Benjamin Appl: un barítono alemán, y ahora un poco tanguero, en la era de los millennials y centennials
Segundo miércoles de enero 2020. Tarde de rodaje. "Me siento tan raro como ustedes", dice en medio de su recital en la Casa Victoria Ocampo el barítono alemán Benjamin Appl, luego de que el director corte el concierto por enésima vez para retoques de maquillaje o redisposición de cámaras. El ritmo del guión y sus pausas son lo prioritario porque está en medio de la grabación de un programa para televisión. Lo llamativo es que, más allá de las interrupciones, Appl tiene la capacidad de volver a captar rápidamente la atención del público y sacarlo mentalmente de esa situación de grabación, en lo que dura un lied.
Fiel a la tradición de los repertorios para barítonos, consiguió a uno de los muy buenos pianistas que tenemos por aquí, José Luis Juri, para que lo acompañe en nueve lieder de Mendelssohn, Schubert, Schumann y Brahms. Como no necesita preocuparse por pronunciar bien el alemán, su performance es pura técnica e interpretación. Es un barítono lírico con gestualidad operística y calidez en la parte más baja de su registro. A los 37, es un buen ejemplo de cómo interpretar lieder de Schubert en el siglo XXI.
Benjamin parece esos modelos de ropa "cashual" que aparecen en revistas semanales. Delgado, alto, fachero. Las grandes compañías discográficas se fijan en estos detalles al momento de fichar a un cantante para sus catálogos. Appl juega para una compañía discográfica de las grandes ligas. Pero trazó una carrera que tiene inquietudes más amplias que las de un sello discográfico clásico. Por estos días está en Buenos Aires en "modo tango". Llegó a la Argentina por un especial de Film & Arts que se estrenará durante el segundo trimestre de este año y consiste en un documental acerca de los puntos de contacto de lenguajes musicales aparentemente distintos. En este caso, de las conexiones entre las formas del canto lírico que suele frecuentar en sus recitales y el tango. De hecho, en este recital de piano y voz compara los textos de algunas canciones alemanas con temas del tango como "Palomita blanca" y "Desencuentro".
También dice que hay emociones que son comunes a todos los seres humanos, aunque cada cultura tiene maneras diferentes de expresarlas. "En Alemania, de una manera más interna que como se manifiestan aquí, o en países mediterráneos. Eso quizá también se ve en el fútbol", ensaya, antes de volver a otra de esas magníficas versiones.
Todo lo que dice –quizá a pedido de la productora– es en alemán, con la asistencia de un traductor. Para las conversaciones más informales elige el inglés, lengua que habla a diario desde que se mudó a Londres, hace diez años. Antes del recital conversó con La Nacion sobre su paso por Buenos Aires y su incursión en el tango, de lo que es ser un barítono lírico en tiempos de millennials y centennials, de los consejos que un día le dio el gran Dietrich Fischer-Dieskau y de la "no especialización" en un género en particular.
-¿Fuiste a estudiar a Londres y allá te quedaste?
-Me encanta Londres en muchos sentidos. Es un centro musical europeo con muchas orquestas. Mantiene algo de "isla entre Europa y América". Conciertos, artistas, orquestas, lugares para hacer música, galerías, exposiciones. Vengo de Ratisbona, una ciudad pequeña de Baviera, por eso ir a Londres fue muy especial.
–¿Qué es lo que estás ahora buscando en el tango?
–La conexión entre texto y música, la manera como se interpreta. Para este proyecto, lo primero que me pregunté fue por qué yo, ya que me interesa mucho el tango pero no soy un especialista. Estudiándolo más encontré similitudes con lo que hago. Lo emocional de las canciones. Como se puede "manipular" a la audiencia con la interpretación y el espacio que se le da para su propia imaginación. Creo, además, que está sucediendo algo con la globalización. Muchos líderes y gobiernos comenzaron a pensar otra vez en lo nacional y creo que proyectos como éste son muy buenos para pensar las cosas en común entre países y culturas diferentes.
–¿Pensás en un disco con música popular como el tango?
–Es difícil porque para un instrumentista, un trompetista, por ejemplo, es más común tocar jazz o pop. Para la voz humana no es tan sencillo.
–Tus grabaciones en general comprenden músicas del siglo XIX, a veces alternadas con obras del XVIII o del XX. ¿En los conciertos tenés preferencias que puedan ir del barroco a lo contemporáneo?
–Hago contemporánea también. Ópera, repertorio sinfónico. Tengo la suerte de que algunos compositores escribieron cosas para mí. Por otro lado hago repertorio romántico, no solo lieder. Si pensás en grandes cantantes del último siglo vas a ver que han hecho ópera, oratorio y lieder. Yo estoy interesado en toda la música clásica y no quiero ser un especialista.
–¿Cómo es ser un cantante lírico hoy, época de millennials y centennials que no están tan interesados en la lírica?
–Hay varias cuestiones a tener en cuenta. Por un lado, por qué la gente que va a los conciertos tiene canas y no es joven. Por otro lado, no sé cómo será en Sudamérica, en Europa hay mucha gente joven que estudia instrumentos o aprende a cantar. Más que nunca antes. Y en los lugares donde doy clases lo que les digo a mis alumnos es: "Vayan a ver conciertos". Es muy importante que escuchen a otros artistas. En cuanto al público, no sé si tiene que ver con el valor de los tickets o la oferta de la cartelera. Creo que, como artista, hay que estar muy presente en redes sociales. Antes, con una carta o un llamado telefónico de Fischer-Dieskau a un promotor todo estaba arreglado. Ahora no. Ahora hay que mandar cientos de emails. La comunicación lleva mucho tiempo. También veo que los conciertos, al menos en Europa, son más cortos. Una hora sin intervalos, en algunos casos porque para la gente es cada vez más difícil estar concentrada por mucho tiempo. En Nueva York vas a encontrar lugares en algunos foyers de salas de conciertos para dejar tu celular. Es todo un desafío entrar a un lugar y dejar el celular. En ese contexto, hay que pensar en el prejuicio de que la música clásica requiere un ejercicio intelectual. En algunos casos te encontrás con textos y músicas que no son de estas épocas. Eso puede hacer que mucha gente se sienta excluida. Pero si te enfocas en las emociones te das cuenta que son las mismas que ahora y que ninguna tecnología las puede cambiar. Si nos enfocamos en eso creo que vamos a alcanzar a las generaciones más jóvenes.
Las charlas con el maestro Fischer-Dieskau
Dietrich Fischer-Dieskau (1925-2012) fue uno de los grandes barítonos de su tiempo. Benjamin Appl lo conoció en una masterclass que dio en 2009. "Se nos recomendó que preparásemos una lista de diez canciones de Schubert para trabajar con él. Como tenía fama se no ser una persona fácil, mandé una lista de treinta. La sugerencia que recibí fue una lista de cuatro canciones. Ninguna de esas estaba en mi lista de treinta. De ese curso una asistente me dejó su contacto porque él me quería ver. Durante la última etapa de su vida he ido a su casa, en Berlín. Fue realmente un mentor para mí. Lo que más aprendí de un hombre de más de cuarenta años de carrera es mantener la curiosidad. Vengo acá y lo que me genera curiosidad es cómo un cantante de tango prepara un concierto o que pasa por su cabeza mientras canta."
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