Con un Estadio Único al límite de su capacidad, el cantante hawaiano demostró por qué es una de las figuras más codiciadas del pop global
Acababa de terminar "24K Magic", la segunda canción del listado -la que le da nombre a su último disco-, y Bruno Mars tuvo que detenerse durante largos segundos para contemplar una ovación ensordecedora que retumbaba bajó el techo del Estadio Ciudad de La Plata como una avalancha de histeria contenida. Habían pasado solo unos minutos de show, pero el cantante ya había puesto a funcionar toda su maquinaria del entretenimiento calibrada al detalle, con pirotecnia, globos luminosos, coreografías e imponentes juegos de luces. El efecto de semejante montaje, quedó comprobado, resulta letal.
El sábado por la noche, en su segunda visita a Argentina, Peter Gene Hernández volvió a mostrar qué es lo que pasa cuando se convierte en Bruno Mars, ese pequeño movedizo y cool capaz de hacerlo todo bien. Vestido con uniforme de beisbol rojo y acompañado por los Hooligans, una crew de verdaderos atletas que tocan y bailan sin perder el aire ni el estilo, Mars sumerge al público en su propia fantasía pop: de repente estás ahí, como en el rodaje de uno de sus videos, saboreando un improbable aroma a gueto glamoroso, donde todo es baile, celebración y sonrisas blancas.
Desde el funky bailable de aire Motown de "Perm", pasando por el R&B de "Calling All My Lovelies" -con Mars en guitarra eléctrica, soltando un gran solo que parecía dirigir a la memoria de Prince, una de sus máximas referencias-, hasta su costado rockero con "Runaway Baby", el hawaiano lidera con cercanía una banda de morenos que hacen de toda la parafarnalia externa tan solo un complemento. A diferencia de casos como el de Coldplay, Mars podría prescindir de todo el circo colorido y grandilocuente, y aún así mantener la tensión y el atractivo de un show siempre enfocado en el groove.
Solo en "When I Was Your Man", Mars queda a solas sobre el escenario, tan solo acompañado por un pianista, para mostrar la pregnancia de su voz -maleable y casi siempre recostada en sus agudos- en plan intimista y romántico, frente a casi 50 mil personas que convertían el estadio en una gran constelación de luces blancas titilando.
El final, primero con el hit de aire The Police "Locked Out Of Heaven" y "Just the Way You Are", y después con "Uptown Funk", el megaéxito facturado junto a Mark Ronson, el escenario volvía a convertirse en una pista de baile, con Mars sacándole chispas a la suela de sus Nike blancas, mientras un grupo de bomberos se montaba al escenario para intentar detener las llamas disparándole con matafuegos.
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