Broadway rockea: el Jefe desembarca en el teatro con una obra íntima de música y relatos conmovedores
Con una trayectoria musical de varias décadas y una exitosa autobiografía, Born to Run, Bruce Springsteen decidió combinar ambas dimensiones en un "unipersonal" sobre su vida
NUEVA YORK.- "Springsteen on Broadway": para un cantautor que empezó cantando a la gorra en los bares de la costa de Jersey hasta erigirse en símbolo de empatía para la clase obrera norteamericana, y que canta en estadios desde hace casi cuatro décadas, la mera yuxtaposición de esas palabras parece un choque de estilos y de proporciones. ¿Se trata de un recital íntimo o de un espectáculo teatral? Bruce Springsteen dice que es otra cosa, y que ahora su objetivo es dejar una marca en Broadway.
Todo empezó en la Casa Blanca. El 12 de enero, en las últimas semanas del gobierno de Obama, Springsteen dio un concierto acústico en el Salón Este durante la fiesta de despedida ofrecida por la familia Obama a unos 250 empleados de la Casa Blanca. Para Springsteen, que se toma cada presentación muy seriamente, era como el día del juicio. Armó con sumo cuidado una lista de canciones que abarcaba toda su carrera, y amenizó el recital con relatos y recuerdos extraídos de Born to Run, la autobiografía que publicó en 2016.
"Conté muchas historias que se remontaban a nuestros primeros días, en el Bottom Line, cuando tocábamos frente a unas doscientas personas", dice Springsteen en su casa-estudio de Colts Neck, Nueva Jersey, recordando el club nocturno de Greenwich Village donde se hicieron famosos sus recitales, a mediados de 1975. "Todo funcionaba en un entorno muy, muy íntimo", recordó. Cuando regresaban de la Casa Blanca, Springsteen y su esposa, Patti Scialfa, y su agente, Jon Landau, empezaron a pensar que debían acercarle a más gente la experiencia de un recital como ese.
"La forma en que combina los relatos con las canciones que elige parece algo muy fácil de hacer, pero es una verdadera obra de arte performativo", dice Landau.
Nueve meses después, el resultado de esa charla es Springsteen on Broadway, que arrancó el 3 de octubre pasado y sigue con cinco funciones semanales hasta febrero próximo. El show se presenta en el Teatro Walter Kerr, una sala de 960 asientos que fue construida en 1929 y que ha albergado a más producciones ganadoras de premios Pulitzer y premios Tonny que cualquier otro teatro de Broadway. Allí, Springsteen tardará un mes en actuar para la cantidad de fans que podrían verlo al mismo tiempo en un solo recital de estadio. Pero esta es otra "escena".
Sabiendo que sólo Broadway podía ofrecer la clase de experiencia íntima y elegante que buscaban, Springsteen y Landau visitaron los teatros que tenían disponibles los tres mayores propietarios de salas de Broadway -Shubert, Nederlander y Jujamcyn-, antes de decidirse por el Teatro Walter Kerr, de Jujamcyn, uno de los más pequeños de la lista.
"Realmente se tomaron el trabajo de considerar la sala desde todos los ángulos, de probar la visual desde el escenario y desde distintos lugares de la platea, y volvieron varias veces", dice Jordan Roth, presidente de Jujamcyn Theaters.
En términos de Broadway, lo de Springsteen será un show unipersonal. A diferencia de sus maratones en estadios, estará sobre el escenario durante dos horas, con un piano cuarto de cola y un "arreglo de guitarras", en palabras del cantante.
Pero Springsteen aspira a brindar algo distinto a lo de sus típicos recitales, un espectáculo en el que las canciones y las palabras se sumen para conformar lo que él llama "una tercera entidad".
"No es un recital de rock trasladado a un escenario chico", dice Roth. "Esta es una experiencia de relato a través de las palabras y a través de las canciones, y eso es lo que hacemos en Broadway. Eso es precisamente lo que es el teatro", agregó.
"Nuestra idea era respetar Broadway como el lugar único que es, y tratar de hacer lo que se suele hacer en Broadway, siempre y cuando cumpliera con nuestras necesidades creativas", dice Landau, y pasa a enumerar la lista de las que llama "las convenciones de Broadway": "El espectáculo empieza en medio de un absoluto silencio, con la gente sentada en sus butacas". Y agrega: "Broadway impone cierto decoro, cierta atmósfera muy a tono con las sutilezas que Bruce quiere transmitir en este show en particular".
A continuación, algunos fragmentos de la conversación con Springsteen en su casa-estudio de Colts Neck, entre hileras de guitarras, teclados y elementos de percusión, donde crea casi toda su música desde hace una década:
-¿Cómo era el ánimo en la Casa Blanca cuando actuó allí?
- La sensación allá era la misma que acá (risas). Por supuesto que había consternación y preocupación.
-Usted canta desde hace décadas sobre personas que han perdido su trabajo, que son marginadas o dejadas de lado, la clase trabajadora olvidada que ahora parece haberse volcado por Trump.
-Creo que seguimos atravesando tiempos muy difíciles, en tanto la desindustrialización que se produjo en las décadas de 1970 y 1980 fue realmente devastadora para todo un segmento de la población. Y son temas de los que nunca se ocuparon de veras ni los republicanos ni los demócratas. Es un problema complejo que tiene que ver con la tecnología a nivel global, y yo no tengo la respuesta. Pero sé que una gran parte de la población terminó desencantada, y creo que Trump supo canalizar esos sentimientos a través de su discurso. Es un experto en saber lo que la gente quiere oír.
-Volvamos a Broadway, donde su espectáculo bien podría ser el único en el que no hay un director ni un guionista.
-¡Esos soy yo! (risas). Voy a dirigirme sobre el escenario, y el guión también lo escribí yo mismo. Es un show bastante básico, donde voy a tocar mis canciones y contar mis historias. Así que no hacía falta demasiado más.
-Usted tiene mucha experiencia en armar shows.
-Me pasé la vida haciendo eso. Gran parte del oficio tiene que ver con eso. Los músicos de mi generación crecimos entre los grandes artífices que sabían cómo armar un show, cómo hacerlo avanzar. Y eso también se aplica a los espectáculos acústicos, que tienen que tener sus ritmos, sus espacios para contar algunas historias, sin que por eso el espectáculo pierda impulso. Pero, a estas alturas, ya es todo instintivo.
-¿Piensa usar video?
-Básicamente, es un show unipersonal. No hay producción detrás del escenario, apenas unas luces y equipos de sonido de altísima fidelidad. Me pareció que cualquier cosa que fuera más allá de las canciones y los relatos iba a resultar muy solemne y distractivo.
-¿Suele ir a ver espectáculos de Broadway?
-A veces. Pero no intenté escribir un musical estilo Broadway. ¡Eso es muy difícil! Mis felicitaciones a quienes lo intentan. No son las mismas reglas que para escribir canciones pop, las herramientas que hacen falta son completamente diferentes. No es escribir 12 canciones y tratar de pegarlas de cualquier manera. Creo que el que mejor lo logró fue mi amigo Sting, que hizo un gran trabajo con The Last Ship. Pero yo no sabría hacerlo.
-Tanto en su libro como en este nuevo espectáculo parece estar explorando todo su pasado. ¿También está escribiendo canciones nuevas?
-Acabo de grabar un disco. Estaba inspirado. En los periodos de gran inspiración es como tener hambre todo el tiempo. Uno siente hambre de escribir, de componer. Es una de las sensaciones más maravillosas del mundo para un compositor, porque sabemos lo feo que es no tener ese apetito. Pero cuando uno se engancha, entonces puede alimentar ese apetito en cualquier parte, escribir los mejores versos en la mesa de la cocina, o despertarse en medio de la noche con un estribillo en la cabeza y tener que ponerlo en papel de inmediato. Escribo literalmente en cualquier parte, y es una sensación hermosa. Pero no es algo que ocurra muy seguido.
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