos y un sonido que nada tenía que ver con lo que circulaba habitualmente en los medios de comunicación. “Me decían que el rap nunca iba a funcionar acá. ‘Eso es puro ritmo, no es música’. Bueno, puede ser, es la opinión de cada uno. ¿Pero qué no iba a funcionar? Me reía a carcajadas”, dice el músico de 56 años en diálogo con LA NACIÓN.
Oriundo de Montevideo, Uruguay, Mario Antonio Pietruszka Chamorro (su verdadero nombre) pasó su infancia en Argentina y volvió a cruzar el charco cuando ya era adolescente. Sin embargo, cuando regresó la democracia se instaló nuevamente en Buenos Aires, donde se formó y desarrolló profesionalmente, aunque sus primeros discos los tuvo que grabar en Brasil, Jezzy Mel Rock (1989) y I’m back again (1990).
Actualmente, Mario vive en la localidad bonaerense de Monte Grande. Como alguna vez tuvo un estudio de grabación, con las máquinas que le quedaron hizo una sociedad con un amigo y ofrecen el servicio de videos institucionales. “Me da para vivir tranquilo, tengo para comer, pagar mis impuestos y para mi hijo, que es lo fundamental. No comeré yo, pero mi hijo sí”, dice en referencia a Benicio, que ya tiene nueve años y no deja de sorprenderlo día a día con sus charlas y reflexiones.
A diferencia del padre, a Benicio no le gusta mucho el rap. Tampoco sus variantes más actuales, ni el trap, ni el reggaeton. Prefiere la música con melodía, dice Mario, y cuenta que el pequeño es fanático de Billy Idol, The Police y A-ha. “Nunca le impuse música, no quiero hacerlo, son cosas que escucha él en la computadora, en la vida”, explica. En el último día del padre fueron a visitar el Museo de Ciencias Naturales y en la puerta se cruzaron con Roberto Conlazo, de la banda Reynols. “Fue un encuentro mágico. Roberto le preguntó a Benicio qué música escucha y él le empezó a contar. ‘¡Te salió rockero!’, me decía, no lo podía creer”, cuenta Mario.
Si bien usó Facebook durante un tiempo, no es muy adepto a las redes sociales. Dice que no le sale mostrarse y que se considera una persona de perfil bajo, pero no porque ande escondido, ni mucho menos, aclara. Tampoco utiliza demasiado las plataformas de música. Colecciona vinilos, CD y casetes, y cuando entra a YouTube es para ver algún concierto en vivo de sus artistas favoritos, Chaka Khan, Stevie Wonder, George Benson o Bill Withers.
Respecto a su música, Jazzy Mel cuenta que tiene varias canciones escritas, pero que todavía no se metió a grabarlas. “Para editarlas tenés que juntarte con los músicos, ensayarlas, ir al estudio, grabarlas y mezclarlas. Con la pandemia se postergó un poco eso. Hay que coordinar muchas cosas, eso me tiene un poquito demorado”, admite. En parte, por eso se unió a King Africa y Machito Ponce en el 390 tour “La Fiesta”, un proyecto que junta a las tres celebridades de la década del 90 para hacer recitales por todo el país. “La idea es vender el show ahora que se reactiva todo. Desde la pandemia que no hacemos nada, esos conciertos serían la platita que guardaría para grabar lo nuevo”, explica.
Antes de convertirse en Jazzy Mel, el primer rapero que editó un álbum en la Argentina, y de lanzar su gran hit “Fue amor”, Mario se encargaba de hacer sonar la música que amaba en cada lugar donde pudiera. “Pasaba rap en orfanatos, escuelas, radios underground. Y, sin embargo, era siempre la misma repuesta: ‘¿Eso qué es?’”, recuerda. Y admite: “Lo sufrí muchísimo, me sentía bastardeado. Cuando empecé a hacer mi música los pel… de las revistas de rock de acá me criticaban diciendo que no era el verdadero rap, porque yo hacía un rap para bailar y porque coqueteaba con el pop. Cuando me tuve que ir a Brasil e hice rap, como ellos llaman, callejero (sin saber lo que es rap callejero), jamás se interesaron en pasar esos discos y jamás le dieron bola. Es todo una farsa”, se queja Mario.
Los años pasaron y el rap fue ganando terreno en la Argentina. Lo que antes era ridículo, chistoso o parte de un ghetto, adquirió la categoría de mainstream, y hoy los raperos y sus derivados dominan las listas de éxitos a nivel local. “Ahora estoy más relajado porque veo cómo está el rap hoy. Está en todos lados y no se lo pueden sacar de encima. Y me encanta”, remarca. Aunque también señala algunas diferencias con respecto al pasado. “Todo ha cambiado, ya no es el rap que tenía técnica, cadencia, síncopa. Es un pibe diciendo un verso sin ningún tipo de métrica interesante. Generalmente, tirando dardos y haciendo bullying a otros, cosas que la verdad, a estas alturas, tendrían que estar más que superadas”.
Para Mario, un pionero en la materia, la demora del impacto del género rap en Argentina tiene su explicación. “Acá hubo varios genocidios. El más cercano fue el de la dictadura de 1976. Por eso hoy no encontramos ningún político para elegir, los mataron a todos en los 70, ¿qué tenemos ahora? Cachivaches”, dice el músico y aclara que es su opinión personal. “Estoy hablando de la falta que nos hace la gente con ideales”, precisa. Y continúa con su argumentación: “Antes tuvimos el genocidio de los indios para usurparles las tierras, y en el medio de eso el de los morenos de África y sus descendientes. Esto queda claro cuando mirás, por ejemplo, Brasil, donde está toda la comunidad afro. En Estados Unidos y en Centroamérica, también, hasta en Uruguay. En los lugares donde no los liquidaron, los afros enriquecieron la música de una manera espectacular”, sostiene.
Y ejemplifica: “Solo en Estados Unidos está el blues, el jazz, el gospel, el funk, el rap. En Centroamérica, la rumba, el merengue, el chachachá, tantos ritmos con subdivisiones y subgéneros. En Jamaica, el reggae; en Colombia y Ecuador, la cumbia; en Brasil, la samba y el enredo; en Uruguay, el candombe. ¿Y acá en Argentina?”, se pregunta Mario. “Querían hacer de Argentina la Europa de Sudamérica, entonces el negro molestaba en ese linaje que podía generarse. Hasta Los Beatles también son un resultado de los negros, ¡si copiaban a Chuck Berry!”, indica y se lamenta por el “hueco enorme y doloroso” que hay en la música.
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