Big Little Lies: secretos, mentiras y acusaciones delante y detrás de cámara
Reuniones secretas, acuerdos ocultos y una manipulación sostenida en la desigualdad de los géneros y el desequilibrio de poder. Todos esos tópicos forman parte de la trama de Big Little Lies y, según una nota publicada en el sitio Indiewire, también fueron parte del detrás de escena de la producción de la segunda temporada del programa de HBO . El artículo cuenta con detalle cómo la directora británica Andrea Arnold, realizadora de los siete episodios de este año, fue desplazada de la edición de la serie y su particular estilo visual fue borrado en el montaje final de los episodios que realizó Jean-Marc Vallée, responsable de la primera temporada.
Si bien se trata de una práctica bastante común en Hollywood, especialmente en la TV, donde los directores siempre están uno o varios escalones más abajo del showrunner –en este caso, David E. Kelley, guionista de los catorce capítulos de la ficción–, lo cierto es que el modo en que se llevó a cabo el cambio de mando y lo que dice sobre el balance de poder en la industria audiovisual no deja demasiado bien parados a los responsables del programa. Especialmente porque, según explica Indiewire, Arnold fue contratada con el consenso de que tendría el control creativo del programa, una decisión que HBO tomó en el momento en que se empezaba a discutir la necesidad de tener más voces femeninas detrás de cámaras. Que el gigante de la TV premium decidiera otorgarle la responsabilidad de llevar adelante uno de sus programas más importantes a una directora parecía un paso hacia adelante que las recientes revelaciones desmienten. Una impresión que el comunicado que emitió HBO apenas se viralizó el relato sobre el detrás de escena de Big Little Lies en el que dicen estar "extremadamente orgullosos del trabajo que hizo Arnold" no consigue borrar.
La trama de cómo Big Little Lies pasó de ser una miniserie, es decir una ficción de emisión limitada a los siete episodios iniciales a un ciclo con dos temporadas ya es conocida. Tras el éxito de los primeros siete capítulos, los premios y el reconocimiento que recibió el programa y, especialmente sus protagonistas y productoras Reese Witherspoon y Nicole Kidman , todo el equipo estuvo de acuerdo en continuar el relato de las mujeres del ficcional pueblo de Monterey. El único problema era que coordinar las agendas de todos los involucrados y en ese punto surgió la primera dificultad: Vallée estaba ocupado dirigiendo otra miniserie de HBO, Sharp Objects. Entonces, para no atrasar la grabación y con el objetivo implícito de agregar una mirada femenina a los guiones de Kelley–, contrataron a Arnold, reconocida cineasta independiente británica que dirigió, entre otras, las notables El rebelde mundo de Mia y American Honey.
Hasta el estreno de esta temporada, la preocupación de los seguidores de la serie y los críticos era si más allá de la voluntad de HBO y sus estrellas, quedaba algo de historia para contar luego de la contundente resolución de los primeros siete episodios y si la presencia de Meryl Streep en el elenco sería la única razón de peso para el regreso.
Cuando esa incógnita quedó en el pasado gracias a un sólido capítulo inicial, muchos empezaron a notar ciertas incongruencias en el ritmo de las escenas, que privilegiaban los diálogos grandilocuentes de Kelley por sobre el llamativo estilo visual de Arnold. Algo que, según reveló IndieWire, se debió a que el "cambio de mando" se hizo sin que la directora fuera informada de lo que sucedía.
Aparentemente, cuando en HBO vieron los primeros episodios editados por Arnold desde Londres, a donde había regresado para ocuparse de la posproducción de la serie, no quedaron convencidos de que estuviera en sintonía con el estilo de relato y puesta en escena de la primera temporada. Ya con la grabación terminada, le pidieron a Vallée que regresara para reeditar todo el programa, al que le queda apenas un episodio para culminar su historia.
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