Blonde: por qué Marilyn Monroe es el ícono más incomprendido del mundo
Según la productora creativa Anna Bogutskaya, con la última película sobre la estrella de cine su legado ha vuelto a degradarse
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La nueva película de Netflix, Blonde, degrada el legado de Marilyn con su espeluznante descripción de su trauma y abuso. ¿Por qué la cultura popular siempre se equivoca con ella?, pregunta la programadora de cine independiente, escritora y productora creativa Anna Bogutskaya.
Piensa en Marilyn Monroe, y ciertas imágenes vendrán a tu mente instantáneamente: los labios rojos, ligeramente separados; los ojos soñolientos de sirena; el cabello rubio platinado; y esa voz, entrecortada, como si acabara de despertarse y no pudiera esperar a que te unas a ella en la cama.
Su amigo el escritor Truman Capote la describió como una “explosión sexual de platino”.
Marilyn evoca sexo y, simultáneamente, miseria, gracias a la forma en que se ha analizado detenidamente su problemática vida personal.
Desde su muerte por una sobredosis de barbitúricos en 1962, lo que la convirtió en un ícono también ha llevado a la gente a deshumanizarla una y otra vez.
Y con la última película sobre la estrella de cine, la adaptación de Andrew Dominik de la novela Blonde (2000) de Joyce Carol Oates, su legado ha vuelto a degradarse.
El libro ganador del premio Pulitzer de Oates es una ficción de la vida de Marilyn, narrada desde el punto de vista de una mujer profundamente traumatizada y solitaria, enamorada de las películas y la idea del amor, pero desesperadamente lisiada con problemas paternales que infectan cada relación que tiene.
Una versión anterior
La de Dominik no es la primera adaptación cinematográfica del libro de Oates.
En 2001, Joyce Chopra dirigió una película para televisión protagonizada por Poppy Montgomery, también titulada Blonde, que canaliza la crueldad de la vida de Marilyn sin la frialdad quirúrgica del filme de Dominik.
Con cada personaje hablando directamente a la cámara, verbalizando su punto de vista a medida que se desarrollan las escenas, es una adaptación menos explotadora y más psicoanalítica.
Montgomery interpreta a Marilyn como una mujer-niña demasiado agradecida e ingenua, que dice por favor y gracias a los mismos hombres que la rechazan y la degradan.
Sin embargo, hay, al menos, un elemento de alegría en esta Marilyn mientras disfruta de su éxito, y la película termina sin ponerla a ella (y a nosotros) a padecer su triste muerte.
Dominik, por su parte, convierte la historia de Marilyn en un horror corporal.
Se fija en su cuerpo hasta llegar a lo ginecológico.
Marilyn no es meramente cosificada (la primera toma que vemos de ella es su trasero durante el rodaje de “La comezón del séptimo año”, 1955), es pinchada, examinada, violada, sometida a dos abortos forzados y abusada física y emocionalmente.
Blonde parece tener la intención de destruir a Marilyn Monroe, la mujer, y pervertir su imagen al no mostrarnos nada del talento, la ambición o el orgullo en su trabajo.
Casi todos los momentos que se muestran son angustiosos, y Ana de Armas (que interpreta a Marilyn) llora casi constantemente durante las 2 horas 45 minutos de duración de la película.
Es porno de tortura con una pizca de brillo de Hollywood.
La misma vieja historia
“Por favor, no me conviertas en una broma”, le rogó Marilyn a un entrevistador no identificado cerca del final de su vida.
Pero la broma cruel de Hollywood ha sido convertirla en un tren descarrilado, reduciendo su legado a una serie de desordenadas aventuras amorosas, problemas paternales y adicciones.
Las películas biográficas de la pantalla grande y la televisión han intentado explicarla muchas veces, pero siempre regresan a la misma narrativa: la de una víctima, una belleza trágica.
¿Realmente no hay nada más que valga la pena decir sobre ella?
Según Lucy Bolton, lectora de estudios cinematográficos en la Universidad Queen Mary de Londres, nuestra fascinación perdurable con Marilyn Monroe tiene sus raíces en la facilidad con la que la podemos moldear para adaptarla a diferentes historias.
“Representa diferentes narrativas: la narrativa de la víctima y la esencia absoluta de la irresistibilidad y el glamour sexual femenino, en su propia vida y en retrospectiva”, indica Bolton.
“Es una mujer de póster, además de actriz y comediante.
“La gente se relaciona con ella como alguien que lucha y se esfuerza mucho por ser tomada en serio como actriz dramática”, añade.
Ha sido retratada como una tonta, una diva y una tragedia. Sus defectos a menudo se expresan al mismo tiempo que sus logros, como para disminuir su encanto y talento. También hay un misterio en Marilyn, algo esquivo que puede llevar a la indulgencia por parte de cineastas superficiales.
Según Lucy Bolton, lectora de estudios cinematográficos en la Universidad Queen Mary de Londres, nuestra fascinación perdurable con Marilyn Monroe tiene sus raíces en la facilidad con la que la podemos moldear para adaptarla a diferentes historias.
“Representa diferentes narrativas: la narrativa de la víctima y la esencia absoluta de la irresistibilidad y el glamour sexual femenino, en su propia vida y en retrospectiva”, indica Bolton.
“Es una mujer de póster, además de actriz y comediante.La gente se relaciona con ella como alguien que lucha y se esfuerza mucho por ser tomada en serio como actriz dramática”, añade.
Ha sido retratada como una tonta, una diva y una tragedia. Sus defectos a menudo se expresan al mismo tiempo que sus logros, como para disminuir su encanto y talento. También hay un misterio en Marilyn, algo esquivo que puede llevar a la indulgencia por parte de cineastas superficiales.
La mayoría de las películas y series que han dramatizado su vida se enfocan en su historia de pobreza a riqueza y saltan rápidamente a su desaparición, su personalidad difícil en el set y sus problemas con hombres importantes, desde sus matrimonios con Joe DiMaggio y Arthur Miller a sus relaciones con los hermanos Kennedy, John y Bobby.
Al centrarse en las tragedias de su vida y exagerar los abusos que sufrió, la debilitan, décadas después de su muerte.
“Hay una eliminación de poder de ella [como] si ella fuera una víctima-niña, que se convirtió en una víctima-adulta, que murió víctima”, dice Bolton.
“Si solo hablamos del principio y el final, socavamos sus cualidades. Le quitamos la posibilidad de vivir”.
Hechizadora
Sin embargo, el misterio de Marilyn no es el de su ascenso, sino el de las extremas contradicciones de su vida.
Era un talento generacional, una estrella de cine con un carisma innegable, encanto, un fantástico ritmo cómico y una agresiva y cautivadora franqueza.
Verla en pantalla, aún hoy, es caer bajo el hechizo del cine.
El contraste entre su personalidad despreocupada en la pantalla y su existencia supuestamente torturada fuera de ella se ha convertido en el atractivo núcleo de su narrativa: la mujer-niña, el éxito-tragedia, la belleza que se odia, la romántica no amada.
Su muerte prematura sigue siendo una de las favoritas teorías de la conspiración que involucra a los Kennedy y al FBI y está incluida en Blonde, tanto en el libro como en la película.
“A la gente le queda difícil reconciliarse con el hecho de que alguien tan excepcional tuviera un fin tan banal”, expone Bolton.
Pero ¿por qué el impulso interminable de reducirla a una triste historia con moraleja?
“Hay algo en la parte más puritana de nuestra naturaleza que dice: ‘esa gente de Hollywood, tienen tanto y se merecen tan poco’”, le dice a BBC Culture la escritora y crítica de cine Farran Smith Nehme.
Y como Marilyn era la estrella más grande de todas, es como si se mereciera esas interpretaciones “implacablemente pesimistas” de su vida, opina Nehme.
En la ola de filmes y series de TV de los años 80 y 90 sobre Marilyn y sobre otros famosos de Hollywood en los que aparece, se la muestra, en el mejor de los casos como una mujer trágica, y en el peor, como una zorra desenfrenada.
Las dos Marilyns
Al centrarse en la tensión entre Norma Jean Baker y Marilyn Monroe, la mujer y la estrella de cine, algunos incluso han elegido dos actrices diferentes para interpretar los papeles.
El primero en hacerlo fue Larry Buchanan, con su “Adiós, Norma Jean” (1976), en la que Misty Rowe interpreta el papel principal; la película termina con su transformación en la explosiva rubia.
Luego, en “Buenas noches, dulce Marilyn” (1989), Paula Lane interpreta a Marilyn.
En la película para televisión de 1996 “Norma Jean & Marilyn”, Ashley Judd interpreta a Norma Jean como una joven actriz agresivamente ambiciosa, plenamente consciente de su atractivo y potencial, pero tosca.
Por primera vez en la pantalla, ella dice groserías y tiene un temperamento fuerte (algo que Truman Capote también sugiere en su retrato conversacional de Marilyn en “Música para camaleones” de 1980), declarando enojada: “Las chicas consiguen contratos de cine porque follan con la gente indicada”.
Cuando se transforma en Marilyn, interpretada por Mira Sorvino, Norma Jean se convierte en una especie de fantasma abusivo, una aparición que menosprecia constantemente a Marilyn y que sólo puede ahogarse con pastillas y alcohol.
El enfoque de Dominik es un poco más sutil.
A medida que su Blonde avanza, Marilyn se convierte en una especie de ángel de la guarda para Norma Jean, alguien a quien llama cuando necesita coraje y protección.
Pero es esa transformación la que se recrea en cada película biográfica: la de la niña abandonada Norma Jean Baker en Marilyn Monroe, la estrella de cine, como un superhéroe al que se le otorga su poder.
Y muy pocas de las películas que pretenden decirnos “lo que realmente sucedió” se centran en lo que de verdad hizo que Marilyn tuviera tanto éxito: su trabajo.
De una a (ojalá) muchas
Su transición de modelo a actriz se fraguó después de que conoció al influyente agente Johnny Hyde, de quien sería amante y protegida.
Con la orientación y los contactos de Hyde, su carrera despegó, y para 1952, ya era “la rubia atómica de la taquilla “, con tres papeles protagónicos en estrenos de ese año y un contrato con Fox.
Hollywood amplificó su imagen de bomba sexual.
Promocionando su papel protagónico en “Niágara” (1953), el eslogan estaba lleno de insinuaciones: “Marilyn Monroe y Niágara, un torrente furioso de emociones que ni siquiera la naturaleza puede contener”.
Su nombre obtuvo la máxima facturación y su imagen era una presencia masiva en la mayoría de los carteles.
“Si naces con lo que el mundo llama atractivo sexual, puedes dejar que te destruya o usarlo para sacar ventaja en la dura lucha del mundo del espectáculo. No siempre es fácil elegir el camino correcto”, le dijo Marilyn a The Chicago Tribune en 1952.
El mismo año, uno de sus roles más perdurables, el de la entrañable cazafortunas Lorelei Lee en “Los caballeros las prefieren rubias”, la cimentaría en el personaje de rubia tonta que Marilyn encontraba tan frustrante y limitante.
“Sentía que constantemente la ponían en estas comedias musicales de rubias tontas, pero incluso en esos papeles es inteligente y astuta”, señala Bolton.
Su imagen pudo haberla hecho famosa, pero su talento la hizo perdurar.
Su determinación de ser tomada en serio la llevó a Nueva York, al Actor’s Studio.
Sin embargo, incluso en el apogeo de su popularidad, sus esfuerzos fueron objeto de burlas, y en 1956 se publicó un libro completo (¡un libro completo!) titulado “¿Estropeará a Marilyn Monroe la actuación?”.
Las películas biográficas optan por olvidarse de esa parte central de la historia, aquella en la que se convirtió en una actriz extremadamente exitosa y bien pagada, que desafió a Fox por pagarle menos y fundó su propia compañía de producción con Milton Greene, Marilyn Monroe Productions.
La excepción, quizás, es “Mi semana con Marilyn” (2011), una versión ligera de la problemática realización de “El príncipe y la corista” (1957), la única película producida por Marilyn Monroe Productions.
Contada desde la perspectiva de su real (y enamorado) asistente de plató Colin Clark, en cuyas memorias se basa la película, con la actriz Michelle Williams interpretándola, es el único ejemplo que al menos intenta recrear el encanto de Marilyn.
Williams captura la sensualidad de Marilyn sin apoyarse en su imagen de bomba sexual.
Aunque hay indicios de la oscuridad que la consumirá en un futuro cercano, se centra en su trabajo y su voluntad de salir adelante, así como en la inseguridad paralizante que de alguna manera Marilyn transformó en brillantes momentos cómicos.
Y hay esperanzas de que algo así se repita.
Nehme cree que hay un cambio generacional que está inspirando una reevaluación de Marilyn Monroe.
“Los críticos de cine más jóvenes están volviendo a su obra. Están muy interesados en el papel que desempeñó en la creación de su propia personalidad”.
Si miras su trabajo, señala, “comienzas a ver cuán únicas e inteligentes son sus elecciones, para hacer que las obras sean lo más divertidas posible”.
Y si a Dominik le sorprendió, como dijo en una entrevista reciente con Sight and Sound, que la gente aún viera (y disfrutara) “Los caballeros las prefieren rubias”, a mí no.
Su imagen puede ser universalmente familiar ahora, pero verla actuar es siempre una revelación.
Su feminidad felina en “Niágara”, su tímida torpeza en “El príncipe y la corista”, su ingeniosa manera de bromear en “Los caballeros las prefieren rubias”...
Su conciencia de cómo la percibían impregna cada actuación e informa cada elección.
Así que si no pudo capturar el poder de la estrella que es Marilyn, lo mejor que Blonde puede hacer es inspirar a más personas a ver sus películas.