Otro apocalipsis, otro lado de Bob Dylan. El tipo realmente sabe elegir el momentos. Dylan cronometró de manera brillante esta nueva obra maestra para que apareciera durante un verano en el que caen fuertes lluvias sobre toda la nación: una plaga, una cuarentena, acciones revolucionarias en las calles. Rough and Rowdy Ways es su primer conjunto de canciones en diez años, y es un clásico absoluto: tiene la majestuosidad oscura del Dylan de los últimos años (Modern Times, Tempest), pero esta vez va más allá, ocupándose de misterios americanos cósmicos más profundos.
En su voz de 79 años, aún se escucha toda su energía atronadora, como cuando en "Mother of Muses", en un momento sorprendente, canta: "Ya viví más de la cuenta, mucho más", sin ofrecer ningún consuelo. Tan solo lanza uno tras otro estos relatos sobre marginales con el ingenio frío y la pasión feroz que lo mantienen en movimiento, como cuando dice con desdén: "Voy a elegir un número entre uno y dos/ Y preguntarme: ¿Qué haría Julio César?".
Dylan había ofrecido un primer vistazo del disco con "Murder Most Foul", una épica de 17 minutos que salió en las primeras semanas de la pandemia. El tema marca el tono del resto del disco: una alucinación sobre la historia americana como si fuera una rockola, una gira musical nocturna por la Desolation Row en la que nos encontramos ahora. En Rough and Rowdy Ways, Dylan mezcla blues de Chicago, country de Nashville, rock & roll de Memphis --todos estilos de raigambre americana. Su voz suena maravillosamente ágil y delicada, tanto cuando predica el fin del mundo, como cuando piropea o cuenta chistes, al estilo: "Voy a agarrar el Pacino de Scarface y el Brando de El Padrino/ Mezclarlos en un tanque y armar un comando robot".
"My Own Version of You" es una fantasía estilo La novia de Frankenstein en la que Dylan es el científico loco, armando una criatura en su laboratorio a partir de partes del cuerpo robadas. Le promete a su creación: "Te voy a hacer tocar el piano como Leon Russell/ Como Liberace -como San Juan el Apóstol". En el blues siniestro de "Crossing the Rubicon", Dylan advierte: "Te voy a cortar con un cuchillo, Dios, y te voy a extrañar cuando ya no estés". "Key West (Philosopher Pirate)" es un noir de acordeón de nueve minutos sobre un viejo desesperado que huye a Florida para su última oportunidad, con una radio para acordarse de la vida que dejó atrás. Conjura el espíritu elegíaco de Robert De Niro al final de El irlandés.
"Murder Most Foul" cierra el disco con una explosión: usa el asesinato de JFK como punto de partida para un sueño febril en el que recorre la memoria cultural, arrojándole a un disc jockey una letanía de leyendas musicales, como una cruza entre Walt Whitman y Wolfman Jack. Dylan se acerca a los 80, y su vitalidad creativa sigue siendo maravillosa -incluso atemorizante. (Encendámosle una vela al fallecido Leonard Cohen: ya no tiene el honor del mejor disco hecho por un músico de 79 años). Fue necesaria una pandemia para ponerle una pausa a la interminable gira Never Ending Tour de Dylan. Pero él se niega a dormirse en los laureles. En Rough and Rowdy Ways, está explorando un territorio al que nadie antes había llegado, y se sigue lanzando hacia el futuro.
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