Broche de oro para una carrera ejemplar: por qué El irlandés debería ganar el Oscar a mejor película
Porque es la película más imponente, ambiciosa, exigente, arriesgada e inteligente de las nueve nominadas. En un año con muy buenos films que aspiran al Oscar principal y que fueron dirigidos por cineastas de la talla de James Mangold, Sam Mendes, Todd Phillips, Noah Baumbach, Quentin Tarantino, Taika Waititi, Bong Joon-ho y Greta Gerwig, El irlandés tiene ínfulas, alcances y hallazgos que la ubican por encima de sus competidoras. A partir del guion que Steven Zaillian escribió sobre el bestseller I Heard You Paint Houses, que Charles Brandt publicó en 2004, Martin Scorseseconstruyó un film que sintoniza a la perfección con varias obsesiones que lo acompañan desde siempre, como los códigos de los gánsteres, los límites que impone el poder, la lealtad, la amistad a través del tiempo, las contradicciones familiares, la culpa y la búsqueda (muchas veces imposible) de la redención. La película se centra en la figura de Frank "The Irishman" Sheeran (Robert De Niro), veterano de la Segunda Guerra Mundial y camionero desde 1947 devenido en asesino a sueldo de la mafia de Filadelfia que durante muchos años fue algo así como la mano derecha de Jimmy Hoffa (Al Pacino), el despótico líder del poderosísimo sindicato de los teamsters (camioneros) que desapareció de forma misteriosa en 1975. El irlandés es un personaje que en cualquier otra película sería lateral, un mero y hasta insignificante secundario, pero que aquí –desde una vejez cargada de tristeza, decepción y resignación– es quien recuerda y reconstruye la historia.
Porque Scorsese merece un reconocimiento por un film de estas dimensiones. Con diez nominaciones al Oscar, el director de Calles salvajes, Taxi Driver, Toro salvaje, La edad de la inocencia, Pandillas de Nueva York y El lobo de Wall Street solo fue premiado por la Academia de Hollywood en 2007 por Los infiltrados, un sólido exponente de género, pero que no se ubica entre los trabajos más trascendentes de su carrera. Una producción como El irlandés, que de alguna manera cierra el círculo iniciado con Buenos muchachos y Casino, merecería ganar el Oscar principal. Sería un doble tributo: a una gran película y a la trayectoria de un realizador clave del cine mundial de los últimos 50 años.
Porque tiene a uno de los mejores elencos jamás reunidos. Uno de los principales placeres de El irlandés es el reencuentro entre Scorsese (de 77 años) y su alter ego Robert De Niro (de 76). Juntos han construido un capítulo esencial del cine estadounidense de las últimas décadas con Calles salvajes, Taxi Driver, New York, New York, Toro salvaje, El rey de la comedia, Cabo de miedo y las apuntadas Buenos muchachos y Casino. El irlandés es otra colaboración extraordinaria entre ambos (aunque De Niro fue excluido a la hora de las nominaciones) y para esta ocasión se les sumaron nada menos que Al Pacino y Joe Pesci (ambos sí son candidatos en la categoría de mejor actor secundario), acompañados por un magistral elenco que integran desde Harvey Keitel hasta Ray Romano, pasando por Bobby Cannavale y Anna Paquin. Con mayor o menos tiempo en pantalla, con más o menos parlamentos, cada uno da lo mejor y le saca el mayor provecho a sus personajes.
Porque en cada rubro hay una maestría singular. El minucioso e impecable guion estuvo a cargo del cotizado Steven Zaillian (el mismo de La lista de Schindler y Misión: Imposible), la fotografía es del mexicano Rodrigo Prieto (ya había trabajado con Scorsese en El lobo de Wall Street), la música es del mítico Robbie Robertson (sí, quien fuera líder de The Band) y la edición es de su habitual y eximia colaboradora Thelma Schoonmaker. Cada parte es brillante en sí misma, pero la suma es aún mejor.
Porque es un prodigio visual que demandó un esfuerzo titánico. Scorsese tenía en claro que quería a De Niro, Pacino y Pesci, pero necesitaba que en el pasado de la narración lucieran (mucho más) jóvenes. Por eso, los maestros de los efectos visuales (supervisados por el argentino Pablo Helman) debieron hacer un trabajo minucioso y costosísimo en tiempo y despliegue tecnológico para "rejuvenecer" a los protagonistas. El resultado en este terreno también es asombroso y es por eso que El irlandés está nominado junto a películas donde los efectos visuales son esenciales como Avengers: Endgame o Star Wars: El ascenso de Skywalker.
Porque el lobby anti-Netflix de la industria tradicional no debería afectar a una figura como Scorsese. Nadie ha defendido más al cine en el cine que Martin Scorsese. Este apasionado amante del séptimo arte dedicó buena parte de sus esfuerzos y dinero a restaurar, preservar y difundir grandes clásicos de todo el mundo a través de su fundación World Cinema Project. Aunque Netflix avanza en la consideración de la industria –y fue el único estudio dispuesto a desembolsar los 175 millones de dólares que finalmente insumió el El irlandés–, todavía genera muchos resquemores. Fue esa reticencia (o directamente rechazo) la que le impidió a Roma, de Alfonso Cuarón, ganar en la última edición el Oscar principal. Más allá de la opinión que cada votante o cinéfilo pueda tener sobre el gigante del streaming, no debería limitar en este caso las posibilidades de un director inmenso como Scorsese.
Porque vista en pantalla grande sus hallazgos se agigantan y además exige del espectador un compromiso que el cine contemporáneo parece haber abandonado. Muchos usuarios de Netflix, habituados quizás a películas efímeras, superficiales y pasatistas, se quejaron de la inusual duración de El irlandés: tres horas y media. Es cierto que esta saga de crímenes, alianzas y traiciones, peleas sindicales, procesos judiciales y desencuentros familiares demanda una atención especial, pero esos 210 minutos no son antojadizos ni caprichosos. Hay en El irlandés muchas aristas, múltiples pliegues, innumerables derivaciones y alcances. Solo hay que tener la paciencia y la capacidad de apreciarlos.Es una lástima que el recorrido de la película haya quedado limitado a apenas 58 salas en la Argentina. El consumo hogareño puede ser muy disfrutable y los avances tecnológicos permiten hoy ver películas en excelentes condiciones, pero El irlandés, con su maestría y sus logros, exige la pantalla más grande posible. Quienes han tenido la fortuna de verla en las condiciones ideales saben que ni el mejor servicio de streaming se acerca a las emociones que una película así produce en la inmensidad de un cine.
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