Su madre quería que fuese cura pero terminó siendo un ícono de la pornografía dura. Protagonizó más de 1.300 películas e hizo millones en la industria XXX por sus medidas y su estilo crudo.
Estoy rodeado de mujeres, junto a una piscina suburbana revestida deluxe, entre luces y cámaras, con Rocco Siffredi. No, no es un sueño: estoy compartiendo un set de filmación con la estrella porno masculina más famosa de los últimos quince años. Pero no estoy en una película triple X. En realidad, Siffredi está en bata, con una apretada sunga que sugiere el territorio constitutivo de su ego, y yo a un costado, esperando un alto en la grabación del comercial que protagoniza. Sí, es tan inverosímil como cierto: el máximo exponente del cine condicionado filmando una publicidad de papas fritas para la televisión italiana... en una casona del Tigre.
No debería extrañarme. Junto con Ron Jeremy, un veterano actor triple X “reivindicado" por el mainstream en videos musicales y películas de Hollywood, Siffredi es uno de los pocos varones salidos de la industria del sexo que resulta popular para el mercado convencional. ¿Cómo lo logró? Es posible que no haya una sola respuesta, pero sí debe tener que ver que el tipo logró establecer una nueva barrera entre lo socialmente escabroso que significa ser uno de los precursores del porno hardcore y lo comercialmente atractivo que su anatomía representa para cualquiera que busque algo de marketing chispeante. Es una dualidad interesante. Y no la única de su vida: en su infancia, en el pequeño pueblo natal de Ortona, Italia, su madre soñaba con que fuese cura, así que ya ven. “Me obligaron a ser monaguillo, pero creo que ser sacerdote es una vocación, como lo es ser actor porno. Ella decía: «Sos muy alto, serías un cura hermoso»; y yo pensaba: «Entonces mejor, me voy a coger a todas las minas»", recuerda. A los 21 años comenzó a filmar videos condicionados en Francia y, desde entonces, protagonizó más de 1.300 películas y mantuvo sexo con 4.000 mujeres, según su estadística personal. Una marca en la industria de la exageración.
Pero eso fue antes. Hoy, 4.000 chicas después, Siffredi es un hombre de familia. Está casado con Rosa Caracciolo, una ex actriz porno húngara, y tiene dos hijos: Lorenzo, de 10 años, y Leonardo, de 6. Luce algo avejentado, con menos pelo, pero no ha perdido su estampa de ícono sexual: la figura apolínea, el estilo de macho italiano, entre romántico y libidinoso, y cierta mirada sobradora.
Retirado de la actuación, sólo dirige filmes condicionados (ya lleva 120), está a punto de publicar un libro sobre su vida, organiza campeonatos de motos y, por supuesto, hace comerciales. Tras veinte años de oficio, Siffredi supo quedarse con alguna parte de los 20 mil millones de dólares que mueve la industria de los videos para adultos en el mundo, con lo que le alcanza para llevar una pequeña vida de dimensiones porno: dos mansiones, más de 30 motos, una pista de motocross, 40 relojes y su propia empresa de entretenimiento xxx, la Rocco Siffredi Productions, establecida en Budapest, Hungría, actualmente meca de ese mercado.
“Como me volví tan famoso en este negocio pude empezar a producirme a mí mismo, porque cuando era actor, aunque ganaba más que los demás, no hacía mucho dinero. Esto no es Hollywood; un porno star gana muy poco, no se puede comparar", explica.
-¿Cuánto es poco?
-Entre 500 y 1.000 euros por escena. Antes me pagaban con los derechos de las películas. Por ejemplo, si era una productora norteamericana, yo tenía los derechos para comercializarla en Europa.
-¿Cuánto se necesita hoy para hacer una película?
-El presupuesto bajó mucho porque el estilo cambió. Ya no se cuentan historias y lo importante es mostrar. En los 80 y 90 hacía películas increíbles de 35 milímetros. Ahora la gente quiere ver cosas diferentes. Como el deporte, el sexo se volvió extremo.
En verdad, lo que en los últimos años se volvió extremo es el sexo que la pornografía exhibe como representación de la sexualidad. Pero en Siffredi, realidad y fantasía, como sexo y pornografía, parecen fundirse y confundirse. El representa esa época.
En este sentido, el hecho de que él haya tomado como apellido artístico el del gangster interpretado por Alain Delon en la película Borsalino (Jacques Deray, 1970) hasta podría resultar una irónica alegoría de su persona-personaje. En alguna medida, en quien nació como Rocco Tano, y hoy es Rocco Siffredi, hizo carne la fantasía violenta que, cada vez más, caracteriza al porno. En eso fue precursor, eso lo convirtió en estrella.
Sus películas lo muestran. Pasaron de las típicas producciones donde el delivery boy hace una orgía con las chicas que no pagaron la pizza a videos que empujan cada vez más los límites de la brutalidad en pantalla. Pionero del porno duro, su predilección por abofetear, escupir y someter a algunas de las actrices a brutales escenas de sexo anal le valió el mote de The Ass Collector [el coleccionista de culos], título que supo utilizar para una de sus tantas sagas de películas. Su “marca registrada" se puede ver en Animal Trainer 15, donde Siffredi le sumerge la cabeza por la fuerza en un inodoro a la actriz Jewel De´Nyle mientras la penetra por el ano.
“Hacemos películas para la fantasía, que son surrealistas, pero que la gente toma de manera distinta", explica, cuando le pregunto sobre el polémico estilo de sus videos. “Muchos tipos van a Budapest a probar lo que ven en nuestros filmes, que a las minas les gusta el sexo fuerte, que son sucias. Hace poco me llamaron de una revista y me dijeron: «Rocco, parece que las chicas de 16 y 17 años llegan a los hospitales, lastimadas, porque los novios ven tu actitud en tus películas y en otras, ven que las minas tienen sexo anal tan fácilmente, y van con las novias y las dañan». ¡Nosotros hacemos una preparación, las chicas se ponen cremas, usan los dedos... Sé que el mensaje no es demasiado claro y la gente sin experiencia lo toma mal, pero pasa lo mismo con la música, con las películas de Hollywood, con todo. Hay tantos mensajes equivocados en el mundo que tenés que ser lo suficientemente inteligente como para entenderlos. De otra manera, si empezás con la censura, tenés que cerrar todo el mundo artístico. No sé por qué, pero el porno se volvió muy, pero muy fuerte. Y yo soy el primero que empezó y el primero en decir que no está bien, porque no hay ninguna intención."
-¿Y dónde está el límite?
-No sé. Ese es el problema. Por ejemplo, la otra vez llamé a una actriz, le dije que íbamos a hacer anal y me contestó: “No puedo, porque la semana pasada estuve en una producción y me lastimé feo. Estuve en el hospital y no puedo volver a hacer anal nunca más". En mis producciones nunca pasó eso porque yo sé cómo hacerlo y uso a tipos que saben hacerlo. Pero ahora hay muchos directores improvisados: compran una cámara con 3.000 dólares, les pagan a dos chicas y empiezan su propia producción.
-Dijiste que, antes de filmar una escena, es importante la preparación psicológica de la mujer.¿En qué consiste?
-¿Sabés por qué conmigo las chicas tienen sexo fuerte? Porque primero les hago el amor. Si llegás primero a su corazón, después llegás a su culo sin problemas. Pero si pensás sólo con el dinero o les decís: “Soy Rocco Siffredi, hacé esto y hacé aquello", no funciona.
-¿Qué piensan tus hijos de tu trabajo?
-Les mostré una película y les dije que lo que hago es trabajo. La madre les enseñó con revistas pedagógicas cómo se hacen los bebés y esas cosas. Lo único es que son muy sexuales, lo llevan en los genes. El segundo es peor que yo. Si estamos en un bar y hay una chica sirviendo, empieza: “¿Papá, te gusta? A mí sí, y vos lo hacés con ésa. Y para mamá ese chico, ¿ok?". Los dos son muy libres. Cuando sean grandes, si quieren hacer este trabajo, les voy a enseñar todos los trucos. Pero si quieren hacerlo sólo porque yo lo hice, vamos a explicarles que no es bueno. Ser un porno star porque te gusta es fácil, pero puede llegar a ser el peor trabajo del mundo. Cuando estás desnudo frente a todas esas personas y la chica te mira como si fueras una mierda porque no se te para, es lo peor. He visto tipos que se suicidaron por esto, como Pavel, un actor checo que, hace dos años, empezó a tener problemas del erección en las películas y una productora empezó a decirle: “Vos no podés trabajar más, estás terminado, no me llames más". El día siguiente se pegó un tiró en el baño...
-En ese sentido, ¿te considerás un sobreviviente?
-No, no soy un sobreviviente. Para mí, es la mejor vida. Hay gente que está en esto desde hace 20 ó 25 años que saben lo que quieren y les gusta. El secreto es estar psicológica y físicamente equilibrado. No podés joder con tu cabeza en este negocio.
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