Bajó 80 kilos en Cuestión de Peso y fue la favorita de todos: la nueva vida de “Chechu”
Hace 16 años, Cecilia Rolle se llevó todas las miradas en el reality de eltrece; en diálogo con LA NACION, recordó sus días en Estados Unidos, su decisión de entrar al programa y su lucha por cumplir sus sueños
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El 14 de marzo de 2006 comenzó una nueva era en la televisión argentina. En medio del boom mundial de los realities, llegó a la pantalla Cuestión de peso (eltrece), ciclo que proponía una convivencia entre los participantes que tenían como objetivo bajar de peso, con la ayuda de un staff de profesionales de la salud. La obesidad y los problemas alrededor fueron visualizados por la audiencia a través de las voces de quienes vivían día a día la enfermedad. Cecilia Rolle se convirtió en una de las figuras de certamen y 16 años de su debut le contó a LA NACION cómo cambió su vida desde aquel entonces.
Andrea Politti fue la encargada de estar al frente de aquella primera temporada de lo que fue una nueva apuesta en la televisión argentina. La conductora, también, fue quien apodó como “Chechu” a aquella mujer simpática y extrovertida, llegada desde Rosario, y que tardó poco tiempo en ganar el corazón del público, que cada viernes le brindaba su apoyo para que la balanza estuviese a su favor y continuara en competencia.
A Cecilia solo le gusta que la llamen “Chechu” aquellas personas que la conocieron a través de la pantalla, las que a pesar de no verla desde hace una década en la TV, aún la reconocen en cada lugar donde va, por ejemplo en su Rosario natal, donde vive actualmente. Incluso, todavía disfruta de saludar a todos los que tienen un alegre recuerdo de ella, porque su alegría fue la que se destacó en el reality, que como bien ella afirma, le cambió la vida.
El peso, una escapada de la realidad argentina y el sueño de estar en pantalla
Cuando Cecilia era adolescente comenzó a recorrer diversos nutricionistas, ya que sus padres notaban que tenía algunos kilos de más. Efectivamente, los profesionales le indicaron una dieta, pero ella joven no la seguía. Fueron pocos años más tarde que ese diferencia del “peso ideal” se acrecentó. “Cuanto tenía 18 años y murió mi papá exploté con la obesidad mórbida. Antes era solo gordita”, recordó la mujer sobre el momento que su salud comenzó a ser una preocupación.
Por largos años, se mantuvo en aquel peso que la llevó a vivir situaciones en las que la incomodidad por su imagen la chocaba de frente con la sociedad, que no dejaba de posar sus ojos en su aspecto físico. Con este contexto, y el estallido de la crisis económica devenida a principios de los 2000, renunció a su cómodo trabajo y se fue a vivir a Estados Unidos, país que había visitado previamente y en el que notó que la “gordura” no era un motivo para recibir burlas. Allí, vio en personas de su misma talla caminar por las calles sin ser juzgada por la mirada. Eso la cautivó.
”Durante cuatro años junté plata. Vendí mis cosas y doné otras, y me fui a vivir a Estados Unidos para escaparme de las burlas y de la problemática que era vivir en Argentina siendo gorda”, recuerda sobre el triste motivo que la llevó a dejar el país. Su vida en el extranjero no tenía dificultades: trabajaba como niñera y como amante de la moda que es podía acceder a comprarse toda esa ropa que antes no conseguía para su talle, ya que tenía que conformarse con vestirse “con lo que había”.
Si bien su vida en el exterior marchaba bien, decidió volver a la Argentina cuando vio que en realidad la mirada social no era solamente lo que la conflictuaba, sino que en cada paso la obesidad se mostraba como un contratiempo para su salud. La idea de no volver nunca más a su país se fue deshaciendo con el paso de tiempo. “Me di cuenta de que los problemas no desaparecen yéndose”, reflexionó, y eso la hizo volver a su tierra natal.
Una vez en Rosario, mientras leía un diario, vio que el casting para un nuevo programa estaba abierto. Las escuetas características que se mencionaban eran dos: personas con obesidad y que la producción estaba a cargo de Endemol. De inmediato relacionó esta información con un ciclo del que era fan en Estados Unidos, Perder para ganar, una competencia grupal en la que los participantes buscaban perder peso. Cuando vivía afuera se quiso inscribir pero no admitían extranjeros. Por ello, esta oportunidad en su país no iba a dejarla pasar.
“En el primer casting que me hicieron una persona me dijo ‘vos vas a quedar’. Pensé que era un chanta y que a todos los participantes le decía lo mismo”, recuerda la exparticipante sobre su primer encuentro con un productor, que como bien después cuenta la historia, no se equivocó. Ingresó con su remera distintiva que indicaba un pesaje de 142 kilos. Su alta fue con un peso de 80 kilos.
Cuestión de peso, la fama y la nueva imagen
“No hay un día en que no me reconozca la gente”, afirma Cecilia, a pesar de estar alejada de la pantalla y para demostrar que no solo se fue del ciclo con su meta cumplida, sino que se convirtió en una digna hija de un reality, con fama, cariño y aplausos. Aún recuerda cómo su imagen fue símbolo de lucha y apoyo para otras personas. No olvida a cada persona que se acerca para decirle que ver la “garra” de ella en la televisión le dio fuerzas a quienes estaban atravesando situaciones difíciles de distintas índoles.
Para la participante estrella la recepción que tuvo en el público fue simplemente por una razón: abrirse tal cual es. Cecilia se mostró alegre, sincera y sin miedo a ser juzgada, al hacerse cargo de sus elecciones y decisiones, que más de una vez la dejaron en la cuerda de floja para la eliminación de Cuestión de Peso. Si bien la gente veía todas las ganas que ella, y muchos de sus compañeros, tenían para cumplir su objetivo, también recuerda que además de aquello que se mostraba fue complicada su estadía al estar lejos de su hogar. Su familia y afectos le hicieron mucha falta.
Su paso por el ciclo lo recuerda como una experiencia maravillosa en el que tuvo el “combo perfecto” al buscar bajar de peso y poder estar en la televisión. “¡Encima con (Alberto) Cormillot, que para mí es el Maradona de los gordos!”, destaca sobre la vasta experiencia y formación del profesional de la salud. Chechu bajó más de 80 kilos durante su paso por el programa en su primera temporada. Luego volvió al ciclo al recuperar algunos kilos, y nuevamente cumplió con su objetivo, aunque tuvo algunos altibajos que la hicieron regresar en diversas oportunidades.
Su figura era de las más queridas y el público siempre pedía por ella, lo que la llevó a ser parte de diversas temporadas como ayudante, y por supuesto más tarde hacía visitas para contar sobre su actualidad.
La vida después de Cuestión de Peso
“Siempre me cargan con que no aprendí nada, pero he aprendido porque desde que salí del programa mantengo mi peso”, afirma, aunque también indica que su pesaje hoy está ocho kilos más de lo que tiene establecido. Durante su participación, se hizo la cirugía de bypass gástrico con la que se busca una reducción de la producción de la grhelina, la hormona del hambre.
Sin embargo, los hábitos saludables que aprendió en el ciclo televisivo la acompañan a diario, como la elección de alimentos a consumir y la importancia de qué porciones se ingieren. Tanto es así que destaca que lo más importante que tuvo como enseñanza es pedir ayuda. “De inmediato llamo a mi nutricionista. Voy a la psiquiatra, a la psicóloga. Los que tomamos en serio nuestro paso por el programa sabemos que hay que decir lo que estás atravesando”, explica.
Para Chechu, Cuestión de Peso le brindó aquella ayuda que por años buscó. Los aprendizajes y el amor del público son dos cuestiones que cuenta como las grandes ganancias de aquella experiencia. Sin embargo, en la vida laboral no tuvo la misma suerte. Tras la finalización de su participación, conseguir trabajo fue una tarea complicada.
“Yo tenía 34 años cuando me volví famosa y cuando terminó el programa me costó mucho conseguir trabajo en mi rubro, Administración de empresas. Cuando me quise reinsertar no fue tan fácil hallar un trabajo. Mi popularidad me jugó en contra, en cuanto al estar al frente de algo. Me fue muy difícil conseguir lo que yo buscaba”, afirma sobre aquel entonces, que no es su realidad ahora. Hace ocho años trabaja en una metalúrgica en Rosario, donde sus compañeros ya están acostumbrados a escuchar chistes sobre su fama.
Hoy, la vida de la “favorita” del ciclo es alejada de los medios. Como bien lo mostró en la pantalla, su espíritu alegre es el mismo y con 50 años vive cómoda con su rutina, acompaña a su madre y tiene una estrecha relación con su hermano. En redes sociales comparte algunos aspectos de su vida y, como bien supo hacerlo en el programa, alienta a las personas a seguir adelante. Su realidad hoy es otra pero en un primer pensamiento, no duda en ser parte de una futura nueva emisión, en cualquiera que se el rol que le ofrezcan.
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