Bastante más allá de los estereotipos
Las ventajas de ser invisible (The Perks of Being a Wallflower, Estados Unidos/2012). Guión y dirección: Stephen Chbosky. Fotografía: Andrew Dunn. Música: Michael Brook. Edición: Mary Jo Markey. Diseño de producción: Inbal Weinberg. Elenco: Logan Lerman, Emma Watson, Ezra Miller, Dylan McDermott, Tom Savini, Paul Rudd. Distribuidora: Alfa Films. Duración: 102 minutos. Calificación: apta para mayores de 13 años con reservas.
Nuestra opinión: buena
No es fácil escribir o filmar una historia sobre la adolescencia (con su carga de angustia, de inseguridad, de contradicciones) que no caiga a esta altura en lugares comunes a la hora de explorar cuestiones como el bullying en la escuela secundaria, la crisis de identidad o la inevitable complejidad de la iniciación sexual.
En ese sentido, esta ópera prima de Stephen Chbosky -basada en su propia novela autobiográfica, que fue comparada, con algo de exageración, con El cazador oculto , de J.D. Salinger- retoma muchos de esos temas. Puede, por lo tanto, que no sea un film "novedoso", pero esas experiencias en muchos casos extremas (coqueteo con la locura incluido) están contadas con una intensidad y una pasión que le permiten trascender sus convencionalismos y estereotipos (que los tiene).
Retrato generacional sobre una tribu urbana en la Pittsburgh de 1991 que remite al lema de sexo, drogas y rock and roll, Las ventajas de ser invisible describe las desventuras de Charlie (Logan Lerman), un melancólico chico de 14 años que carga unos complicados traumas por abusos infantiles y trata de pasar lo más inadvertido posible cuando ingresa al colegio. Su salvación serán la literatura (con un profesor interpretado por Paul Rudd que lo ayuda en su formación) y un grupo liderado por dos hermanastros que están a punto de graduarse (Ezra Miller y Emma Watson), quienes lo "adoptarán" y lo acompañarán en diversos rituales iniciáticos.
La película alterna escenas de gran sensibilidad aun dentro de los parámetros de la comedia romántica mainstream con otras que están al borde del ridículo y del mal gusto (como los flashbacks que reconstruyen la relación del protagonista de niño con una tía), pero aun con sus desniveles, con su dependencia de los temas musicales (Sonic Youth, Love and Rockets, Pavement, New Order y, sobre todo, The Smiths y David Bowie), la convicción de Chbosky y de sus notables intérpretes lo transforma en un más que atendible retrato de las frustraciones, heridas, códigos, alienaciones, sueños y aprendizajes de la etapa adolescente.
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