Brilló en Casi Ángeles, emigró a Hollywood donde tuvo “dos años terribles” y hoy logró cumplir su sueño: así está hoy Daniela Aita, “la paisa”
En diálogo con LA NACION, la actriz recordó sus inicios en los teatros de Morón, la construcción de su recordado personaje en la ficción de Cris Morena y su decisión de vivir en los Estados Unidos para “destrabar las puertas” que se le cerraron en la Argentina
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Aquellos que crecieron entre el ‘90 y el 2000 seguramente vieron algún programa de Cris Morena. Desde Jugate Conmigo, hasta Verano del ‘98 y Chiquititas, lo que sucedía en la pantalla chica generaba un nivel de fanatismo pocas veces visto. Para muchos, actuar en esos proyectos era un sueño y estaban dispuestos a todo por hacerlo realidad. Eso, por lo menos, era lo que anhelaba una niña de Morón que a los seis años pidió ir a un casting, pero tuvo que esperar hasta los 20 para tener la oportunidad de su vida. Daniela Aita alcanzó la fama gracias a su personaje de Caridad en Casi Ángeles, pero, así como la propuesta llegó rápido, de un día para el otro el teléfono dejó de sonar. Convencida de hacer que las cosas sucedan, armó las valijas y emigró a los Estados Unidos en busca de sus propias oportunidades. En diálogo con LA NACION, contó como fue trabajar en una de las novelas argentinas más exitosas, la escasez de ofertas laborales y cómo -de a poco- se arma un camino para triunfar en Hollywood.
Si bien muchos padres autorizan a sus hijos a trabajar en televisión cuando son menores de edad, ese no fue el caso de los de “Dakyta” Aita. “Si es tu vocación, cuando termines el colegio, vas a poder hacerlo”, le dijeron. A los 10 años comenzó a estudiar actuación y a formar parte de algunas obras de teatro en la Universidad de Morón, convencida de que la vida le tenía preparado algo grande.
Cuando terminó el secundario, arrancó la carrera de locución, a la par de que tomaba clases en el conservatorio de actuación en su barrio. Tras algunos comerciales, en 2008 le llegó la oportunidad de sus sueños: un casting para la segunda temporada de Casi Ángeles, el boom de la época.
“Fue increíble en todo sentido, pero era lo que siempre supe que me iba a pasar. Apliqué la ley de atracción a los siete años sin saber que existía”, aseguró a LA NACION. Fue elegida para interpretar a Caridad, “la paisa”, una joven de campo, bondadosa y de buen corazón que llegaba al Hogar mágico, y se convertía en el interés romántico de Nacho, el personaje de Agustín “Cachete” Sierra.
Daniela tuvo la oportunidad de aplicar allí lo que aprendió durante la última década y comenzó a construir a su personaje, una joven que se crio en el campo y perdió a sus padres. Desde tener un modo de hablar específico, hasta relacionar todo con los animales, ella buscó darle a Caridad su propia identidad. Incluso, le propuso a Cris Morena que su personaje tuviera “algo mágico”: cuando se acercaba al micrófono, le salía su voz de locutora.
“Cuando grabé la primera escena con Graciela Pal, me la crucé a Cris en el pasillo y me dijo ‘no hagás ningún acento, hablá como vos y sé vos’... pero yo ya era mi personaje. Se lo dije a la coach actoral, Cecilia Echagüe, y ella me aconsejó que confíe en lo que preparamos porque le iba a encantar. Me mandé, lo hice y me felicitó. Después de eso, Caridad ya tuvo su propia identidad y se volvió ajena a mí. Jamás me salió hablar como ella afuera del canal”.
Daniela Aita, “la paisa” de Casi Ángeles
Aunque vivía un sueño, eso no evitó que tuviera que adaptarse a una nueva rutina y a un grupo donde la mitad de sus integrantes llevaba un año consolidado. “Si bien mi personaje era del campo, yo no dejaba de ser una chica de Morón. No era del mundo de la televisión”. En este sentido, destacó el gran clima laboral – muy fomentado por Cris Morena – y el papel clave que tuvo para ella Nicolás Vázquez, quien la ayudaba cada vez que el director gritaba “acción” y la cámara se prendía.
Pero, así como conoció la fama internacional de un día para otro, el reflector se apagó sin aviso previo. “Empezamos a grabar la tercera temporada en enero y yo tenía contrato hasta diciembre. En febrero me llamó mi representante para decirme que leyó un capítulo donde figuraba que mi personaje moría. De un día para el otro se me cayó el mundo. Éramos todos una gran familia y de repente se terminó. Fue muy shockeante, no me lo imaginaba”.
Si bien este tipo de cosas suceden en las novelas, y la muerte de su personaje sería “la menos predecible” para la historia, la situación la hizo proyectar dos escenarios posibles: llorar y esperar a que algo mágico suceda, o bien, entender que era parte de la profesión que eligió. Mientras finalizaba su participación, consiguió un personaje en Enséñame a vivir, una tira de Polka que se emitía por eltrece a la misma hora que Casi Ángeles en Telefe.
Incluso, el propio Adrián Suar le permitió hacer algunas participaciones en el programa de Cris Morena bajo la condición de que tuviera un cambio de look.
A finales de 2009, el mismo día en el que se iba de vacaciones, hizo un casting para una novela que ya estaba al aire. Unas horas después le avisaron que consiguió el papel y tuvo que decidir si aceptar la oferta o “no dejar en banda” a su amiga. Optó por la segunda opción y esto le costó un alto precio. “No trabajé más en series. Fue terrible”, recordó. Hoy un poco se arrepiente, pero en ese momento no, ya que terminó la carrera de locución, y consiguió trabajo como conductora de programas musicales: “Me hubiese encantado protagonizar todas las tiras en la Argentina, pero no me pasó y gracias a eso hice otra cosa que me abrió otro mundo”.
Aunque tenía trabajo como conductora y cubría festivales, lo que realmente quería era actuar. Comenzó a buscar un espacio para crecer: “No sé bien que pasó, pero no tuve la oportunidad de hacer una película, no sentí que me valorasen, no tenía ni representante. Dije ‘voy a estudiar actuación para ser tan buena que no les quede otra que contratarme’”. Todo le indicaba que el sitio correcto para hacerlo era Los Ángeles, así que armó las valijas, juntó los papeles y emprendió un viaje rumbo a los Estados Unidos.
De tomar clases de actuación en Morón a desfilar por las alfombras roja de Los Ángeles
Cuando llegó, rápidamente comenzó a estudiar inglés y actuación, porque sin eso no podía presentarse a ninguna audición. “Seguí mi instinto, mi corazonada. Algo adentro mío me gritaba que tenía que hacer”. Realizó pequeñas participaciones “para sobrevivir” mientras estudiaba para esas oportunidades: “Los dos primeros años fueron terribles, pero gracias a eso estoy en el lugar que estoy. En ningún momento bajé los brazos, nunca fue una opción para mí”.
De a poco, las cosas se acomodaron. A un año de su llegada, la embajada de Israel la invitó a un show privado de la cantante Noa Kirel, que era fanática de Casi Ángeles. Ese evento le permitió que un mánager se ofreciera a representarla, después consiguió agentes y completó su equipo.
En los últimos años, hizo un poco de todo, entre eso, la película Navidad sin reserva - escrita y dirigida por la argentina Roberta Cumbianchera - que se estrenará próximamente. Allí interpreta a Florencia, una mujer que se casó con un norteamericano y como los papeles tardaron cinco años, estuvo todo ese tiempo sin ver a su familia.
Daniela se sintió muy identificada con esa historia: durante la pandemia no pudo salir de los Estados Unidos, ni ver a su familia, ni tampoco conocer a su sobrina recién nacida.
Hoy, instalada desde hace cinco años en Los Ángeles, ve el fruto de todo ese trabajo y sigue convencida de que todo pasa por algo. Es influencer – allá se los conoce como creators-, tiene más de 278 mil seguidores en Instagram, trabaja con diferentes marcas, la invitan a hacer entrevistas para sus redes sociales, escribe para Billboard Argentina y para Buzz en los Estados Unidos y genera contenido para redes sociales. Además, trabaja en el canal LA TV.
Si bien su gran sueño es forjar su carrera en Hollywood y ser la representante argentina en la industria, el anhelo de protagonizar una producción nacional sigue latente: “Amaría estar con mi familia en el día a día, pero haciendo algo que me permita crecer también en Los Ángeles”.
“Acá siento que me valoran, que me cuidan, mis managers, agentes, la gente con la que trabajo. Uno tiene que elegir dónde poner la energía y cómo”. A sus 35 años, Daniela o Dakyta considera que hoy vive todo lo que esperaba y tal vez más.
Sucedieron muchas cosas entre esta versión suya y la de la niña pequeña que actuaba de muñeca en una obra de teatro en Morón. Parece muy lejano, y lo es, pero a la vez no tanto. Acaba de grabar el piloto de su propio programa de música y produjo un podcast. Siempre con la vista en el futuro, porque quien sabe qué llegará después. “Hoy trabajo de lo que vine a hacer y estoy muy feliz por eso”.
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