Blackie, en el nombre de la radio
Blackie y el origen de la radio tienen algo en común: fueron para su tiempo símbolos de transformación. El espacio que ella ocupó en los medios no pudo ser llenado por nadie. Paloma Efrón tenía 21 años cuando se presentó al concurso de Radio Stentor y ganó el premio de Jabón Federal. Este hecho, que fue su ingreso a los medios masivos de comunicación, tuvo el repudio de su padre, quien le decía que, si una joven judía pretendía cantar como los negros, al menos tenía que conocer su cultura. Aquel rechazo fue una bendición.
La historia hizo que Blackie, por orden de su padre y por respeto a todos los valores que él representaba, fuera a estudiar a Harlem. Para ese entonces, los Efrón habían dejado su pueblo natal en Basavilbaso, Entre Ríos, para instalarse cómodamente en la calle Murillo, pleno corazón del barrio de Villa Crespo. "Un momento clave en su vida es 1937, cuando emprendió su viaje a los Estados Unidos. Recorrió el sur norteamericano y se instaló en Nueva York para tomar algunos cursos de etnografía y de cultura afroamericana en la Universidad de Columbia –cuenta el periodista Sergio Pujol–. Allí conoció a algunos de los principales músicos del género, como Duke Ellington, Louis Armstrong y sobre todo a William C. Handy, el compositor de ‘ST Louis Blues’, que es una de las grandes piezas del género. Según contaba ella –que era un poco fabulera, pero vamos a creerle en este caso–, le enseñó a cantar ‘Heaven Heaven’, un gran spiritual."
Hija de Yedidio Efrón, director de escuela y educador de los "gauchos judíos" que vinieron huyendo del antisemitismo de la Rusia zarista, y de Sara Steinberg, ama de casa que profesaba una gran imaginación, a Paloma no le resultó difícil abrirse al conocimiento. "Ella tenía apenas un año y medio cuando fue, desnuda, a la clase que daba su papá, porque quería aprender. Cruzó la calle de tierra solo para adquirir conocimiento. Su padre siempre decía: «No la contradigan a Táibele, porque a Táibele no se le puede decir que no, hay que convencerla». Desde chiquita tuvo mucho carácter", rememora Fanny Mandelbaum, quien conserva el talit del padre de Paloma que le obsequió Tito Bajnoff y que en su escritorio tiene una foto de Paloma con sus típicos lentes y una caricatura que la recuerda más como personaje que como mujer. Mandelbaum es tan admiradora del trabajo de Blackie que promovió que el día de su cumpleaños, 6 de diciembre, se convirtiera en el día del productor de radio y TV.
Son muchos los caminos que tomó Paloma desde su vuelta de Nueva York a la Argentina. Y muchos fueron también los personajes que, con soltura, genialidad y certeza, supo interpretar. "Cuando volvió al país –cuenta Pujol–, Paloma ya no se dedicaba prácticamente al jazz, al menos no como intérprete. Se dedicaba al cine. Y un poco más tarde se iba a dedicar a la televisión, a la radio, a la producción de espectáculos de teatro de revista. Sin embargo, su vínculo con el jazz iba a continuar por otros medios. Blackie va a ser la presentadora de las actuaciones de Nat King Cole, de Sammy Davis Jr, y hasta de Duke Ellingston, en 1971 en el Gran Rex".
"Los concursos que organizaban las emisora eran una contraseña eficaz", escribe Carlos Ulanovsky al referirse a las puertas de los medios y la fama artística en su nuevo libro 36.500 días de radio. Cien años, cien voces y más (Octubre). Luego de ganar el concurso de Radio Stentor con la canción "Stormy Weather" (Tiempo tormentoso), de Ethel Waters, ella debutó en esa radio y luego tuvo un ciclo muy importante en Radio Municipal, con sus "boys", tal como detalla Pujol. Primero, con un grupo llamado Blackie y los dados negros; después, con Blackie and her boys. Ella fue, según puede leerse en Días de radio, el manual de Ulanovsky (Emecé, 2004), la indiscutida pionera de cierta forma de realizar programas periodísticos de conversación.
En los años 30, cuando la radio comenzaba a ser una meca para aficiones artísticas, la reputación de Paloma con la música seguía en aumento, tanto que también formó parte de Radio Rivadavia, como experta en jazz, junto con León Klimovsky como productor. De esta época es la anécdota con Jaime Yankelevich en la que este ícono de la radiofonía (y después la TV) le ofreció a Blackie –que ya era una reconocida cantante de jazz– un sueldo diez veces mayor al que ganaba para que comenzara a cantar tangos. Aficionada a la música de las iglesias evangelistas del sur de Harlem, ella no aceptó, porque no lo sentía propio.
Su momento más álgido con el jazz fue los últimos años de esa década. En palabras de Pujol: "Se presentó en 1936 con la Orquesta de Eduardo Armani, en el Teatro Colón conjuntamente con la orquesta de Julio de Caro. A partir de ese momento, su nombre empieza a tener fama en el ambiente cultural, musical y también en los medios". Ser cantante le abrió las puertas a comenzar a salir regularmente en distintas emisoras.
"La radio es un reino de inquietud donde realmente se puede crear fantasía. Es la imaginación por la imaginación", definía ella al medio donde se lució en ciclos inolvidables como Diálogo con Blackie (Belgrano), sobre entrevistas y cómo hacerlas. Como recuerda su amiga Marta Tedeschi: "En sus programas de radio, ella sentía a los que estaban del otro lado, Paloma parecía que escuchaba a los que la estaban escuchando".
Paralelamente a "Una mujer hoy" (Canal 9), Cita con las estrellas (Canal 9), Festival Odol de la canción (Canal 13), El show de Judy Garland (Canal 2 y 13) y Pinochadas (Canal 9), Paloma produjo programas en Radio Belgrano, Radio Splendid, Radio Continental y varias emisoras del interior de la Argentina. Desde los años 60, realizó éxitos como La mujer (Radio Splendid), entonces calificado como "el mediodía más brillante de la radio", entre muchos otros.
Las mil y un Palomas
Libre, desamarrada de prejuicios, como el animal del que emerge su nombre, un día decidió enfrentar a su familia, "casándose con Carlitos Olivari, un católico que, para colmo, era mujeriego –comenta Mandelbaum–. Sin embargo, gracias a esta unión y a la amistad que forjaron Paloma, Carlitos y el mejor amigo de su marido, Sixto Pondal Ríos, una de las obras que este par de cajetillas porteñas escribieron viajó a Estados Unidos. Allí Los martes, orquídeas fue un éxito, interpretada por Rita Hayworth y Fred Astaire", recuerda Mandelbaum, quien estaba en el último año de ISER cuando conoció a Paloma, que había ido a dar una clase. Fanny le ofreció llevarla a su casa, ya que vivían cerca, y se quedaron charlando hasta la madrugada. Muchas veces Fanny la había visto pasar y la seguía por las calles sin animarse a hablarle, hasta ese día.
De las tablas, Táibele había pasado a ser una viajera, una cronista, una empresaria de los medios que iba de acá para allá buscando auspiciantes. Tras su matrimonio fallido con Olivari, Paloma sumó una nueva faceta. Fue después de haber sido invitada a cantar en el programa Tropicana Club, en 1952. Ella tenía 40 años, según documenta Hinde Pomeraniec en Blackie: la dama que hacía hablar al país, (Capital Intelectual, 2010), y desde entonces nunca más abandonó un estudio televisivo.
"Yo era cantante lírica –le cuenta fervorosa Susana Rinaldi a LA NACION revista–. Estudiaba en la Escuela Nacional de Arte Dramático, de donde salían los grandes. Eso me permitió, cuando yo era una simple actriz de teatro, conocer a Paloma. Ella estaba siempre en la radio y nosotros procurábamos cruzarnos con ella en algún corredor para saludarla, y que ella respondiera, porque en general Paloma era bastante seca como personaje, no te daba bolilla". Sin embargo, a pesar de su fama de seria, Paloma hizo de las frases con amor y respeto su gran insignia. "Ella me eligió como cantante, me había estado observando y me dio así la gran oportunidad de mi vida. A partir de ese momento, cuando ella me solicitó como cantante [la llevó a la televisión], primero tuve miedo y después le agradecí mucho. Mi rumbo a partir de ese hecho cambió por completo", recuerda.
Paloma se enfrentó, en 1952, con la muerte de su padre. Como ella misma cuenta en el archivo de la película Blackie: una vida en blanco y negro, de Alberto Ponce, desde entonces fue cubriéndose de dureza, la misma que le permitió ser una mujer de dar directrices en un mundo casi completamente masculino.
"Ella lo asumió, asumió ser mujer en un mundo de hombres como si fuera uno más. El día que entró a la televisión por primera vez, en el set era la única mujer, y dijo «son ustedes una manga de estúpidos e hijos de puta», como para equipararse a ellos", refiere su amiga y productora Marta Tedeschi. "A Paloma la televisión la envolvió. Cuando ella entró a la televisión, la televisión empezó a cambiar", agrega.
Para 1955, cuando ya era directora artística de Canal 7 y sus programas se emitían sin cesar, Paloma perdió a su madre. La había cuidado tiernamente "produciéndole", como expresa Pomeraniec en su libro, los últimos años de su vida. "A Paloma su soledad no le molestaba, porque no estaba sola. Ella era mil personajes, ella tenía su propia compañía", sentencia Marta. Su amiga rememora el proceso creativo: "Nosotras trabajábamos en el cuarto de ella. Ella de un lado de la cama y yo del otro. Y ahí tirábamos todos los papeles que tenían que ver con lo que íbamos a hacer".
"Sus programas hacían a la gente llorar de la emoción", comenta Mandelbaum. Para el periodista y productor Luis Toni, que en una oportunidad llegó a ser su asistente de prensa, Paloma "fue una mujer muy inteligente para armar paneles. Digamos, de ‘opinólogos’. Pero todo lo que hacía Blackie tenía un carácter ornamental, artístico. No cualquiera asistía a sus programas. Era gente con conocimiento".
Respetada y admirada por los grandes hombres del medio, como Jaime Yankelevich, Paloma era, como productora, un pez en el agua. O un pájaro en la inmensidad del aire. "Paloma era la cabeza del grupo sin querer serlo. Se imponía porque era tan inteligente, tan brillante que ni siquiera tenía que mandar para encontrar sumisión y reconocimiento", cuenta Tedeschi. Es curioso cómo los gobiernos pasaban y Paloma seguía ahí, realizando y componiendo programas. "En mi programa no hay prohibidos", llegó a decirle en 1976 en Radio Splendid a uno de los militares que estaba a cargo de la emisora.
El adiós y la trascendencia
La vida tiene una forma muy curiosa de dirigirnos más de una vez hacia el mismo lugar, aunque no siempre con el mismo desenlace. Fue gracias a su curiosidad innata que Paloma Efron trabajó como bibliotecaria en Icana, donde descubrió un disco. Ese vinilo era un negro spiritual, el que la llevó a cantar jazz, a pisar la radio por primera vez. Fue el 3 de septiembre de 1977, en Radio Splendid, donde sin siquiera poder hablar y en medio de un programa llamado absurdamente "Vamos, ánimo", su alma comenzó a despedirse de este mundo.
"A Paloma le quedó mucho por hacer; el maldito cigarrillo la sorprendió cuando todavía le faltaba mucho. No podía dejar de fumar. Su dependencia del cigarrillo era su grave defecto, el que la llevó a la tumba tan joven", cuenta Tedeschi.
Paloma no tuvo hijos, pero dicen que fue la madre de una multitud. Así la recuerda su gran amiga Marta: "Fue mi madre espiritual, mi madre intelectual, y bastante cerca de mi madre física".
Fiel amante del jazz, siempre luchó por llevar la contracultura a los medios masivos. Por educar a las multitudes. Herencia de su padre Yedidio, a quien Blackie admiró hasta su último suspiro. "Sin duda Blackie es irremplazable por una persona. Si ponés tres o cuatro a lo mejor juntás algo que se pueda parecer. Pero ella es irremplazable", finaliza Tedeschi.
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