Beekeper es un extraño tropiezo en la sólida carrera de Jason Statham como héroe de acción
El astro británico luce toda su destreza para enfrentar a los malos y ganarles en peleas muy parecidas a las de John Wick, pero no consigue afirmarse en un relato que no se decide entre la seriedad y la parodia
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Beekeper: sentencia de muerte (The Beekeper, Estados Unidos-Reino Unido/2024). Dirección: David Ayer. Guión: Kurt Wimmer. Fotografía: Gabriel Beristain. Música: Jared Michael Fry y David Sardy. Edición: Geoffrey O’Brien. Elenco: Jason Statham, Josh Hutcherson, Jeremy Irons, Emmy Raver-Lampman. Distribuidora: Diamond. Duración: 105 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Nuestra opinión: regular.
No hay actor o personaje conectado con el cine de acción más directo e impactante que no haya sentido en algún momento la tentación de convertirse en su propia parodia. El género suele llevar las cosas tan lejos que siempre aparece para el héroe esta posibilidad, por lo general saludable, de reírse de sí mismo.
Una variante de este mismo camino es ponerse al frente de aventuras encaradas de manera muy seria en todo sentido, pero que por su trama y todo lo que la rodea solamente tienen sentido (y hasta llegan a disfrutarse) cuando no se toman en serio. El gran Dwayne Johnson tiene ya una historia hecha en este terreno gracias a Terremoto: la falla de San Andrés y Rascacielos: rescate en las alturas.
Beekeper: sentencia de muerte forma parte de la misma categoría. Y a priori podrían imaginarse de ella resultados parecidos e inclusive mejorados, porque otro grande del cine de acción, Jason Statham, es su figura excluyente. El británico Statham tiene una bien ganada fama como héroe cascarrabias. El mal genio de sus personajes ya es una marca registrada que suele funcionar muy bien cuando se convierte casi en una caricatura. El mejor ejemplo es Spy: una espía despistada. También pertenecen a esa raza sus apariciones en distintos momentos de Rápidos y furiosos, Megalodón y Los indestructibles.
Cualquiera de estas historias, hasta la más estrambótica, desafía la incredulidad si se cuenta desde una lógica interna que sirve de sustento para que el héroe cumpla con su tarea. En los papeles, Beekeper cumple con todos estos requisitos y el respaldo inmejorable de un protagonista tan carismático como Statham.
Pero el resultado es decepcionante. Más que una parodia, Beekeper es una sátira involuntaria sobre la corrupción rampante de los supuestos dueños del mundo y de la capacidad a toda prueba del héroe individual para enfrentarla. Todo empieza con el pie izquierdo desde la configuración de su protagonista.
Adam Clay (nombre de fantasía elegido para el personaje de Statham) es un clon de John Wick. No se ensañaron con su mascota, sino con la dama que le permitió desarrollar con tranquilidad su vida de apicultor hasta que una organización se apoderó de todos sus ahorros con una rápida maniobra de phishing. Clay reacciona con el proverbial malhumor del típico personaje de Statham cuando no lo dejan tranquilo y de a poco empieza a meterse con enemigos muy pesados mientras se revela su verdadera identidad.
Statham solo cumple cuando está en su salsa, envuelto en interminables enfrentamientos mano a mano “a lo John Wick” (el responsable de diseñar las peleas en ambos casos es el mismo, Jeremy Marinas). Lo demás, sobre todo su enfrentamiento con un millonario caprichoso y lleno de vicios (Josh Hutcherson, en el colmo de la afectación) y su circunspecto consejero (Jeremy Irons, actuando a reglamento) no se sostiene ni siquiera para consumo irónico. Nunca sabremos si Beekeper se concibió de este modo para ser tomado en serio o en broma. De ninguna de las dos maneras consigue resultados satisfactorios.
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