Bette Midler no se divorcia del éxito
Con Diane Keaton y Goldie Hawn formó un trío de comedia
NUEVA YORK.- Bette Midler no anda con vueltas. Le gusta decir las cosas de frente, llamar pan al pan y vino al vino y jugar un poco con esa imagen de mujer temperamental, aguerrida y desbordante de vitalidad que mostró en el cine, sobre todo en los abundantes papeles de comedia, que asumió desde su asociación con el sello Disney, y el éxito de "Un loco suelto en Beverly Hills" y "Por fin me la quité de encima".
Llega al lugar del encuentro, rubia y sonriente. Apenas se acomoda, ya está atenta a varias cosas a la vez. "¡Qué gorda estaba acá!", finge asustarse cuando mira las fotos de " El club de las divorciadas", donde aparece al lado de Goldie Hawn y Diane Keaton; hace como que no le da importancia a los elogios a su esbelta figura de ahora y en seguida promete: "Voy a anotarme en un curso de español para principiantes".
Inquieta como es, seguramente encontrará el tiempo para hacerlo, aunque siga con sus shows ("el que tengo montado ahora es bastante complejo, exige mucha gente, sale caro y, lo que es peor, me impide hacer giras largas con él, a Europa... o a América del Sur"); con sus actuaciones en cine ("en febrero se estrenará That Old Feeling, que terminé de rodar en julio en Canadá"), y con la atención de su hija, Sophie, a la que dedicará un buen trecho de la conversación. Sin olvidar su preocupación por incentivar la participación de la comunidad en problemas sociales, "que aquí, en Nueva York, son muchos".
Vidas paralelas
Bette no ha tenido que dejar su casa para participar de las actividades de promoción de "El club de las divorciadas". Vive en Nueva York, a diferencia de sus compañeras de elenco. De modo que la obligación profesional volvió a juntarlas, y ella vive el reencuentro como una fiesta. "¡Ah!, si todas las filmaciones fueran así -suspira, y se le ve el regocijo-. Nos reímos tanto las tres que se nos caían las lágrimas o nos hacíamos pis. Y espero que esa diversión se aprecie en la película. Dicen que es muy difícil divertir a alguien si uno no se divierte primero. Si es así, el público se va a matar de risa con nosotras."
Hace un poco de memoria y sigue: "Estaba escrito que debíamos llevarnos bien. Las tres cumplimos los 50 durante el rodaje: Goldie el 21 de noviembre; yo el 1° de diciembre; Diane el 5 de enero. Tenemos una historia común: crecimos en el mismo ambiente, vivimos de lo mismo, hemos circulado por los mismos estudios y hasta me parece que tuvimos aventuras con los mismos tipos. Bueno..., eso no importa; la cuestión es que la pasamos tan bien que creo que hasta influimos bastante en que la comedia se volviera más cómica y menos negra".
A Bette le encanta trabajar con mujeres. Está a la vista en su carrera: cuando formó su compañía productora la llamó All Girl Productions. Y sus títulos son elocuentes: "Eternamente amigas", con Barbara Hershey;"Dos rivales tras una canalla", con Shelley Long; "Sopa de gemelas", con Lily Tomlin. "Entre nosotras nos entendemos mejor -calcula-; el ambiente no es tan tenso como cuando están ellos (que, ya se sabe, son las grandes estrellas, los mejor cotizados). Los hombres te consumen el aire del set; necesitan atención y cuidados, mucho más que las mujeres.
Como dice el productor, Scott Rudin, últimamente los actores se comportan como lo hacían antes las actrices; andan preocupadísimos por cómo se les verá la nuca o por cómo se apreciará la fortaleza de sus dorsales. (¡Pobre Rudin! -se va del tema-; nadie ha trabajado con tantas mujeres desde que George Cukor tuvo que dirigir a Joan Crawford, Norma Shearer, Rosalind Russell, Paulette Goddard y Joan Fontaine).
Bette se refiere a "Mujeres", realizada en 1939. Pero la historia de "The First Wives Club" (que dirigió Hugh Wilson, el de la primera "Locademia de policía", y se conocerá entre nosotros presentada por UIP), es más actual. Habla de esposas que llegan a los 50, que han luchado al lado de sus maridos toda la vida y que, de repente, se ven reemplazadas por esculturales señoritas de 20.
Mujeres al borde...
En el fondo, no hay nada de qué reírse -Bette parece ponerse seria-, aunque quizás esto es lo que hace más graciosas las andanzas de las tres esposas abandonadas. Ellas han sido compañeras de estudios, han estado separadas por años y ahora el azar -o mejor dicho el suicidio de otra compañera más, también víctima de un marido que la cambió por una especie de por Miss América- las asocia en un proyecto común: la venganza.
Si se le pregunta a ella qué piensa de la venganza, contesta sin dudarlo: "¡Es muy buena para el alma!" Después se explica: "Puede ser que alguna gente haya podido vivir sin tomarse alguna revancha, pequeña o no; depende de cómo los demás se hayan comportado con uno, y de lo que uno ha hecho con los demás. Yo, en lo personal, no he vivido ese tipo de revanchas en mi matrimonio (con Martin Von Haselberg). Quiero decir que él no me hizo nada que me diera ganas de asesinarlo -exagera-. Pero no estoy segura de si él no tuvo alguna vez ganas de asesinarme a mí".
Y ahí no más se pone a hablar de su matrimonio ("sigue en marcha, como todos los matrimonios; estamos juntos, supongo que anda bien"), del balance al que la empujó el cumpleaños número cincuenta ("he trabajado mucho y bien, tengo una familia linda, un montón de amigos, me gusta lo que hago... ¿no me merezco un aplauso?") y de su hija: "Sophie canta, baila, le encanta el show business, tiene mucho talento, es graciosa. Y además, a los 9 años, no tiene miedo de nada".
Bette, militante
Y antes de volver a la película, se toma el tiempo para hacer mención a otros temas extraartísticos. Estas son ciudades hiperdesarrolladas con conciencias cívicas subdesarrolladas -sentencia-. Hay que trabajar mucho para despertarlas, para sacar a la comunidad de su abulia, de su indiferencia.
Por eso estoy en varios programas ambiciosos, uno dedicado a mejorar el transporte público, otro más abarcador, llamado New York Restoration. No sé por qué, pero las autoridades siempre contestan lo mismo cuando se les reclama atención: no hay plata. Pero plata hay, la recaudan. Lo que no se sabe es en qué la usan.
Y esto no va a tener solución si no nos comprometemos todos a pedir explicaciones, a exigir que mejore la vida de todos. Cada uno hará lo suyo en su medio. Pero no es posible que haya gente que coma y duerma en la calle.
Y enseguida se acuerda de la película.
Yo conocí un First Wives Club auténtico, en Beverly Hills. Eran ex esposas de productores y directores de cine y hacían -mucho más en serio que nosotras en la película- reuniones para asesorar y ayudar a las mujeres que se encontraban en situaciones similares. Hace falta apoyo para rehacer la vida y asesoramiento profesional para que el reparto de bienes sea justo. Pero, por supuesto, ni Diane ni Goldie ni yo tratamos de representar a ninguna persona real. Exageramos el tema para hacerlo cómico.
Y ella sola marca el punto final.
Algunos que vieron la película dicen que nos parecemos a Los Tres Chiflados. A mí, la verdad, me hubiera gustado más que nos compararan con los Hermanos Marx.
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