Avenue 5: un crucero a Saturno y el colapso de la sociedad moderna, lo nuevo del creador de Veep
LOS ANGELES.- La nueva comedia del británico Armando Iannucci tras el fin de Veep pretende hacer con la ciencia ficción lo que ya perfeccionó con la política, de uno y otro lado del Atlántico: "demostrar que, aunque nos esforcemos por creer lo contrario, no hay nadie a cargo", según explica el guionista y director en conversación con medios de todo el mundo, entre los que se encuentra LA NACION.
Avenue 5, que HBO estrena este domingo, a la medianoche, comienza con el viaje inaugural del gigantesco crucero espacial que le da nombre, que viaja a Saturno con un cargamento de 5000 almas (incluyendo al entrepreneur Herman Judd, dueño de la compañía de turismo espacial "para gente común") y nada sorprendentemente, una catástrofe cambiará el rumbo de la vida de todos a bordo por una combinación de factores que será fácilmente reconocible para quienes hayan seguido la carrera de "uno de los principales satiristas de nuestro tiempo", como suele presentarlo la prensa de su país. Léase: dosis iguales de incompetencia, falibilidad profundamente humana, ansias de poder y falta de escrúpulos, un destilado tan desopilante como amargo que está presente en la historia de la vicepresidenta con delirios de grandeza que componía Julia Louis Dreyfus en Veep pero también en los parlamentarios de las otras dos series políticas del creador, The Thick of It eIn the Loop y, acaso de forma más trágica en su film La muerte de Stalin.
"Después de la temporada cuatro de Veep –explica Iannucci– se me ocurrió que era necesario tratar de retratar lo que creo que es una emoción prevaleciente en nuestra época: cada vez somos más vulnerables, paranoicos y temerosos. Es una mezcla muy volátil, y quería explorar por qué son sentimientos que antes no existían y ahora sí. Por supuesto que es político, pero sobre todo social. Es la sensación de que nada tiene sentido. Como si las reglas del juego cambiaran todos los días. Pero para explorarlo, me parecía que era necesario tomar un poco de distancia. Literalmente: otro lugar y otro tiempo, en este caso el espacio exterior, y algunas décadas en el futuro, lo que se convirtió en la premisa de Avenue 5".
Pensar una comedia de ciencia ficción no es precisamente territorio virgen –ficciones de culto británicas como Red Dwarf y la popularísima Doctor Who cumplen con esa descripción– pero el guionista tenía en mente otra cosa que la cita o la parodia: "Para mí, como fanático de la ciencia ficción, me gusta cuando se crean universos en los que todo es exactamente igual al nuestro salvo un único elemento disonante. La guerra de los mundos transcurre hoy, salvo que nos atacan los marcianos, por ejemplo. No quería una parodia de Star Trek: de hecho, todos los elementos de la nave que son reconocibles en ese universo: el puente de mando, la figura del capitán, el timón y las frases heroicas, etcétera, rápidamente se descubren como un engaño para mantener una apariencia reconfortante en medio del caos", explica. "Todas las leyes de la física se aplican en Avenue 5, salvo quizás la de la gravedad. Lo único que aprendimos en estas décadas es cómo viajar al espacio profundo", remata.
Sin revelar la naturaleza del descalabro que afecta a la tripulación y pasajeros de la nave y que la convertirá en un experimento social que tiene mucho de El señor de las moscas, es necesario señalar que el venerable y heroico Ryan Clark, capitán del Avenue 5 –interpretado por Hugh Laurie, en su regreso al centro de una ficción televisiva tras los años de Dr. House– no es quien parece ser. A diferencia de lo que suele ocurrir en los ciclos de Iannucci, la distancia no se debe a su falta de valores: "Lo que a mí me interesa es la fragilidad humana. Es el gran secreto que le ocultamos a nuestros hijos, ¿no? Nadie sabe realmente lo que está haciendo. Pareciera que si las personas a cargo se permitieran decirnos que no saben qué hacer, el mundo y la sociedad colapsarían", dice el escritor.
"Creo que Ryan es la versión más extrema de eso que llamamos síndrome del impostor –ensaya Laurie, cuya capacidad de pasar del acento británico al norteamericano y sugerir dos personalidades completamente distintas es usada hábilmente en Avenue 5–. La fachada que el mundo adulto presenta al resto de los adultos. Nos vemos forzados a aparentar una competencia o confianza que ninguno de nosotros tenemos. Y si la tuviéramos, realmente solo probaría que somos psicópatas, puesto que la cualidad inherente al ser humano es la duda. La inseguridad, la sensación de que estás haciendo las cosas a los tumbos, déjenme decirles, la conozco íntimamente: pasé más años, más de una década, en Dr. House haciendo que era un doctor que el tiempo que me hubiese llevado convertirme en un doctor de verdad. Lo que se vuelve aún más extraño cuando le sumamos el hecho de que mi padre sí era doctor. Con lo que podemos decir que soy una versión falsa de mi padre, algo que todos sienten alguna vez. Pasa en el periodismo, en la actuación, en donde sea: todos, en algún sentido, estamos tratando de salirnos con la nuestra".
El colapso de esa sociedad cerrada, lanzada a toda velocidad por el sistema solar, es el objetivo real de la serie, que se divierte bastante con la cultura el emprendedorismo tecnológico que parodia el personaje de Gad ("es como Elizabeth Holmes o Richard Branson: grandes vendedores de un producto que no existe", explica el histriónico actor de Frozen II). "Hablamos muchoen los ensayos de la serie documental sobre de Elizabeth Holmes, The Dropout, y detalles de su carrera como que había conseguido a una persona que le hiciera poleras negras que inmediatamente recordaran a Steve Jobs. Así que el pelo platinado de Herman proviene de la admiración de Judd por Richard Branson. Me temo que es hacia donde vamos en términos de quienes serán los grandes empresarios en los Estados Unidos en algunas décadas más. Esa fue nuestra inspiración, al menos", explica.
La desconexión entre los pasajeros y el mundo real que revela la emergencia también le permite al guionista volver a esas crisis existenciales acerca del rumbo de la vida moderna y la insatisfacción que provocan incluso en los estratos acomodados también son el eje de la historia. "Si uno de los pasajeros se acerca y te dice: trabajo en un banco, ¿eso es una habilidad?, podes darte cuenta cómo comienzan a sentirse inútiles", explica Iannucci. "Piensen además que tenemos este personaje colectivo del que no estamos hablando: los cinco mil pasajeros, que van adquiriendo una personalidad propia a medida que avanza la temporada –resalta Iannucci–. Algunos son idiotas, otros son bastante geniales y para el final, es unos contra otros, sabiendo que te destrozarían vivo si realmente supieran el estado de las cosas a bordo. Ni que hablar lo que pasa en el centro de control y en la Tierra en general con el proceso de rescate".
"Cuando las estructuras de poder comienzan a resquebrajarse, una persona común puede convertirse en líder, lo hemos visto pasar en estos años en todo el mundo. Y ciertamente todos tienen el poder de reiventarse", explica el showrunner. Rebecca Frost, una de sus actrices fetiche, encarna a una pasajera cuyo marido la describe como la mujer capaz de protestar y quejarse hasta conseguir un lugar en un crucero como éste. Su olfato para descubrir a otro sutil "negociador con la verdad" en el capitán Clark y una hábil lectura del vacío de poder presente en el espacio la convierten en una suerte de populista instantánea.
Si bien el guionista afirma que no tiene toda la historia detallada de lo que será de Avenue 5, sí promete que se descubrirá de a poco cómo ha cambiado el mundo en los treinta o cuarenta años que nos separan de él, y los debates y polémicas que traerán consigo los esfuerzos de rescate de la nave y sí, una altísima "rotación" de personajes. "La verdad es que Armando nos puede matar en cualquier momento de la serie. Eso nos mantiene alertas, la posibilidad de que cualquiera puede morir. Es un gran motivador, la muerte", dice Suzy Nakamura, quien interpreta a Iris, la colaboradora del millonario entrepreneur, con quien mantiene una maquiavélica relación simbiótica. "Nos gusta pensarnos como el Game of Thrones de las comedias. Esperen y vean", suma Gad.
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