Bernardo Cappa: "Vivimos en un paraíso fiscal de verdades falsas"
Con estilo propio, estrena TV 60, la primera novedad del Complejo Teatral de Buenos Aires
Una mirada particular sobre la década del 60. Los acontecimientos políticos que llevan a la caída del gobierno de Arturo Illia quedan enmarcados dentro de un mundo televisivo ingenuo y expectante ante las noticias que llegan del exterior, la noche del 28 de febrero de 1966. Esta podría ser una breve síntesis de TV 60, la nueva obra de Bernardo Cappa que se estrena hoy en el teatro Sarmiento. "A través de lo emocional nos concentramos en la construcción de un imaginario siniestro", define el creador.
El proyecto comenzó a desarrollarse hace aproximadamente dos años. Su proceso de creación pasó por varias instancias y cada una de ellas no sólo impuso un conocimiento y estudio sobre la época sino que, además, posibilitó al director y sus actores tomar contacto con un momento singular de la historia argentina. La libertad creativa que proponía el Instituto Di Tella se vio quebrada por el golpe militar que encabezó el general Juan Carlos Onganía.
El elenco está integrado por Carla Appella, Martín Bertani, Brenda Chi, Fernando De Rosa, Sofía García, Diego Gens, Natalia Giardinieri, Aníbal Gulluni, Maia Lancioni, Guido Losantos, Laura Nevole, Dina Pugach, Silvia Villazur y Carla Viola.
El germen de esta producción apareció en una clase del UNA, donde Cappa es docente. Él propuso a sus alumnos que improvisaran escenas a partir del mundo televisivo, siguiendo cierta idea de Jacques Derrida que dice que hoy uno debe hablar del padre, la madre y la televisión.
"Lo atractivo era la televisión antigua, la de los años 60 -cuenta el director-. Después anclamos en el golpe de Onganía, no sé bien cómo, y también en una hipótesis: desde ese momento se produce un gran cambio en la Argentina. Bromeando empezamos a trabajar sobre un almuerzo. La broma era que los almuerzos de Mirtha Legrand terminaron siendo la imagen que construyó la realidad tal cual es hoy, como un mito. Y, como todo origen de un mito, es una tragedia. No denunciamos absolutamente nada. Abordar esas cuestiones produjo un lenguaje teatral."
-¿Cuál es el lugar concreto que ocupa la TV dentro de tu espectáculo?
-La acción se desarrolla en un canal de televisión la noche en que se produce el golpe militar. A un productor le piden que tenga listo un programa que deberá sacar al aire cuando se lo indiquen. La TV hace posible la aceptación de una realidad. Ésa sería una de las cosas que se ponen en juego en la obra. Ese medio nos permite indagar sobre vínculos, decisiones, miserias y algo que nos interesa que es el pensamiento común como una construcción emocional. Algo no se vuelve creíble porque se dice tal o cual cosa en la TV, sino porque se genera una red emocional.
-¿Por qué instalan el proyecto durante el golpe militar?
-Eduardo del Estal en Historia de la mirada habla acerca de que la razón se sostiene por una imagen y son precisamente las imágenes las que fueron construyendo esta experiencia. En Los mitos de la historia argentina, Felipe Pigna cuenta de manera muy atractiva el golpe de Onganía. Sucede en la noche, los militares van cercando a Illia en la Casa Rosada y, según se dice, él no sabía lo que estaba pasando. En algún momento pide hablar por televisión y le informan que todos los canales están tomados. Ahí adquiere real conciencia de lo que sucede. Nos pareció muy atractivo ficcionalizar ese momento. Lo exageramos. Mostramos una realidad más peligrosa que la de la época.
-¿Cómo fue el proceso de trabajo?
-Al comienzo juntamos libremente programas de televisión que teníamos en el imaginario. Así fueron apareciendo muchas escenas que improvisamos. Rápidamente conectamos con la realidad social. Teatralmente se armaban imágenes confusas, eran como sueños. Dejamos pasar un tiempo largo hasta que presentamos el proyecto en el Teatro San Martín y cuando lo aprobaron empezamos a cerrar. Como el estreno se fue postergando volvimos a abrirlo. No fue un trabajo específico de investigación. Fuimos encontrando combinaciones que hacían posible cierta teatralidad. Trabajamos mucho sobre Mirtha Legrand, bajamos programas enteros de Carola y Carolina (protagonizado por las hermanas Legrand), analizamos el lenguaje de Nené Cascallar, vimos noticieros y nos enteramos de que, en ese momento, los ovnis bajaban en Ituzaingó. Reparamos en Pipo Mancera, en los cómicos de la época. Así se fue armando una totalidad. Escribí un texto que se llamó Hasta cuando almorzamos juntos y retomamos los ensayos, aunque ese material no nos servía. Nos ayudaron mucho Mauricio Kartun, que vino a ver lo que hacíamos, y Martín de Goycoechea a la hora de organizar los cuerpos en el espacio. Apareció Zypce que hizo la parte sonora. Entre todos construimos el relato, la dramaturgia concreta.
-En los últimos años es común que adoptes este mecanismo de trabajo. ¿Dejaste de escribir dramaturgia como en tus orígenes de autor?
-Escribo mucho pero no una obra que termino y después ensayo. Este espectáculo tiene muchísimas páginas de escritura. Cada vez más, escribo para ayudarme a imaginar. A veces hago narrativa en relación con lo que estoy ensayando y eso me posibilita ampliar mi imaginario. Actualmente trabajo sobre una dramaturgia oral. Voy dictando los textos y un asistente -en TV 60, Mariana González o Melisa Santoro- los baja y eso organiza una dramaturgia. Los procesos me resultan muy interesantes. Uno aprende a construir imaginario con el otro. Eso me apasiona casi más que estrenar. Hace un tiempo escribí en Detrás de escena, un libro del que participamos muchos creadores. Ahí se dice que en Buenos Aires se hace mucho teatro porque hay una voluntad de mentir. Éste es un paraíso fiscal de verdades falsas y todos aceptamos que el otro miente porque miente. Se arma un ecosistema de la mentira. Subís a un taxi y te preguntás: "¿Cómo le digo las calles al taxista? ¿Cómo hago para que se dé cuenta de que conozco el camino y no me lleve por otro lado?". Uno tiene que actuar permanentemente cada cosa que hace. El teatro en Buenos Aires es la alternativa que tenemos para hacer poética esa basura. Ésa es emoción basura. Nos resulta divertido porque hacemos o vemos teatro. Si uno es frágil o está pensando en pajaritos de colores tiene riesgo de ser estafado. El ensayo es un lugar de hacer maravilloso lo siniestro, como decía Pichón-Riviére.
TV 60
De Bernardo Cappa
Jueves a sábados, a las 21, y domingos, a las 20.
Teatro Sarmiento, Av. Sarmiento 2715.
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