Bailarín que actúa, actor que baila
A los 24 años, el intérprete se destaca en la escena de la danza alternativa porteña
Río Turbio es una pequeña localidad de la provincia de Santa Cruz, muy cerca de la cordillera. Allí nació, entre montañas, nieve y viento, hace 24 años, el actor y bailarín Pablo Castronovo, un joven que en las últimas temporadas viene destacándose con fuerza en el panorama de la danza alternativa porteña.
Cierta timidez provinciana caracteriza al intérprete. Cuando habla sobre él baja su mirada aunque, a la vez, en su discurso, asoma una profunda confianza en sus estudios y en su trabajo. A la hora de las fotos, esa timidez se manifiesta más aún. Y es casi contradictorio, porque porta un libro de fotografías que acaba de comprar y que, seguramente, compartirá cuando llegue a su casa con su hermano fotógrafo.
Pero esta imagen que aparece en un bar de la ciudad no es tan significativa. Lo fueron sus interpretaciones en Plano difuso , coreografía de Edgardo Mercado; en Parto, de Luis Garay, y en los recientemente estrenados Ilusión , con dirección de Leticia Mazur (donde se anima más a la actuación), y Los esmerados , que dirige Silvina Grinberg. Allí Castronovo ha mostrado una riqueza interpretativa bien interesante. Lo cierto es que cada una estas obras, muy diferentes entre sí, le han posibilitado ir sumando experiencia y crecer en el marco de una ciudad que, todavía hoy lo apabulla un poco, aunque la disfruta sobremanera.
Desde aquí, además, está empezando a proyectarse al mundo. Con Plano difuso y Parto ha hecho funciones en Francia, Estados Unidos y Brasil. Y con la segunda pieza, en las próximas semanas, viajará a conocer a los públicos del interior, con funciones en Santa Fe y Córdoba.
El mundo del teatro y la danza asomaron en la vida de este creador dos años antes de que terminara la secundaria. Hasta entonces pensaba que iba a seguir el camino de su madre, que estudió abogacía en Santa Fe. Pero un profesor de literatura abrió un curso de teatro en Río Turbio y unos amigos le propusieron que los acompañara. "Fue extraño aquello -comenta Castronovo-, antes de comenzar estaba muy ansioso y nervioso. Empecé y no pude dejar. Fue una clara decisión. Y me encantó. Actuando viajé a muchos festivales en el Sur, y después, cuando terminé de estudiar, decidí venirme para acá."
En 2002 hizo el ingreso en el IUNA en la carrera de actuación. La cursó durante cuatro años, pero no la terminó. Pasó a danza, y ahora es su espacio de estudio. "Disfruto muchísimo al bailar -comenta-. Tengo más ductilidad para abordar el movimiento que la palabra. No bien empecé a bailar toda mi cabeza fue para ahí. El teatro ha quedado como una cuenta pendiente." Lo dice Pablo Castronovo con cierta melancolía, pero se apura a destacar que ha comenzado un proceso de investigación con el director teatral Ciro Zorzoli cuyos resultados recién podrán apreciarse dentro de un año.
-Es notable lo que decís, porque en tu trabajo se observa tu formación teatral. En Ilusión , sobre todo, eso es muy manifiesto. Como si no pudieras abandonar el teatro.
-Es que tengo mucha formación como actor y por ahora no la puedo sacar del todo. Las propuestas de danza en las que participo tampoco me piden algo neutral de bailarín. A la mayoría de los coreógrafos con los que estoy les interesa una búsqueda más teatral, y por eso, creo, se interesan por mi trabajo.
-En todos esos trabajos, además, aparecés como creador. La improvisación es el punto de partida en esos casos ¿Te interesa esa forma de trabajo?
-Me encanta laburar de esa manera, me costaría mucho estar sin poder proponer. Hoy por hoy, la mayoría de los coreógrafos trabajan así, buscan junto con el intérprete, improvisando. Es difícil que alguien venga y te marque algo. Por otro lado, me tranquiliza que los otros tomen algunas decisiones sobre cosas mías. De hecho todos los que me han llamado necesitaban un intérprete y su dirección ha sido muy clara. Por ahora, esta forma de trabajar me resulta cómoda. Más adelante veré, cada vez más necesito crear algo mío, propio, pero quiero ir despacio.
Castronovo se muestra muy apasionado cuando refiere que le gustan los actores, el teatro, hasta "en algún momento me fascinaba la idea de decir un buen texto", comenta. Pero su camino va desarrollándose en la danza teatro, y ése es un perfil que, también, le resulta atractivo. "Es que la danza independiente está pasando por ahí. Yo no soy del todo actor, no soy del todo bailarín. Estoy en ese lugar, muy cómodo, donde me siento bien. Pero confieso que me encantaría poder bailar una obra superabstracta o actuar."
En Río Turbio ha comenzado a nevar, el intérprete lo cuenta entre maravillado y nostálgico. En Buenos Aires espera que sus "papás" -así los llama- vengan a verlo en los dos espectáculos de los que participa.
Carrera ascendente
En escena. Trabajó con el coreógrafo Edgardo Mercado en Plano difuso y fue, junto con el creador Luis Garay, intérprete de Parto. Actualmente, Pablo Castronovo está en escena con dos obras de danza teatro en cuya creación participó: Ilusión, de Leticia Mazur (viernes, 21), y Los esmerados, de Silvina Grinberg (los domingos, a las 20.30). Ambas en el Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.
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