Autos, jets, aviones, barcos, se está yendo todo el mundo. Las bandas argentinas enfrentan la crisis girando por América y Europa.
Mas cerca del exilio economico que de aquellas heroicas campañas de conquista de mercados de allá por los 80, el rock argentino multiplicó sus salidas al exterior a partir de la devaluación. En 2002, todo el continente americano, buena parte de Europa occidental y hasta algunos destinos curiosos, como Japón o Bosnia, se han convertido en plazas más que apetecibles para los artistas argentinos.
No todos los casos son iguales. Bandas como a.n.i.m.a.l., Attaque 77 y Los Fabulosos Cadillacs vienen edificando circuitos y públicos estables en el extranjero desde hace ya tiempo, en los años ¿dorados/negros? de relación 1 a 1 entre peso y dólar. Algo similar les sucede a grupos como Bersuit Vergarabat y Los Pericos. Otros artistas, en cambio, recién reforzaron su política exterior durante los últimos meses, animados por la recesión delarruista primero, y por la devaluación duhaldista, después. Es el caso de Los Cafres y Kapanga, que en la primera mitad de este año han logrado gran éxito en, por ejemplo, Puerto Rico. Pero tampoco parecen casuales las recientes salidas de artistas locales consagrados (como Divididos y León Gieco, en viaje por Francia) y de varios en ascenso (Cabezones, en México, la Pequeña Orquesta Reincidentes, en Francia). La Argentina también exporta música electrónica, con Hernán Cattáneo a la cabeza; mucho pop, con los éxitos españoles de La Mosca y Marcela Morelo; mucho hardcore-punk-mochilero, con Nekro (o Boom Boom Kid, o el cantante de Fun People) como ícono y pionero; y también rock underground: muchas bandas relativamente nuevas han optado por trabajar desde o hacia afuera; algunas se han semiexiliado (Auge gira a la aventura por Puerto Rico; Grand Prix saca su próximo cd en España), y otras siguen en la Argentina pero editan sus discos por sellos extranjeros (Dragonauta, a través del australiano High Beam Music; Acida con el del productor inglés de Coldplay, Chris Allison).
¿Y cómo se ve este fenómeno desde afuera? Darío Manrique, de la edición española de Rolling Stone, afirma que en su país "no existe la sensación de una invasión musical argentina, porque en los últimos veinticinco años la presencia de argentinos ha sido constante", y minimiza el impacto de los desembarcos recientes. En tanto, Marcelo Rey –del diario en español La Opinión, que se publica en Los Angeles–, es más duro: "Salvo en el caso de Bersuit, esta buena colonización está plagada de yerros promocionales y no se sustenta por ninguna base planificada de apertura de nuevos mercados. La mayoría viene a pasear o de compras, para después llegar a Buenos Aires diciendo que triunfaron en los Estados Unidos".
Algunos músicos enfatizan que su trabajo en el exterior no se trata de una cacería de dólares ("Mi país me importa más que mi culo", resume, didáctico, Javier Calamaro). Otros lo consideran un rumbo melancólico –tanguero– e inevitable ante la deser- tización económica de la escena argentina (entre los Santos Inocentes hay debate sobre mudar o no su base de operaciones a Puerto Rico; los Super Ratones estudian algo parecido en España). ¿Se tratará sólo de una diáspora coyuntural, o de un malentendido sobre el eslógan cace- rolero "que se vayan todos"?
Más leídas de Espectáculos
"No lo llames así". Pampita habló sobre su separación de García Moritán y Susana calificó al exfuncionario con un insulto
En fotos. De la pancita de Jennifer Lawrence al simpático encuentro entre Nicole Kidman y Demi Moore
Subido de tono. En pleno noviazgo con L-Gante, Wanda hizo un sugerente posteo que no pasó inadvertido