Bright, la superproducción de Netflix, es visualmente impactante, pero no demasiado convincente
Protagonizada por Will Smith y Noomi Rapace, la película que estará disponible a partir de mañana no llega a cumplir las expectativas
Bright. Dirección: David Ayer Guión: Max Landis Elenco: Will Smith, Joel Edgerton, Noomi Rapace, Lucy Fry, Edgar Ramírez y Jay Hernández Duración: 117 minutos. Película original disponible desde el 22 de diciembre en Netflix Nuestra opinión: Regular
Netflix cierra un muy exitoso año con una de sus producciones originales más costosas (90 millones de dólares) y ambiciosas (un policial contemporáneo, pero con orcos, elfos, hadas y magos) dirigida por David Ayer (En la mira, Corazones de hierro, Escuadrón suicida), escrita por Max Landis (Poder sin límites, Operación Ultra, Victor Frankenstein) y con un elenco multiestelar encabezado por Will Smith , Joel Edgerton y Noomi Rapace. El problema es que, a pesar de tantos recursos y talentos reunidos, Bright no es una buena película.
La sensación de acumulación y de derroche, de ostentación y de caprichos, nos devuelve un film espectacular en lo visual (para verlo en el monitor más grande y con el mejor sistema de sonido posible), pero bastante fallido en su objetivo principal: fascinar y entretener. Los títulos de apertura nos muestran una Los Angeles muy sórdida y con mucho street art. Paredones pintados por artistas del grafiti, hip hop de fondo (el soundtrack también es suntuoso con temas de Alt-J, Snoop Dogg, Logic, Bastille y muchos más) y una escena inicial en la que al policía Daryl Ward (Smith) le disparan a quemarropa mientras su compañero, un orco llamado Nick Jakoby ( Joel Edgerton ), le compra un burrito para el almuerzo. Ward sobrevive de milagro y la acción arranca el día en que se reincorpora al servicio. El protagonista debe lidiar con sus vecinos (vive en un barrio peligroso), con un hada desquiciada, se despide de su pequeña hija y vuelve a la acción. Su regreso al departamento de policía nos permitirá apreciar que el racismo ahora ya no es tanto con los afroamericanos sino con los orcos y, en ese sentido, la presencia de Jakoby (el primer representante de esa raza en la fuerza), más que una señal de apertura y diversidad, es un “cáncer” que varios sectores pretenden extirpar.
A Ward lo presionarán para que traicione a Jakoby, pero mientras cumplen juntos una misión nocturna aparecerán policías corruptos, pandilleros latinos y un clan liderado por una despiadada elfa (una muy desaprovechada Rapace) que busca hacerse de un poderoso elemento mágico en poder de la joven Tikka (Lucy Fry). Bright es una mixtura no del todo lograda entre varios conceptos: el policial que remite a Día de entrenamiento (exitosa película escrita por Ayer), el universo fantástico de la literatura de J.R.R. Tolkien, la guerra de pandillas de The Warriors, la tensión racial y las diferencias de clase de Sector 9, algo de artes marciales, y ciertos toques de ciencia ficción que remiten a Blade Runner y The Matrix. Una ensalada con demasiados ingredientes que no combinan entre sí. El fracaso artístico de Bright no parece haber inmutado a Ted Sarandos (el responsable de los contenidos de Netflix figura como productor de la película) y la secuela está en marcha. Será cuestión, entonces de que Ayer, Smith y compañía mejoren bastante la puntería.
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