Una decena de episodios increíbles que nos dejó la Copa del Mundo
Podría ser el mordiscón de Luis Suárez a Giorgio Chiellini, el tatuaje con el casigol del chileno Mauricio Pinilla, el eterno Faryd Mondragón atajando a los 43 años, las palizas memorables de Holanda a España y de Alemania a Brasil o el concierto de penales inventados y goles mal anulados. O también estos otros diez que rescatamos para no olvidar nunca más este Mundial que acaba de terminar para siempre.
El jugador número 12
Ghana y Portugal se jugaban sus últimas fichas en el torneo. Necesitaban conseguir una victoria, aunque eso no les aseguraba la continuidad. Hacía falta poner algo más. Esa fuerza interna que todo jugador propone en los momentos límite. Y allí apareció el bueno de Jordan Ayew (hijo del legendario Abédi Pelé), exhibiéndole al mundo una de sus más grandes virtudes luego de que el portugués William Carvalho le estirara el pantalón de manera pornográfica. Fue lo más rescatable del último partido de ambos equipos en Brasil.
El misterioso penal de Holanda
Semifinales. Empate en el tiempo reglamentario. Definición por penales. Inaugura la serie Ron Vlaar. El holandés ejecuta el tiro con solvencia pero el arquero argentino adivina su intención. Sergio Romero sale enloquecido a festejar porque la pelota no entra. ¿O sí? Aunque la televisación se concentró en el portero, otras imágenes muestran que luego de la intervención de Romero el balón toma un curioso efecto en dirección a la línea del arco. El reglamento indica que la acción del penal finaliza recién cuando la pelota cesa su movimiento. Los jugadores de Holanda advirtieron la situación, aunque el esférico se detuvo antes de traspasar la línea de cal. Chupate una naranja y nos vemos en Rusia 2018.
No solo Cristo nos mira
Son pocos los puntos desde Río de Janeiro que permanecen ajenos al escrutinio del Cristo Redentor. Pero hubo algunos que pudieron ver aún más. Fueron los drones israelíes y estadounidenses puestos al servicio del control y la seguridad de todos los sitios con actividad vinculada al Mundial. Algunos aprovecharon la volada (nunca mejor dicha la palabra) en beneficio de objetos que nada tenían que ver con la organización del torneo. Como el sujeto que interrumpió con uno de estos objetos voladores uno de los entrenamientos de la selección francesa. "Simplemente quería divertirme contemplando la práctica, ya que no podía entrar al estadio", reconoció el anónimo ser. Sucedió algo similar en el búnker de Chile, sobrevolado por un helicóptero de la cadena O Globo pocos días antes del choque contra Brasil por octavos de final. Los jugadores trasandinos intentaron ahuyentarlo arrojándole balones, aunque su puntería fue tan imprecisa como la que demostraron en la frustrada definición por penales.
"Los muertos son otros"
Cualquier pequeño esfuerzo que hiciera Costa Rica en Brasil le iba a servir para acrecentar su pequeña historia en Copas del Mundo, cuya máxima gesta se resumía a los octavos de final alcanzados en Italia 1990. Lo que nadie iba a sospechar es que, por tanto esmerarse, los centroamericanos lograrían la sorpresiva clasificación en un grupo compartido con los ex campeones Inglaterra, Uruguay e Italia. Fue luego de la victoria ante estos últimos que los ticos sellaron su acceso a la siguiente ronda (en primer término ya habían batido a los charrúas). Bryan Ruiz, su emblema y capitán, regaló al final del choque decisivo una frase memorable: "Le decían ‘el grupo de la muerte’... y ahora los muertos son otros". Pero la declaración se convirtió en maldición, pues de allí en más Costa Rica nunca más volvió a ganar en el Mundial, quedándose afuera tres partidos más tarde, por penales ante Holanda.
Que de la mano de Jürgen Klinsmann nadie viene a laburar
Podríamos hacer una extensa lista de pedidos exóticos a cuenta de los entrenadores, aunque difícilmente encontremos uno que supere al que hizo el alemán encargado de Estados Unidos. Procurando impulsar el rating televiso de los partidos en suelo nacional, Klinsmann redactó una carta en la que le solicitó a todos los empleadores yanquis que concedieran franco el día que la selección se jugaba la clasificación a octavos de final. "Entiendo que esta ausencia podría perjudicar la productividad en el trabajo, pero le puedo asegurar que es por una importante causa. La selección tiene un trascendental partido ante Alemania y necesitamos de todo el apoyo de la nación para pasar de fase", aseguraba en la petición el ex delantero germano. Finalmente, el partido terminó a favor de los futuros campeones mundiales, aunque el desaire no impidió la clasificación de Estados Unidos, que caerían en la cita siguiente ante Bélgica durante tiempo suplementario.
La abstinencia uruguaya
¿El tarascón de Luis Suárez? ¿Las desatenciones defensivas? ¿El flojo momento de Diego Forlán? ¿La impericia táctica del Maestro Tabárez? No, señores. Para varios uruguayos, el mal paso de su país en este Mundial no fue producto de los avatares deportivos, sino por una contingencia gastronómica. La Celeste había llegado a Brasil no sólo con sueños, botines y camisetas, sino también con decenas de tarros de dulce de leche, los cuales fueron confiscados por Migraciones en la Aduana. "El dulce de leche necesita una documentación sanitaria para poder entrar al país, y si no la consiguen, podrán retirar los potes recién cuando abandonen Brasil", argumentaron las autoridades correspondientes. Desahuciados, los uruguayos (que no habían tenido ese problema en Sudáfrica 2010) debieron dejar los 40 kilos del producto. Aunque sus expectativas eran más ambiciosas, el elenco rioplatense quedó afuera en octavos de final ante Colombia. Una experiencia amarga como tostada sin dulce de leche.
Dos leones rugen en plena cancha
Camerún fue el primer africano que alcanzó los cuartos de final en una Copa del Mundo, performance que otras selecciones del continente pudieron igualar pero nunca mejorar. Poco o nada parece quedar de aquellos tiempos protagonizados por Roger Milla, Oman-Biyik y Thomas N’Kono. Discusiones salariales, amenazas de renuncias y el desgano de figuras como Samuel Eto’o (del Chelsea) o Alexandre Song (en el Barcelona) fueron el escenario de los Leones en Brasil 2014, uno de los equipos que más rápido quedó fuera de combate. En el primero cayeron ante México apenas por 1-0, beneficiados en gran parte por dos goles mal anulados por los jueces. Sin la ayuda arbitral, la segunda caída fue estruendosa: 4-0 frente a Croacia. Como si la paliza no hubiese sido suficiente, algunos jugadores cameruneses decidieron prolongar el flagelo apurándose entre sí, tal como sucedió entre Benoit Assou-Ekotto y Benjamín Moukandjo. Los terminó separando Pierre Webó, un camerunés que hace doce años jugó acá cerquita, en Nacional de Montevideo.
La nueva Furia Roja
Policías, militares, patrulleros, tanques, helicópteros, rifles, bazookas y más de 150 mil agentes privados constituyeron el fastuoso operativo de seguridad del Mundial... que fue burlado por una turba de 85 chilenos que superaron todo tipo de control y se introdujeron en el Maracaná, poco antes de que su selección enfrentara a España en el histórico partido que significó la clasificación de los sudamericanos y la eliminación de los europeos. Pero el plan no funcionó como lo esperaban: en un movimiento erróneo, los simpatizantes terminaron en el centro de prensa del estadio, donde finalmente fueron encerrados y capturados por las fuerzas del orden. En su loco periplo, los hinchas rompieron paredes, vidrios, plasmas, armarios y equipos de transmisión. Y, por supuesto, se quedaron sin ver el partido, de cuyo resultado se enteraron en alguna celda de Río de Janeiro.
Como humorista es un buen delantero
Hace cuatro décadas, el fútbol europeo se horrorizaba con la participación de Zaire, probablemente una de las selecciones más espantosas de las que se tenga memoria en la historia de los Mundiales. En Brasil, los roles parecieron invertirse, al menos durante ese breve rato en el que los africanos de Argelia vieron con asombro una jugada preparada de Alemania que se pareció más a un mal paso de comedia que al fruto del trabajo en los entrenamientos. Faltaban tres minutos para el final del tiempo regular y los germanos contaban con un inmejorable tiro libre en la puerta del área. Cinco jugadores de blanco se paran delante del balón y dialogan entre sí, acaso planeando ejecutar alguna táctica premeditada. Luego de un amague de Bastian Schweinsteiger, lo sucede Thomas Müller, quien se resbala de una manera torpe y se repone, esquivando la pelota. Si la idea era provocar una distracción, solo lo consiguió hacer con su compañero Toni Kross, quien ejecutó un débil disparo rechazado sin gran esfuerzo por la barrera argelina. La jugada concluyó como empezó: con un offside ridículo del propio Müller, quien luego argumentó que el tropezón fue voluntario.
La rabona de Rojo
La resolución fue brillante: arrinconado casi en su propio el arco por dos rivales, Marcos Rojo alejó el peligro rechazando la pelota a la tribuna. Salvo que lo hizo aplicando un recurso infrecuente para un defensor apremiado por las urgencias. Su rabona al borde del área chica despertó un baño de improperios por parte de sus compañeros más próximos, tan estupefactos como los millones de hinchas argentinos que perdieron el aliento en ese instante increíble. Luego de ese debut ante Bosnia, Rojo tuvo el resto del Mundial para reivindicarse con un gol ante Nigeria (fundamental para torcer favorablemente un partido cerrado), su notable aporte en el flanco izquierdo y la inclusión en el Equipo Ideal del Mundial, convirtiéndose en el único argentino que logró tal condecoración por parte de la FIFA.
Por Juan Ignacio Provéndola
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