Bruce Willis, eje de una sátira simplista
"Mi vecino, el asesino" ("The Whole Nine Yards", Estados Unidos/2000). Presentada por Distribution Company S.A. y Leda Films. Fotografía: David Franco. Música: Randy Edelman. Intérpretes: Bruce Willis, Matthew Perry, Rosanna Arquette, Natasha Henstridge y Michael Clarke Duncan. Guión: Mitchell Kapner. Dirección: Jonathan Lynn. Duración: 98 minutos. Para mayores de 13 años. Nuestra opinión: regular.
Bruce Willis, un actor de enorme versatilidad que cimentó su carrera sobre la base de grandes éxitos de boletería o de prestigiosos films independientes, no puede ya desprenderse de ese carisma tan particular que tanto lo pone con igual comodidad en personajes siniestros o en tipos simpáticos dispuestos a enredarse en alguna aventura disparatada.
Sin embargo, no siempre acierta con los guiones que debe animar (vaya a saberse si por gusto o por obligaciones de contrato), y su figura se opaca en medio de un relato insulso y poco atractivo. Este es el caso de "Mi vecino, el asesino", una comedia delirante que gira en torno de un tímido dentista que ejerce su profesión en Canadá, rodeado por una insoportable esposa y por una suegra inaguantable.
El mundo de este antihéroe se altera cuando conoce a Jimmy, su nuevo vecino, que proviene de un círculo mafioso y que, con total sangre fría, idea alocados planes para salvar su vida, resguardar la integridad física de su vecino dentista, enamorarse y manejar con habilidad su infalible revólver.
El relato intenta recorrer la senda de la comedia, pero muy poco hay de sabroso en esta aventura que lucha a brazo partido para divertir al espectador. Con una sumatoria de gags sin mayor efecto cómico y un entretejido que tiende a la confusión y a la parodia simplista, la anécdota se esfuerza (y nunca lo consigue) por arribar a un final que no le demande mucho esfuerzo al público.
Fórmula conocida
El director Jonathan Lynn ("Mi primo Vinny") poco pudo hacer aquí con un libreto carente de originalidad que, por momentos, cae en el error de apuntar a situaciones edulcoradas con un humor demasiado grueso.
"Mi vecino, el asesino" repite, pues, esa fórmula tan utilizada por el cine norteamericano, basada en enredos casi de vodevil y en historias que anudan la acción, el romance y cierta audacia en el planteo de la trama y que, finalmente, aporta una moraleja donde, como en este caso, tanto el pistolero como el dentista, transformados en amigos del alma, logran la ansiada felicidad.
Bruce Willis deja trascender su indudable oficio y apuesta a la picardía y al desenfado; Matthew Perry, protagonista de la serie de TV "Friends", una de las más exitosas en los Estados Unidos, trata de ser simpático en su personaje de trastornado dentista, y Rosanna Arquette impulsa su parte antipática con más esfuerzo que credibilidad.
Tanto la fotografía como la banda musical y los demás rubros técnicos procuraron cumplir con propiedad con sus respectivos cometidos. Pero el resultado final es, lamentablemente, muy endeble.