Bajó 140 kilos en Cuestión de Peso y se volvió un ejemplo: el impresionante cambio de Pablo Bragale
En la edición de 2017 se ganó la atención de los televidentes que empatizaron con su historia de vida; en la actualidad, en diálogo con LA NACION, recordó su paso por el programa y habló de la lucha diaria que enfrentó contra la obesidad
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Cuestión de Peso, el reality que ocupó la pantalla de El Trece durante varios años, le cambió la vida a cientos de personas con obesidad que, bajo la expectativa de cambiar radicalmente sus vidas, llevaron a cabo un tratamiento controlado por los profesionales de la Clínica Cormillot.
En virtud de esto, hubo participantes que, marcados por esta enfermedad, emocionaron a todos los televidentes por sus historias de lucha. El caso de Pablo Bragale fue uno de ellos. En 2017, y por cuestiones del destino, tuvo la oportunidad de ingresar al programa y logró una transformación que lo convirtió en un ejemplo para miles de personas. En diálogo con LA NACION, relató cómo fue su experiencia en aquellos años y también sobre su presente, con un mensaje reflexivo acerca de todo lo que sobrellevó.
Pablo vivió, desde que tiene registro, un sinfín de situaciones relacionadas con la discriminación. Desde comentarios despectivos, hasta miradas despreciables, hubo muchos escenarios que se convirtieron en un verdadero infierno.
“Ni siquiera puedo caminar”, fue una de las frases que expresó a las cámaras hace cinco años y ante la cual rompió en llanto. En una de las salidas al parque para realizar ejercicio junto a otros compañeros del ciclo y varios entrenadores, hizo un contundente descargo y habló sobre la tristeza que le generaba el no poder vivir con tranquilidad.
Hoy, con 39 años, vuelve a mirar algunos de los archivos y se siente feliz por el cambio mental que logró durante este tiempo. “Entré en el programa el 24 de febrero de 2017, pero la realidad es que a mi me llamaron dos días antes. Supuestamente iba a entrar una chica que tenía poco sobrepeso, pero su novio le había dicho que si entraba la dejaba y dio marcha atrás. Por ese motivo me convocaron a un casting en vivo con otras tres personas con la expectativa de que uno iba a ingresar. La votación se hizo por una página y mediante hashtags en Twitter. A los pocos días me eligió el público y entré”, recordó en declaraciones a este medio sobre cómo fue el día en que le dijeron que se convertiría en participante.
Respecto de todo lo que sintió cuando le dieron la noticia, sostuvo: “En 2014 había hecho el tratamiento en la clínica Cormillot y me dio resultados. Después lo dejé de lado y alcancé mi peso máximo. Yo no miraba el programa, no me gustaba porque pensaba que había mucha cosificación, pero cuando entré me di cuenta que no era así. Me vi muy complicado respecto de la salud y, como me había ido bien anteriormente, tomé la decisión. No tenia manera de ingresar a la clínica porque salía mucho dinero y el entrar al programa me habilitaba a tenerla gratis. Había muchos participante que les gustaba más la exposición de la televisión, pero ese no era mi caso”.
A pesar del show que debían realizar para las cámaras y otras cuestiones propias del rating, Pablo aseguró que recibió una gran ayuda por parte del equipo de Cormillot. Asimismo, desmitificó otros mitos sobre el ciclo.
“Todo era totalmente real, ya que estaba en juego la salud de las personas. No podían decir que tenías un peso y en realidad era otro, lo comprobé con mi experiencia. En una ocasión tuve que hacer un trámite para la obra social, donde presenté mi historia clínica. Cuando me la dieron vi que estaban todos mis registros de peso y marcaba lo mismo que la balanza donde nos subíamos en vivo. Te controlaban todos los días… los días de eliminación eran los lunes y viernes. Los jueves nos pesaban para ver quiénes estaban en riesgo al otro día. No me daba miedo quedar afuera, porque también éramos conscientes de que nos iban a seguir ayudando desde la clínica”, aseguró.
A su vez explicó que, además de los médicos nutricionistas y entrenadores, una de sus mayores aliadas en este proceso de cambio fue la terapia: “Para mí era un enemigo, pero es lo que me ayudó. Por suerte, la clínica cuenta con un equipo multidisciplinario”. En lo que se refiere a su experiencia con la obesidad, hizo una comparación con la película The Wale de 2022 (La ballena) que trata sobre un hombre que vive con esta enfermedad, con la cual se sintió identificado al respecto.
“Muestra una realidad que nadie quiere reconocer: el cómo vive una persona con obesidad y cómo la tratan. La diferencia entre Pablo Bragale y el protagonista (Charlie, personificado por Brendan Fraser), es que él no tenía ganas de vivir y yo sí. Tenía todas las de perder, pero pensé que nada podía salir mal. Las opciones eran que todo siga igual, que empeore o que mejore. Antes de ingresar al programa toqué fondo: no podía caminar, se me complicaba respirar por las apneas del sueño, tenía problemas pulmonares y abandoné mis estudios facultativos. Con la suma de todo, si hacía algo, obviamente iba a ser positivo. No había algo peor, era dejarme morir”, aseveró.
El momento del quiebre y la energía para cambiar su vida
Apenas puso un pie en Cuestión de Peso, Pablo se percató de que no podía llevar a cabo una rutina con total normalidad. Si bien había cuestiones de las que era consciente, hubo otras sobre las que aprendió a lo largo del tiempo.
“Entré en noción de a poco. Cuando por ejemplo asistí a la primera actividad física me dijeron que me siente en el suelo, pero yo no podía. Si lo llegaba a hacer, necesitaba a alguien que si o sí me levante”, rememoró.
Hoy, con otra realidad, esos fantasmas quedaron en el pasado y tuvo la oportunidad de realizar uno de los deportes que más le gustan. “La semana pasada jugué al fútbol. Hacía 6 años que no jugaba, cuando a mí me encantaba, pero no podía caminar. Cuando lo hacía los muslos me rozaban y me caía en la cancha, no tenía estabilidad. Por eso digo, era esa realidad o empeorarla”, detalló.
Respecto del instante en el que se dio cuenta de que debía cambiar de hábitos, hizo referencia al 2014: “Sabía que la obesidad me estaba complicando hacía mucho, pero ese año la empecé a ver peor porque tuve una serie de problemas de salud. Fue la primera vez que inicié el tratamiento en la clínica Cormillot, después dejé y en 2017 llegué a mi peso máximo, que fueron 240 kilos. Cada vez me limitaba más. Mi papá quería que baje de peso a toda costa, por ejemplo, como soy fanático de los Juegos Olímpicos y cuando se hicieron los de Río de Janeiro, me dijo ‘si bajás 20 kilos de acá a tal día, vamos’. Él intentaba cualquier alternativa. Yo siempre decía lo mismo ‘voy a bajar de peso cuando la salud esté complicada’, pero no sabía de que ya lo estaba. Gracias a Dios ya hace 6 años estoy en mantenimiento. Por más de que bajé de peso con el programa, yo seguí con el tratamiento”.
En lo que se refiere a su experiencia con respecto a la discriminación, por la cual fue testigo en varias ocasiones, afirmó que aún no encontró cambios de comportamientos en la sociedad. “Las personas con obesidad vivimos muchas situaciones de esta índole. Estuve tres años sin usar bermudas. En mi caso, tengo un problema en las piernas llamado linfedema y el sistema de salud considera el tratamiento como estético. Más allá de eso, si comparto una foto en bóxer y muestro las piernas, me dicen ‘qué asco, que impresión’, pero después si sale alguna persona conocida y comparte un relato sobre sus dos líneas de estrías, los medios de comunicación tratan el tema con otra visión”, opinó.
Por otro lado, agregó que “el parámetro de la empatía” se lo lleva solo un grupo minoritario: “Los que estábamos en Cuestión de Peso nos estábamos jugando la vida. Eso pasa porque desgraciadamente la obesidad no se toma con el respeto necesario, no se entiende que es una enfermedad y en muchos casos presentan comorbilidades que provocan muertes. La persona con obesidad no solo necesita una protección médica, si no también un entramado social el cual aún no etá preparado.
Pablo, hoy: “Lo único que sirve en el tratamiento es cambiar los hábitos”
A pesar de los obstáculos que superó, y todo lo que le costó el proceso, Bragale es considerado como una figura importante para varias personas con obesidad. En cada intercambio y charlas que ofrece en relación al tema, siempre repite el mismo consejo: “Se baja de peso comiendo”.
“Yo remarco esa frase y la digo siempre. A mí la transformación me cambió socialmente, no solo en lo físico. No me compraba ropa, me vestía bien solo si había una reunión. Aprendí a disfrutar de la vida, pasé de ser víctima a protagonista. Fui a Cuestión de Peso esperando a que me enseñen a comer, pero me enseñaron a vivir. Aprendí a hacer gimnasia en el agua, a comer bien. Antes no vivía, pensaba que sí, pero no. Era una especie de tortura diaria que me hacía: salía a la calle, pero después cuando volvía, las piernas me explotaban. Me iba a acostar y, como no podía respirar, mentalmente pensaba ‘Dios, si mañana sigo así hacé el favor de que no me despierte’. Mentalmente pensaba eso porque le ocasionaba el mal a mi familia. Por ejemplo mi papá, que ya murió, en ese momento pasaba por la habitación para ver si respiraba”, rememoró.
Con todo esta trayectoria a sus espaldas, se dirigió hacia aquellos que buscan emprender un cambio en sus vidas. “Sinceramente el mensaje es que vean mi caso, que sepan que es posible, que no tienen obligación de hacer nada y que tienen derecho a todo. También les diría que se rodeen de buenos profesionales y de buena gente, además de que se tomen su tiempo cuando quieran hacer algo para su salud. Yo empecé el tratamiento y llegué a los 80 kilos. Les puedo asegurar que la vida es hermosa y está bueno vivirla de esta manera. Desgraciadamente hay cosas que viví ahora y no de más joven. En mi caso, a los 39 años tuve la primera persona que me dijo de corazón y sinceramente ‘te amo’, además de decirme que le gustaba mi cuerpo. Ella veía en mí las huellas de lucha. A estos vínculos hay que darles importancia y tomar esa energía para transformarla en fuerza para seguir adelante”.
En la actualidad, Pablo comparte detalles de su vida en Instagram @pablobragale, donde cuenta con más de 6000 seguidores. Su expectativa, al dar a conocer datos sobre su alimentación y el cambio que llevó a cabo, es que otros se motiven para salir adelante.
Asimismo, se propuso mejorar aún más su calidad de vida y es por eso que planea realizarse un tratamiento del linfedema. En sintonía con esto, en varias oportunidades realizó pedidos de ayuda para quienes puedan colaborar en la causa.
De esta manera, a través de un esfuerzo inconmensurable, Bragale demostró que, con el apoyo de profesionales, nos podemos deshacer de todas las ataduras que nos instalamos en la mente.
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